Espect¨¢culos carcelarios
LAS AZOTEAS de la prisi¨®n madrile?a de Carabanchel y de la Modelo de Barcelona se han convertido hace algunos d¨ªas en el escenario donde unos reclusos han voceado la indignidad de su situaci¨®n. Eso al margen de los cuatro presos de la Modelo que han preferido encaramarse a los muros para simplemente fugarse, con distinta fortuna. Tanto los j¨®venes de Carabanchel como los reclusos de la Modelo denunciaban asuntos dom¨¦sticos -cambios en su categor¨ªa de penados que suponen una mayor severidad e inadaptaci¨®n al rigor extremo de una determinada galer¨ªa-. La sociedad acepta de hecho que la penalidad aplicada por los jueces tenga un incremento autom¨¢tico, a veces tr¨¢gico y con resultado de muerte, al tener que cumplir la condena en estas jaulas insalubres, hacinadas y donde impera el terror de las mafias interiores. Que existe la convicci¨®n, m¨¢s o menos difusa, de ello lo demuestra el hecho de que algunos condenados -por raz¨®n de su profesi¨®n, delito o relieve social- reciben unas contemplaciones extraordinarias al ser asignados a c¨¢rceles o recintos m¨¢s habitables y sin apenas contacto con el resto de poblaci¨®n reclusa.Da la sensaci¨®n de que un sector de la ciudadan¨ªa s¨®lo ped¨ªr¨¢ responsabilidades pol¨ªticas si las c¨¢rceles son permeables y la estad¨ªstica de fugas se convierte en noticia. Manicomios y c¨¢rceles est¨¢n para encerrar a los individuos peligrosamente heterog¨¦neos, y los sermones sobre rehabilitaci¨®n son asumidos, un tanto incr¨¦dulamente, por los propios profesionales de la reclusi¨®n al amparo de que la sociedad a la que deben restituir al penado no tiene acomodo para ellos. Hay que subir a las azoteas, crear espect¨¢culo, para que reviva la reflexi¨®n sobre lo que acontece dentro de las celdas. Un ejemplo de que esta preocupaci¨®n es subsidiaria en el poder pol¨ªtico la tenemos en el asunto que ha centrado la pol¨¦mica entre el director de la Modelo, las autoridades gubernativas y la Administraci¨®n auton¨®mica catalana a ra¨ªz de los ¨²ltimos acontecimientos. El que la Guardia Civil, que custodia el exterior de la Modelo, no disparara en pleno centro urbano para impedir la fuga de dos presos ha sido considerado como un acto de inexplicable negligencia por el responsable del centro penitenciario. La autoridad gubernativa, por su parte, ha defendido razonablemente la inhibici¨®n policial por el evidente peligro que supon¨ªa para el vecindario de la c¨¢rcel y ha recordado sus anteriores advertencias a la Generalitat para que mejorara el aislamiento del recinto. Y la Generalitat ha enviado una cuadrilla de obreros para reforzar las redes exteriores de la c¨¢rcel a fin de evitar las fugas y muy especialmente el acceso a las azoteas, a ese escenario del oprobio en que las convirtieron dos reclusos durante un par de d¨ªas.
Cerrado este episodio volver¨¢ el silencio exterior sobre Carabanchel y la Modelo. Se habr¨¢ tapiado, m¨¢s que solucionado, el conflicto. Y la buena voluntad de las autoridades se demostrar¨¢ epis¨®dicamente contratanto a un tr¨ªo para que aleccione con rumbas sobre los peligros del SIDA u organizando partidos de baloncesto entre los buenos presos -¨¦sos s¨ª que pueden salir en la Prensa- de la tercera galer¨ªa. Es una demostraci¨®n de buena voluntad que cuesta mucho menos que invertir a tiempo en una adecuada infraestructura penitenciaria -con el coste pol¨ªtico y electoral que supone imponer a una poblaci¨®n habitualmente insolidarla el oprobio del vecindaje carcelario- y tambi¨¦n menos que limpiar el interior de las prisiones del comercio ilegal de droga, o mejorar su nivel de protecci¨®n y seguridad.
En previsi¨®n y en decencia penitenciaria, los espect¨¢culos de Carabanchel y de la Modelo demuestran que todos los responsables, los del Gobierno socialista y los del Gobierno convergente catal¨¢n, son horriblemente id¨¦nticos y oportunistas.
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