S¨ªsifo en G¨¦nova
EN APENAS tres meses, la derecha espa?ola ha pasado del abatimiento sin remedio a la euforia desbordada. El congreso de refundaci¨®n de Alianza Popular, que ha pasado a denominarse Partido Popular (PP), ha devuelto a los conservadores la perdida confianza en s¨ª mismos. Manuel Fraga, empujando otra vez su gran pe?asco de la mayor¨ªa natural, ha iniciado de nuevo, como el personaje mitol¨®gico S¨ªsifo, la ascensi¨®n hacia el poder. Curtido por las derrotas y ligeramente apaciguado por la edad, este hijo del dios del viento que supo del poder en temprana edad y luego lleg¨® siempre tarde a las citas con la historia, se apresta a ejercer el mando -su m¨¢s persistente vocaci¨®n- con unos guantes nuevos confeccionados para la ocasi¨®n. El riesgo de que vuelva a tropezar con las piedras previamente colocadas por ¨¦l mismo en el camino y de que su cargamento vuelva a rodar por la pendiente se mantiene. Pero, con todo, esta refundaci¨®n de la derecha constituye el ensayo m¨¢s veros¨ªmil de construir una alternativa conservadora abordado en los ¨²ltimos a?os.Esa verosimilitud deriva menos de la consistencia organizativa, pol¨ªtica o ideol¨®gica del proyecto en s¨ª que de su adecuaci¨®n al escenario pol¨ªtico general que parece estar configur¨¢ndose. La refundaci¨®n es lo de siempre: juntar en la misma barcaza a las distintas familias que, m¨¢s all¨¢ de ideolog¨ªas, se sienten vinculadas a la cultura tradicional de la derecha. 0 sea, lo que, tras el abandono de la embarcaci¨®n de Coalici¨®n Popular por una parte de su tripulaci¨®n, intent¨® el joven Mancha con el acuerdo t¨¢cito -nunca, mejor dicho- de Marcelino Oreja. El proyecto del PP se parece m¨¢s a lo que quiso ser y no fue Coalici¨®n Popular que a la extinta UCD, con la diferencia de que toda la mariner¨ªa deber¨¢ ahora vestir el mismo uniforme a fin de evitar deserciones programadas como la de Alzaga. Ese uniforme ser¨¢, por imperativos coyunturales, el de la democracia cristiana, o inspirado en el humanismo cristiano, como se dice ¨²ltimamente.
El paro general del pasado 14-D ha herido gravemente al proyecto que llev¨® al PSOE al poder, y todo parece indicar que, haya o no concertaci¨®n, el pr¨®ximo per¨ªodo estar¨¢ marcado por la conflictividad social. Si las cosas funcionan como en otros pa¨ªses, esa conflictividad producir¨¢ la exasperaci¨®n de sectores de las clases medias urbanas que, antes o despu¨¦s, acabar¨¢n volviendo la vista hacia quien ofrezca m¨¢s disciplina social y menos inquietud ciudadana, especialmente si la oferta se completa con promesas de reducci¨®n de impuestos. Como el PSOE no est¨¢ ni psicol¨®gica ni pol¨ªticamente preparado para asumir ese papel, habr¨¢ llegado la hora de la derecha a condici¨®n de que ¨¦sta sepa combinar sensaci¨®n de autoridad con moderaci¨®n pol¨ªtica. Hace dos a?os, Fraga asustaba m¨¢s que tranquilizaba, pero la combinaci¨®n entre un Fraga algo m¨¢s patriarcal y un Marcelino Oreja ennoblecido con su paso por el Consejo de Europa puede conectar f¨¢cilmente con esos sectores.
Ello no significa necesariamente que el poder est¨¦ ya al alcance de la derecha, pero s¨ª que seguramente est¨¢ a punto de finalizar la fase de Gobiernos con mayor¨ªa absoluta. Si es as¨ª, el panorama pol¨ªtico se abrir¨¢ considerablemente y habr¨¢ m¨¢s oportunidades para la oposici¨®n. Cuando Fraga anunci¨® su regreso, AP estaba a punto de perder no ya su opci¨®n a gobernar, sino incluso la primogenitura de la oposici¨®n, que pod¨ªa heredar Su¨¢rez. La refundaci¨®n, el cambio de uniforme y todo lo dem¨¢s se orienta b¨¢sicamente a detener ese proceso. Si tiene ¨¦xito, significar¨¢ que el partido de los conservadores puede aspirar a convertirse en el eje de alianzas m¨¢s amplias y no en el simple refuerzo de derechas a una opci¨®n encabezada por Su¨¢rez. La presencia de Oreja se explica tambi¨¦n porque, llegado el caso, parece m¨¢s capaz que Fraga para negociar acuerdos con ese centrismo radical. En resumen, pues, la conversi¨®n de Alianza Popular en un partido cristiano y humanista se explica por la necesidad de tomar posiciones que permitan a la derecha capitalizar a su favor el desconcierto social y pol¨ªtico resultante de la batalla que enfrenta al Gobierno socialista con los sindicatos. Si as¨ª fuera, S¨ªsifo habr¨¢ conseguido al fin llevar su pe?asco desde el puerto de G¨¦nova a la cima de la monta?a.
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