Fiel a una tradici¨®n

EN SU discurso de A?o Nuevo, el presidente Mitterrand anunci¨® un nuevo giro a la pol¨ªtica francesa en relaci¨®n con los inmigrados. Coincidiendo con el bicentenario de la Revoluci¨®n Francesa, el jefe del Estado galo puso el acento en la necesidad de revalorizar los ideales humanistas encarnados por aqu¨¦lla y destac¨® la marginaci¨®n de los inmigrados, por lo que pidi¨® al Gobierno que revise "sin tardanza" las disposiciones administrativas que se les aplica, las cuales, dijo, "no me parecen ni equitativas ni justificadas". Se refer¨ªa a la legislaci¨®n adoptada en la etapa del Gobierno conservador de Jacques Chirac.Por distintas razones hist¨®ricas, de cuatro a cinco millones de extranjeros residen en Francia, donde han buscado un refugio pol¨ªtico o, m¨¢s simplemente, un lugar donde vivir. La pol¨ªtica sobre la poblaci¨®n inmigrante ha sido tradicionalmente una de las l¨ªneas divisorias entre la izquierda y la derecha. Factor decisivo del desarrollo econ¨®mico, los inmigrados sufren discriminaciones, persecuciones, y est¨¢n sujetos a decisiones arbitrarias. La extrema derecha, con Le Pen y sus seguidores, ha utilizado los inevitables problemas sociales que dimanan de la presencia de inmigrados para fomentar el racismo y el odio hacia los extranjeros. Sin caer en esos extremos, el Gobierno de Chirac y sobre todo su ministro Pasqua elaboraron la ley que lleva el nombre de este ¨²ltimo, en virtud de la cual se crearon nuevos obst¨¢culos para legalizar su permanencia en el pa¨ªs y se facilitaron las expulsiones, dando para ello plenos poderes a la polic¨ªa.

Desde el retorno de los socialistas al poder en la primavera pasada, un sector de la izquierda y sobre todo el movimiento SOS-Racisme, con un enorme respaldo entre la juventud, han pedido la abrogaci¨®n de la ley Pasqua. A ello se ha resistido un sector del partido socialista alegando que no se pod¨ªa realizar un cambio brusco. Pero Mitterrand ha zanjado las dudas en su partido y el Gobierno de Rocard ha adoptado ya medidas que deben poner t¨¦rmino a las pr¨¢cticas m¨¢s negativas del per¨ªodo de Chirac y Pasqua, en espera de que el Parlamento apruebe una nueva legislaci¨®n. De momento, se facilitar¨¢ la concesi¨®n de permisos de residencia y las nacionalizaciones, y se devolver¨¢ a la competencia de los jueces la decisi¨®n en materia de expulsi¨®n de extranjeros.

La iniciativa de Mitterrand no responde s¨®lo a un deseo de fidelidad a los ideales de la Revoluci¨®n Francesa. Se produce cuando se aproximan las elecciones municipales y cua:qdo el PS ha perdido muchos votos en recientes consultas parciales. El lema de la "unidad de los franceses" -que fue decisivo en la reelecci¨®n del presidente- ha perdido vigencia, y el PS necesita, s? quiere recuperar votos y movilizar a sus electores, recuperar sus se?as de identidad. Y es bueno que comience a hacerlo adoptando una actitud m¨¢s generosa con respecto a los inmigrados.

No ser¨ªa acertado que la opini¨®n espa?ola lamentase estas medidas por considerar que en la etapa de Pasqua hab¨ªa m¨¢s expulsiones de etarras hacia Espa?a. El problema no es de cantidad: esa pol¨ªtica indiscrim¨ªnada no permiti¨® avanzar hacia lo que es esencial, es decir, la b¨²squeda y captura de los dirigentes de ETA. Por otra parte, ese aspecto espec¨ªfico no puede esconder el car¨¢cter b¨¢sicamente reaccionario de la ley Pasqua, que dejaba a los inmigrados indefensos ante la omnipotencia policial. La nueva orientaci¨®n del Gobierno de Rocard beneficiar¨¢ al conjunto de los espa?oles -y otros extranjeros- residentes en el pa¨ªs vecino.