Un mes de presidencia
EN LA Comunidad Europea, las presidencias semestrales de cada pa¨ªs no son hechos aislados que puedan ser enjuiciados por separado. Por el contrario, forman parte de una din¨¢mica global: los temas que deben resolverse o empujarse no nacen, se impulsan y mueren con cada per¨ªodo presidencial, sino que, agregados a la agenda comunitaria de forma paulatina, maduran o se estrellan a lo largo de a?os. Con mayor o menor reticencia, hay en cada uno de los pa¨ªses que componen la CE la clara visi¨®n de que nuestro destino final como socios es acabar siendo europeos sin m¨¢s calificativos nacionales. El fracaso de uno no es del conjunto, lo mismo que el ¨¦xito.El mandato de Espa?a, el ¨²ltimo llegado al club, tiene la dificultad a?adida de que se ros supone poco curtidos en los vericuetos de la burocracia y de la pol¨ªtica comunitarias. Es natural, se dice, que la primera presidencia espa?ola carezca, por tanto, de espectacularidad o de avances significativos. Por todos estos motivos, no parecer¨ªa razonable erripezar a juzgar una presidencia semestral a los 40 d¨ªas de inaugurarse si no fuera porque es preciso consignar el ah¨ªnco puesto por todo un equipo de gobierno en combinar el pragmatismo del funcionario con el ideal del europeo, aun a sabiendas de que la ambici¨®n est¨¢, en estas li-' des, a un paso del rid¨ªculo. Y hay que constatar que, en alg¨²n momento, este riesgo ha planeado demasiado peligrosamente. El discurso program¨¢tico del ministro espa?ol de Asuntos Exteriores ante el Parlamento Europeo fue excesivamente vago y tal vez incautamente ambicioso. Por su parte, el Gobierno se ha movido' entre el optimismo de esperar conseguir grandes avances y el susto de que, a lo peor, se retroceder¨ªa. En el tema de la pacificaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, por ejemplo, Madrid empez¨® sugiriendo hace algunos meses que preparaba alguna iniciativa espectacular, para acabar confesando que no debe esperarse mejora alguna de la situaci¨®n. Son las novatadas que se pagan. La troika informar¨¢ pasado ma?ana al Consejo, reunido en Madrid, del poco ¨¦xito de sus gestiones en el ¨¢rea.
En los 40 d¨ªas transcurridos se han celebrado dos Consejos de Ministros, con resultados m¨¢s que apreciables. Uno, de asuntos generales, en el que se consigui¨® aparcar la c¨¦lebre guerra de las hormonas con EE UU, y otro, de agricultura, en el que el ministro Romero ha despejado gran parte del paquete agr¨ªcola comunitario, dej¨¢ndose solamente el espinoso asunto de la fijaci¨®n de los precios, con el que, tragando saliva, deber¨¢ enfrentarse en abril. Puede que para entonces, adem¨¢s, haya llovido en el campo. El grueso de los trabajos empezar¨¢ a finales de este mes de febrero y ocupar¨¢ los tres siguientes. Poco podr¨¢ esperarse del ¨²ltimo, m¨¢s centrado en la campa?a electoral para el Parlamento Europeo. Es pronto, por tanto, para predecir cu¨¢l ser¨¢ el ritmo de trabajo y de resoluci¨®n de astintos pendientes. Tampoco puede aventurarse la influencia de las tensiones pol¨ªticas y sindicales internas de Espa?a en la eficacia de sus trabajos como presidente comunitario, ni la incidencia del deseo m¨¢s o menos intenso de la Administraci¨®n francesa de acaparar triunfos al recibir de la espa?ola en julio el testigo presidencial (aunque de ah¨ª a resucitar, como lo ha hecho el ministro de Trabajo, las viejas acusaciones franc¨®fobas de chovinismo hay un trecho que no deber¨ªa haber sido salvado). Es tambi¨¦n prematuro resentirse de la poca operancia de la Comisi¨®n en Bruselas en temas tales como los asuntos sociales -en los que no se producir¨¢ avance alguno-; quiere la mala suerte que, reci¨¦n renovada, no haya tenido tiempo verdadero de hacer propuestas razonables.
Si algo puede predicarse de esta presidencia espaficila es su preocupaci¨®n por el ciudadano europeo. Podr¨ªa ser que el Consejo de Madrid tuviera como logro m¨¢s se?alado alg¨²n avance en este campo. Aunque las conquistas son bien dificiles, la Administraci¨®n espa?ola est¨¢ siendo muy activa en las cuestiones de la eliminaci¨®n de fronteras entre siete u ocho pa¨ªses comunitarios antes de 1992 y en los temas de residencia y derechos de voto activo y pasivo. Una aspiraci¨®n inteligente y progresiva, que puede ser la mejor demostraci¨®n del esp¨ªritu europeo de Espa?a.
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