El retorno de los sindicatos
LOS TRES grandes sindicatos italianos -CGIL, CISL y UIL- han convocado una huelga general de cuatro horas para el 31 de este mes, decisi¨®n que ha colocado al Gobierno de De Mita al borde de la crisis. La huelga -dirigida contra un decreto por el que se otorga una amnist¨ªa fiscal a las categor¨ªas en las que se dan los mayores fraudes en este terreno y, por ello, discriminatoria para los trabajadores a sueldo- parece contar con un amplio apoyo popular y ha logrado la unidad de los tres sindicatos, despu¨¦s de un per¨ªodo de graves rupturas entre ellos. Su anuncio sit¨²a en una posici¨®n delicada al Partido Socialista Italiano (PSI), que tiene en el Gobierno posiciones esenciales, como un vicepresidente y los ministerios del Tesoro y de Trabajo, los dos m¨¢s afectados por las reivindicaciones sindicales.Aunque los ministros socialistas hab¨ªan aceptado el tan discutido decretone, Craxi se dio cuenta del peligro que esa huelga unitaria podr¨ªa representar con vistas a las elecciones europeas, en las que aspira a rascar muchos votos comunistas; por ello no dud¨® en desautorizar a los ministros de su partido y en tomar posici¨®n a favor de los sindicatos. De Milita, para superar la crisis, reuni¨® a los secretarios de los cinco partidos integrantes de su Gobierno. Pero s¨®lo obtuvo una tregua: Craxi pidi¨® que se corrigiese el decreto fiscal en el sentido de una mayor justicia y que el tema se llevase al Parlamento, con lo cual ha logrado convertirse en ¨¢rbitro para tratar de evitar la huelga.
Estos hechos ponen de manifiesto, de otro lado, una evoluci¨®n digna de inter¨¦s en la acci¨®n de los grandes sindicatos, los cuales, despu¨¦s de un per¨ªodo de desorientaci¨®n y baja credibilidad, se aprestan a recuperar, apoy¨¢ndose en un tema de amplio impacto popular, el papel que en otro tiempo desempe?aron como interlocutores en los problemas vitales del pa¨ªs. Su excesiva ideologizaci¨®n en el pasado hizo surgir el fen¨®meno de las cobas (comisiones de base), que s¨®lo se interesaban por problemas concretos y sectoriales. Ahora, con la presencia al frente de la CGIL (el mayor sindicato, con casi cinco millones de afiliados, de mayor¨ªa comunista y un fuerte componente socialista) de Bruno Trentin, un dirigente con concepciones europeas y modernas, los sindicatos tienden a retomar los grandes temas de la justicia social y la democracia sindical. No sin crisis internas, se esfuerzan por perfilar la funci¨®n que pueden tener en un sistema productivo en plena transici¨®n.
En este clima, el Partido Comunista Italiano (PCI), con su nuevo secretario, Achille Occhetto, una especie de Craxi comunista, est¨¢ demostrando un dinamismo del que ha carecido hace mucho tiempo. Ello dificulta la pol¨ªtica agresiva de Craxi y a la vez ayuda a ¨¦ste a inclinarse hacia una pol¨ªtica de alternativa reformista, ya que si el PCI y la CGIL -unida a los otros sindicatos- siguen por el camino emprendido, cada vez le ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil al PSI mantenerse en su actitud de alianza-matrimonio con la Democracia Cristiana sin perder el contacto con las fuerzas no ya de izquierda, sino simplemente progresistas del pa¨ªs.
El esc¨¢ndalo surgido en Fiat, en el que el PCI ha tomado la bandera de la defensa de la dignidad humana y de los derechos sindicales en la empresa, ha sido un aldabonazo para Craxi. A diferencia de ¨¦pocas anteriores, en que los comunistas aparec¨ªan como abanderados de reivindicaciones radicales, Occhetto ha denunciado en este caso a la empresa por una actitud contraria a unos derechos garantizados en la Constituci¨®n, obteniendo en seguida el consenso de todo el arco de intelectuales marxistas, cat¨®licos y hasta liberales y laicos como el prestigioso Norberto Bobbio.
Es posible que la capacidad de mediaci¨®n de los pol¨ªticos italianos acabe por evitar la huelga, ya que no cabe descartar que los d¨²ctiles sindicatos italianos acepten alguna soluci¨®n concreta que les ofrezca el Gobierno. Pero lo que destaca en la actual coyuntura es que se est¨¢ reactivando el di¨¢logo entre los diversos componentes progresistas de la sociedad italiana en un deseo de llegar a una pol¨ªtica de verdaderas reformas, a las que, al menos te¨®ricamente, no se opone ni la misma Democracia Cristiana, sobre todo la que se encarna en Ciriaco de Mita.
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