Farmacias de noche
DESDE EL primero de enero, sin previa consulta con las organizaciones de consumidores, quedaron dr¨¢sticamente reducidas las farmacias de guardia en distintas capitales espa?olas. En Madrid, por ejemplo, han dejado de prestar servicio 40 de las 66 oficinas abiertas los s¨¢bados, domingos y d¨ªas festivos. En Barcelona, las del turno nocturno han disminuido hasta la mitad.Una raz¨®n dada por el Colegio de Farmac¨¦uticos es que durante las guardias se dispensan pocos productos y, en su gran mayor¨ªa, de los que no necesitan receta, por lo cual no pueden ser considerados como de urgencia. Otro argumento es que, con menos farmacias abiertas, se favorece la vigilancia policial y, con ella, la seguridad del farmac¨¦utico.
Poco a poco la prevalencia y la desfachatez corporativista, amparadas en este caso por la inhibici¨®n de las autoridades sanitarias, empeoran la calidad de vida ciudadana. En este caso, los farmac¨¦uticos no han tenido empacho en incrementar sus ingresos llenando sus establecimientos de toda clase de productos cosm¨¦ticos, de jugueter¨ªa, de mobiliarios infantiles, de alimentos y hasta de zapatos; pero, llegado el momento de responder a una necesidad social, procuran ser tan mezquinos como se les permita. Alrededor de una tercera parte de los productos de la farmacia no son propiamente farmac¨¦uticos. Los profesionales del sector han logrado extra?os monopolios de derecho sobre, por ejemplo, la leche maternizada, que les procuran 4.676 millones de pesetas anuales. Los farmac¨¦uticos protestan, no obstante, porque los padres vayan a buscar de noche uno o dos botes al no tratarse de una mercanc¨ªa que exija receta.
Directa o indirectamente, con la complicidad de la publicidad que anuncia algunos productos como "de venta exclusiva en farmacias", los consumidores se hallan subordinados a la prepotencia de un establecimiento que, a poca sensibilidad que tuviera, no deber¨ªa someter a mayores pruebas la benevolencia de los clientes. Laxantes, aspirinas y analg¨¦sicos similares, vitaminas, gran n¨²mero de medicinas, gasas, algodones, comidas y leches para ni?os pueden encontrarse en distintos supermercados de numerosos pa¨ªses occidentales. Si los farmac¨¦uticos espa?oles no quieren recibir la molesta visita nocturna de los ciudadanos, lo congruente es que no disfruten tampoco del importante beneficio monopol¨ªstico que les genera el control de numerosos art¨ªculos susceptibles de dispensarse en drugstores abiertos las 24 horas. Como ha manifestado la Uni¨®n Espa?ola de Consumidores, la concepci¨®n que de los productos urgentes manifiesta el Colegio Oficial de Farmac¨¦uticos refiri¨¦ndose a aquellos que se expenden con receta es demasiado restrictiva. Una aspirina para bajar la fiebre a un beb¨¦, una jeringuilla para un diab¨¦tico o un preservativo pueden incluirse entre las compras urgentes.
No es ¨¦sta la primera vez que las farmacias escatiman sus servicios generales, ni tampoco la primera ocasi¨®n en la que se pone de manifiesto su af¨¢n de lucro. Tal comportamiento refleja la tendencia com¨²n y corporativista que se detecta en otros sectores. Pero es, sin embargo, llamativo que los responsables sanitarios descuiden impunemente su deber de velar por que la sociedad no sea perjudicada por ego¨ªstas intereses de grupo, y m¨¢s recayendo el perjuicio sobre un terreno previamente tan maltratado como es la asistencia sanitaria.
Efectivamente, las relaciones entre las farmacias y el Insalud no han sido cordiales a causa de las repetidas demoras en el pago de los porcentajes que les corresponden por medicamentos, pero es inimaginable que ¨¦sta haya sido la raz¨®n para condescender con la decisi¨®n de racionar establecimientos de urgencia.
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