Televisi¨®n y cultura

Dos acontecimientos coinciden: el Gobierno brit¨¢nico publica un Libro Blanco de una concisi¨®n imperial (comparada con la verborrea de los Informes franceses en este aspecto) para definir una nueva pol¨ªtica de la televisi¨®n. Fran?ois Mitterrand anuncia que en 1989 habr¨¢ que tener en cuenta, antes que nada, la Europa audiovisual. En materia de televIsi¨®n pueden dibujarse los tres niveles pol¨ªticos para el final de siglo. En primer lugar, subvencionar, sin temor al elitismo, una televisi¨®n de calidad que, el mercado no puede financiar y que no se debe reservar a los ricos. En segundo lugar, mediante las leyes y los jueces, impedir una degradaci¨®n demasiado grande y preservar la decencia que una sociedad se debe a s¨ª misma. Y por ¨²ltimo, satisfacer la demanda mediante la competencia y la diversidad,de gustos mediante la segmentaci¨®n de las audiencias. Los ingleses van decididamente en esa direcci¨®n. Nosotros, llegaremos all¨ª alg¨²n d¨ªa, pero despu¨¦s de cu¨¢nto retraso? Decir que la televisi¨®n permitir¨¢ unificar a los europeos se presta a la discusi¨®n. En este aspecto nada separa a un ingl¨¦s de un norteamer¨ªcano, a un portugu¨¦s de un brasile?o, a un espa?ol de un argentino, y nada les acerca a un griego. La cultura francesa y la alemana no ha impedido existir a la Confederaci¨®n Helv¨¦tica. La cultura de las Am¨¦ricas tiene el mismo origen y la misma historia que la nuestra y no impedir¨¢ la federaci¨®n de Europa.

12 de febrero