El pasmo radical
Paralelo a las dem¨¢s protestas y actitudes contra lo establecido que conforman el mundo radical existe en Euskadi, aunque con la capa algo ca¨ªda, el llamado rock radical vasco que, salvo algunos destellos innovadores, apenas ha aportado gran cosa a la revoluci¨®n musical; de la misma manera que en otros campos del radicalismo apenas se ha aportado nada a la teor¨ªa revolucionaria. En el rock se han limitado a a?adir letras supuestamente feroces a m¨²sicas ramplonas, o m¨¢s bien a acompa?ar con m¨²sicas dudosas consignas que pretend¨ªan alterar el estado de ¨¢nimo de la burgues¨ªa. Procedimiento m¨¢s viejo que el sol de pasmar al burgu¨¦s, aunque en m¨¢s de una ocasi¨®n no hayan traspasado la puerta amable del adolescente d¨ªscolo que dice mierda en la fiesta de fin de curso de un colegio religioso. De la misma manera, y despu¨¦s de repetir id¨¦ntico mensaje con diferentes letras provocadoras, la pol¨ªtica radical vasca se ha limitado a ser el ex abrupto que trata de inquietar al burgu¨¦s. S¨®lo que, en este caso, apoyado en la violencia de los hermanos mayores; lo que supone otra dimensi¨®n.Pero en cuanto a la intervenci¨®n pol¨ªtica del radicalismo -teorizaciones de una realidad que se imaginan, ausencia de datos y de penetraci¨®n en el tejido social que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de sus conversos, que parecen m¨¢s porque gritan m¨¢s, pero que son los que son, con escasas variantes, porque a la incorporaci¨®n de quincea?eros hay que restar, tambi¨¦n c¨ªclicamente, los veteranos que abandonan estragados-, uno de los elementos m¨¢s significativos ha sido su reciente y propio pasmo. El pasmo radical ante la huelga general del 14 de diciembre. La ¨²nica huelga general que ha tenido lugar, seg¨²n algunos, desde 1934, no la han conseguido ellos, que tienen en su haber el mayor n¨²mero de convocatorias de huelgas generales por semana del mundo, sino que la han conseguido las centrales sindicales tradicionales. La izquierda radical vasca est¨¢ hoy dirigida por las tramas civiles de ETA, pero en su entorno giran, adem¨¢s de grupos de j¨®venes convencidos de que destruyendo autobuses puede llegar de un momento a otro la revoluci¨®n y la independencia de Euskadi, los restos de partidos que no hace muchos a?os ten¨ªan cierta fuerza social y sindical, como la secci¨®n vasca, hoy aut¨®noma, del Movimiento Comunista, que prescinde de teor¨ªas, y el actual folktrotskismo; grupos sometidos a la doble presi¨®n de la obediencia debida a Herri Batasuna y la necesidad de distanciarse de ella sobrepas¨¢ndola. Se limitan a seguir sus instrucciones sin ninguna campa?a pol¨ªtica original, con la mera continuaci¨®n o ampliaci¨®n de las iniciadas por HB; por lo que, tras la ¨²ltima consigna aparecida en algunas paredes, de "negociaci¨®n o muerte", algunos temieron que estos grup¨²sculos quisieran llegar m¨¢s all¨¢ todav¨ªa pregonando, en el sue?o de una victoria posmorten: "S¨®lo muerte".
