La Universal, de mudanza
La Sala Universal se ha despedido despu¨¦s de tres a?os de programaci¨®n musical ininterrumpida y conflictos con los vecinos, aunque su traslado a un nuevo local puede significar la continuidad en su labor. Con su desaparici¨®n, el triste panorama de locales de media capacidad destinados a la m¨²sica en Madrid queda a¨²n m¨¢s en precario.Desde el 10 de enero de 1986, m¨¢s de 170 artistas han actuado en directo. Cl¨¢sicos como Bo Diddley, Roger McGuinn o Eric Burdon junto a grupos espa?oles que se dieron a conocer en Madrid en el escenario de la Universal, como El ?ltimo de la Fila, dan fe de la calidad en la programaci¨®n de una sala que ha sabido recoger la estela de locales como Rock Ola y adaptarla a los nuevos tiempos.
The Godfathers
Pete Coyne (voz), Kris Dollimore (guitarra), Mike Gigson (guitarra), Chris Coyne (bajo), George Mazur (bater¨ªa). Sala Universal. Madrid, 30 de enero.
La imposibilidad de llegar a un acuerdo entre los responsables de la sala, el Ayuntamiento y los vecinos ha impedido a la Universal continuar sus actividades en un local que pose¨ªa todas las caracter¨ªsticas de una buena sala de conciertos, mostrando las lagunas legislativas y la escasa sensibilidad institucional hacia los problemas de infraestructura de la m¨²sica popular, limit¨¢ndose a programar actuaciones en la excepci¨®n que representan las fiestas oficiales, en perjuicio de la programaci¨®n diaria.
El quinteto brit¨¢nico The Godfathers se encarg¨® de la ceremonia de despedida ante una sala repleta. Su m¨²sica, ya conocida en Madrid por sus dos actuaciones precedentes, tiene la energ¨ªa y sencillez de planteamientos de algunos grupos de los sesenta, ejecutada con elemental brillantez. Es en esa claridad de planteamientos donde radica el atractivo y el ¨¦xito de los Godfathers, apoyados en un sonido muy duro y canciones que, con ciertas dosis de monoton¨ªa, presentan una perfecta ejecuci¨®n.
El quinteto ofrece originalidad dentro de unos planteamientos cl¨¢sicos -dos guitarras, bajo, bater¨ªa y cantante-, con una puesta en escena a medio camino entre The Jam y los Stones. Las l¨ªneas mel¨®dicas apenas existen y la dureza se hace cada vez m¨¢s evidente, destacando el elemental trabajo del bater¨ªa, la brillantez de los guitarristas y la voz de un cantante que representa su funci¨®n de manera cre¨ªble. Fue un buen adi¨®s para la Sala Universal, que se traslada a un nuevo local de enorme tradici¨®n en la m¨²sica madrile?a. Una nueva etapa se abre en el antiguo Club M¨®naco, sede de actuaciones tan significadas como la que en 1965 llev¨® a su escenario a The Animals en su mejor ¨¦poca, junto a los mejores grupos espa?oles de aquellos a?os.
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