Carambolas

Viene Cocktail empujada por su ¨¦xito en Estados Unidos y por el protagonismo de Tom Cruise, uno de los actores norteamericanos de la nueva hornada que m¨¢s griter¨ªos provoca en las salas del cine actual. Se dice de ¨¦l que es una nueva edici¨®n del mito mon¨¢rquico de Clark Gable, que fue conocido como The King, el rey. Claro que las ediciones actuales de los viejos mitos de Hollywood son tan abundantes como ef¨ªmeras, y Cruise, aunque tiene un impacto fotog¨¦nico de revista de modas, en realidad sigue todav¨ªa bastante verde en el oficio de actor, y en ¨¦l se mueve torpemente, con una gama de recursos muy superficial y muy pobre.Su aceptable r¨¦plica a Paul Newman en El color del dinero hace actuar a Cruise en Cocktail, pel¨ªcula hecha a su medida, a la manera de Newman en sus primeras interpretaciones. Y el aspirante a Gable se queda en sombra de un heredero de ¨¦ste, sat¨¦lite de un sat¨¦lite. Si as¨ª sigue, el pr¨ªncipe tiene dif¨ªcil su escalada al trono vacante.

Cocktail es una de esas pel¨ªculas que recuerdan a las partidas de billar de un rey espa?ol al que preparaban carambolas para que se creyera invencible. El personaje que a Cruise le han prefabricado es tan elemental, tan corto y pedestre como la simulaci¨®n de comedia en la que le mueven: una historieta inconsistente, un sainetillo bobo y mediocre donde los haya. Un vac¨ªo escaparate para un mal lucimiento, ideado en forma de carambola f¨¢cil para un falso rey que, sin saber jugar al billar, acepta que le pongan en bandeja tareas tan facilonas y que su vanidad, hecha banalidad, salga orgullosa por no fallarlas.