Esa izquierda radical ha propuesto desde el advenimiento de la democracia innumerables huelgas generales. Herri Batasuna ha convocado a sus seguidores, simpatizantes y pueblo en general, a varias docenas de huelgas generales, saldadas con estrepitosos fracasos, cumpliendo la vieja consigna no escrita heredada de las pr¨¢cticas de la extrema izquierda durante el franquismo: "De derrota en derrota hasta la victoria final". Quienes hemos sido protagonistas de esa historia, protagonistas en el sentido concreto en que lo fue cualquier soldado franc¨¦s en la batalla de Waterloo, y creo que.el subconsciente me ha sugerido la batalla exacta, hemos visto fracasar innumerables huelgas generales, incluida una huelga nacional pac¨ªfica que nosconcentr¨® en Carabanchel a los ¨²nicos que la hicimos, para ver c¨®mo triunfaba la ¨²nica huelga general de la democracia propuesta precisamente por los sindicatos considerados reformistas. La huelga ha triunfado de la mano de las burocracias sindicales tan denostadas, de los cogerentes del capitalismo, corno tambi¨¦n y todav¨ªa les llaman los escasos teorizadores de fin de semana que quedan en esa izquierda. Y aunque los radicales vascos se incorporaron a ese llamamiento y pretendieron que fuera su fiesta, fue exactamente lo contrario, la evidencia del fracaso de sus huelgas. Por lo que en m¨¢s de un sector ha cundido el pasmo. No el desaliento, porque los desalientos s¨®lo pueden surgir de los an¨¢lisis, pero s¨ª el pasmo: unos sindicatos sin implantaci¨®n, unas voces en el desierto, una falta total de seguimiento popular, hab¨ªan conseguido lo que no hab¨ªan podido lograr ellos pese a su constante afirmaci¨®n de "cada d¨ªa somos m¨¢s fuertes".
Un pasmo ante la huelga general que, aunque lentamente, va a influir tambi¨¦n en los pr¨®ximos cambios en la situaci¨®n de Euskadi. Adem¨¢s de la posible recuperaci¨®n del protagonismo en los enfrentamientos sociales del sindicalismo tradicional, de momento desbordado muchas veces por los portadores de la enfermedad infantil, el pasmo le llega a Herri Batasuna cuando es consciente de su aislamiento. Cuando los obreros de unas f¨¢bricas de ?ibar que ven en riesgo su puesto de trabajo por una bomba de ETA protestan, son respondidos por ese inmenso histri¨®n de Tasio Erkicia con la afirmaci¨®n de que la violencia contin¨²a por culpa del PSOE, esperando, en su mentalidad ajena a los problemas obreros, que los trabajadores eibarreses crean que las bombas las pone el Gobierno y no ETA. Esperando que no se den cuenta de que ETA es la que asesina y la que destroza las f¨¢bricas. Pocas veces el desprecio hacia la inteligencia de los trabajadores ha llegado tan lejos como en esa intervenci¨®n, pero es que HB es consciente de su aislamiento. Por ello, tambi¨¦n ha montado una campa?a espectacular en apoyo a presos y refugiados, pues,esperaba un golpe contra ETA tras la liberaci¨®n de Revilla. Cada d¨ªa, de manera lenta, pero constatable, HB se siente m¨¢s aislada en la sociedad vasca; un rumor que ya se percibe, que todav¨ªa no es clamor, pero que se expresa porque se ha perdido el miedo a hablar en p¨²blico contra ellos en una sociedad que manten¨ªan amordazada; una sociedad que pide el abandono de las armas, aunque algunos hagan a¨²n encaje de bolillos sobre las condiciones en que ese abandono debe producirse. Las posibilidades publicitarias de Herri Batasuna, ya m¨¢s ruido que informaci¨®n, van disminuyendo y la publicidad es indispensable tanto para los grupos terroristas como para sus tramas civiles y sus entornos ciudadanos.
En esa situaci¨®n de inquietud, la huelga general supuso una campa?a desaforada por sacar la cabeza del agua tanto de Herri Batasuna como de sus ac¨®litos. El que la huelga fuera un ¨¦xito de las centrales sindicales, a veces m¨¢s atacadas -"las direcciones traidoras"- que el mismo Gobierno, ha sumergido en el pasmo a muchos radicales actualmente desconcertados. Sobre todo despu¨¦s de que ETA haya reconocido que no puede ganar la guerra y que acepta el empate.
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