Estados Unidos, China y Hungr¨ªa presentan filmes de gran violencia
Tres pel¨ªculas muy diferentes, tanto por sus contenidos argumentales como por sus respectivos estilos, presentaron ayer Hungr¨ªa, China y Estados Unidos en la pantalla oficial de esta Berlinale 89. Sin embargo, por opuestas que sean, las tres obras tienen algo en com¨²n: su extremada violencia, que en ocasiones alcanza la brutalidad. Esta condici¨®n violenta no es exclusiva de ellas, sino que est¨¢ convirti¨¦ndose en denominador com¨²n de la selecci¨®n berlinesa.
Tanto en las pel¨ªculas ya exhibidas como en los anticipos que nos llegan de las que quedan por ver se observa que estamos en medio de una ola de cine duro, ya presentida en los pasados festivales de Cannes, San Sebasti¨¢n y Venecia.La pel¨ªcula h¨²ngara tiene un extra?o t¨ªtulo, Antes de que el murci¨¦lago acabe su vuelo, pero la historia que cuenta no es menos extra?a. Un tortuoso polic¨ªa homosexual se enamora de un adolescente que vive con su madre, divorciada de un exiliado pol¨ªtico. Para poder tener cerca al muchacho, el polic¨ªa se hace amante de la madre, pero ¨¦sta, al percatarse de que a quien realmente ama el polic¨ªa es a su ni?o, enloquece de celos y se tira de cabeza al patio de la casa. Suprimida la madre, el polic¨ªa viola al chico, pero ¨¦ste urde su venganza: emborracha al sujeto y lo despe?a al mismo patio donde fueron a parar los huesos de su madre. Y todo esto en medio de un clima l¨²gubre, de calculado cinismo, agudizado por un estilo enf¨¢tico, retorcido y lleno de detalles crueles y m¨®rbidos. El director se llama Peter Timar, tiene 36 a?os y sabe hacer cine, pues se las arregla para contar con claridad tan oscur¨ªsimo asunto y para aliviar con alguna sonrisa oportuna tant¨ªsima barbaridad.
La pel¨ªcula china, titulada Campanas de la tarde, es de mucha mejor estirpe: cuenta un suceso violent¨ªsimo, pero lo hace sin ninguna violencia, a veces incluso con delicadeza. Al final de la II Guerra Mundial, una patrulla de guerrilleros chinos cerca a una compa?¨ªa del Ej¨¦rcito japon¨¦s atrapada en el interior de una cueva. Estos feroces japoneses ignoran que la guerra ya ha terminado y siguen haci¨¦ndola por su cuenta. Y lo que hacen no tiene desperdicio, pues incluye desde un harakiri con todo lujo de detalles hasta una op¨ªpara merienda japonesa en la que los filetes proceden de una ni?a china que ten¨ªan prisionera. ?C¨®mo se las arregla Wu Ziniu, su director, para contar estas bestialidades mediante un ejercicio de buen gusto cinematogr¨¢fico? El filme es irregular, pues tiene partes algo confusas, pero tambi¨¦n hay en ¨¦l momentos donde sale a relucir una imaginaci¨®n original¨ªsima y f¨¦rtil, que da lugar a im¨¢genes dif¨ªciles de olvidar, fuertes donde las haya, pero elevadas por la generosidad y el amor a la gente, una gente que sigue siendo humana incluso en el mism¨ªsimo infierno. Ziniu, con poco m¨¢s de 30 a?os, procede de la ya famosa quinta generaci¨®n de la escuela de Beijing, que est¨¢ revolucionando el cine chino y asombrando al mundo por su capacidad innovadora.
Hipocres¨ªa
La pel¨ªcula norteamericana se titula Los acusados, y es un ama?o bastante hip¨®crita -pues, siendo cine exclusivamente comercial, se disfraza de cine trascendente, sin serlo- del director Jonathan Kaplan. Cuenta la historia de una furiosa violaci¨®n colectiva a la pobre Jodie Foster, que desde su papel de prostituta ni?a en Taxi Driver est¨¢ recibiendo en la pantalla m¨¢s palos que una estera. Los a?os han convertido a aquella memorable ni?a en una actriz madura que dice que para ella "es dif¨ªcil interpretar estas situaciones tan violentas, pues tuve que rodar escenas que emocionalmente me perturbaron por su brutalidad; que complicaban mucho el trabajo, pues son dif¨ªciles de representar satisfactoriamente".Jodie Foster es ahora una mujer peque?a, delgada, de voz ronca y aspecto angelical que, en la pantalla, cuando su mirada se enfurece, deriva inesperadamente hacia lo diab¨®lico. Es ya toda una actriz. Y toda la pel¨ªcula es ella, exclusivamente ella.
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