Muri¨® Bruce Chatwin, uno de los m¨¢s brillantes escritores brit¨¢nicos
V¨ªctima de una enfermedad ¨®sea, falleci¨® en Niza a los 48 a?os
El escritor brit¨¢nico Bruce Chatwin, autor de En la Patagonia y Los trazos de la canci¨®n, entre otras obras, falleci¨® el pasado mi¨¦rcoles en Niza a los 48 a?os, v¨ªctima de una enfermedad ¨®sea que contrajo en 1985 durante un viaje a China. Su inesperado fallecimiento ha dejado a la literatura mundial sin uno de los ¨²ltimos practicantes de la literatura de viajes, concebida como g¨¦nero literario espec¨ªfico y no como simple reportaje.
Pocos escritores vivos, si exceptuamos a Thesiger, Theroux, Van der Post, y no muchos m¨¢s, pueden compararse con Chatwin en la maestr¨ªa con que ejercit¨® este g¨¦nero, tan ingl¨¦s por otro lado en libros como En la Patagonia, Los trazos de la canci¨®n, y El virrey de Ouidah -mezcla, este ¨²ltimo, de informe etnogr¨¢fico, historia y reconstrucci¨®n ficcional, a partir del cual Herzog cre¨® ese espantoso bodrio titulado Cobra verde del que Chatwin abominaba sin paliativos.Autor tambi¨¦n de ficci¨®n pura, con Colina negra, novela de tinte a?orante y misterioso ambientada en su Gales natal, y otra novela p¨®stuma, Utz, que Muchnick, su editor en Espa?a, publicar¨¢ pr¨®ximamente, Chatwin era considerado uno de los m¨¢s prestigiosos representantes de la actual literatura inglesa, junto con Julian Barnes, y el grupo de los llamados angloex¨®ticos (Rushdie, Ishiguro, Mo, etc¨¦tera), frente a los que el malogrado autor representaba la imagen del ingl¨¦s n¨®mada, que no puede claudicar, sin embargo, de su tono ingl¨¦s ni en los m¨¢s ins¨®litos parajes.
Viajero por vocaci¨®n, primero como peri¨®dica forma de huir de un codiciado puesto como asesor art¨ªstico en Sotheby's (especializado en pintura expresionista), luego como reportero del Sunday Times Magazine, y finalmente para documentarse sobre sus libros, Chatwin hab¨ªa recorrido pr¨¢cticamente todo el mundo, resultando no poco curioso que sus dos grandes libros de viaje traten, sin embargo, de las zonas m¨¢s ¨¢ridas y deshabitadas del planeta.
Lo que no obsta para que sacara de ellas un partido ins¨®lito, recreando sus paisajes desde la experiencia humana inscrita en ellas y desde el hojaldrado de culturas que un d¨ªa ocuparan tales territorios. As¨ª, en las p¨¢ginas de En la Patagonia, vemos afilinigranarse en un complejo recorrido que va desde las bocas del Plata hasta Tierra de Fuego, las referencias literarias, las vidas de aventureros y exploradores, las tribus desaparecidas, y hasta los animales prehist¨®ricos que sucesivamente habitaron aquellas estepas, y que reviven por la fuerza asociativa del relato que Chatwin pone en juego.
Otro tanto ocurre con Los trazos de la canci¨®n, que es a la vez una especie de prontuario del n¨®mada, hecho de m¨¢ximas, apuntes, remembranzas y observaciones arqueol¨®gicas.
Fragmentos de pensamiento a los que precede un fascinante relato sobre los ¨²ltimos abor¨ªgenes del desierto central de Australia, los mismos que en su d¨ªa inspiraron a Durkheim y a L¨¦vi-Strauss sus m¨¢s atrevidas hip¨®tesis antropol¨®gicas, y que hoy en d¨ªa aparecen sumidos en la pobreza cultural y en una apariencia mis¨¦rrima, desarrapada.
Por debajo de la cual Chatwin, siguiendo al gran amigo de los negros australianos, el misionero Strehlow, consigue sacar a la luz una riqueza m¨ªtica y un poder de evocaci¨®n insospechados, que ligan entre s¨ª paisaje, relato m¨ªtico, organizaci¨®n social y ritmo musical, como s¨®lo puede hacerlo quien guarda los lazos fundamentales con el mundo primigenio.
Autor obsesionado por la memoria de la especie que, a ejemplo de los abor¨ªgenes australianos cre¨ªa desperdigada por la superficie del planeta y a la que consideraba por tanto como esencialmente viajera, pero escritor a la vez cult¨ªsimo, de esa manera desenfadada como suele serlo el buen autor de viajes ingl¨¦s (como lo eran Burton y T.E. Lawrence, desgranando al hilo de la aventura mil referencias librescas), Chatwin podr¨ªa ser el perfecto ejemplo de una forma desenga?ada de ser moderno, que no necesita de etiquetas post para concebir la historia como un gran dep¨®sitos de injusticias, y un relato falseado en el que aparecen siempre dominando los vencedores.
Su mirada sobre el pasado vigente en el presente resulta tan esc¨¦ptica como trangresora: hace aflorar todo lo que la corriente dominante de la historia ha echado en el olvido, y a la vez sabe que no puede dedicarle m¨¢s que una nost¨¢lgica menci¨®n sublimada como literatura.
Su opci¨®n, por eso mismo, no fue ni la arqueolog¨ªa cr¨ªtica (a lo Foucault) ni la etnolog¨ªa profesional (entre otras cosas, porque era un amater nato), sino la literatura de viajes, y una ficci¨®n te?ida de cierto deje melanc¨®lico, y en cambio fuertemente realista. Ahora, la letra de sus textos, deja escrita para los vivos la huella de su. transitar efimero y viajero, que seguramente no tendr¨¢ la suerte de transmitirse en forma de puro ritmo narrativo, como los mitos australianos.
Babelia
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