De vuelta a Occidente
Hungr¨ªa enfila el camino del capitalismo despu¨¦s de una fallida experiencia socialista
El profesor John Kenneth Galbraith sonr¨ªe desde la portada de su libro en el escaparate de la librer¨ªa en la calle Vaci de Budapest. Paradojas de la historia. Hace ahora 70 a?os, un furioso bolchevique, Bela Kun, instaura con violencia y terror una rep¨²blica comunista en Hungr¨ªa. Hace 41 se implanta tambi¨¦n a la fuerza la rep¨²blica popular socialista, un r¨¦gimen un poco m¨¢s sofisticado y un poco menos violento. Hace 32 a?os los carros de combate sovi¨¦ticos aplastan un levantamiento popular por "contrarrevolucionario'.El balance total con el terror nazi y antisemita incluidos: centenares de miles de muertos. El resultado: Galbraith sonriendo desde el escaparate de la librer¨ªa junto a otros malditos como Gy?rgi Konrad, Gy?rgi Lukacs, Georges Orwell con el 1984 y Solyenitsin con sus novelas sobre el terror sovi¨¦tico. Adem¨¢s, ah¨ª est¨¢n la declaraci¨®n de quiebra de empresas, miles de parados reconocidos, el City Bank norteamericano haciendo negocios con la plusval¨ªa de los obreros h¨²ngaros, las tiendas privadas propagando rebajas en febrero, precios en continuo aumento, alquileres desorbitados y resurgir constante de partidos pol¨ªticos anticomunistas, debates p¨²blicos y libertad de opini¨®n.
Hungr¨ªa tendr¨¢ elecciones generales libres, los h¨²ngaros viajan a Occidente, los diarios oficiales critican las medidas represivas de sus vecinos y aliados. "Hungr¨ªa est¨¢ camino de convertirse en un pa¨ªs normal, y normal aqu¨ª s¨®lo puede significar occidental y democr¨¢tico", se?ala en melodioso alem¨¢n antiguo un elegante anc?ano en el Caf¨¦ Gerbaub, un superviviente de la gran cultura burguesa urbana del Budapest de entreguerras.
Gentes como ¨¦l, pero tambi¨¦n j¨®venes, llenan el cine Zrinyi en la avenida Lenin para ver un documental sobre Otto de Habsburgo, hijo del ¨²ltimo emperador austroh¨²ngaro y eurodiputado conservador por Baviera. Al final de la pel¨ªcula, producida y dirigida por h¨²ngaros, el p¨²blico prorrumpe en aplausos y ovaciones. En las calles de Budapest hay m¨¢s carteles cen Habsburgo vestido de oficial h¨²ngaro que del 702 aniversario de la instauraci¨®n de la rep¨²blica de consejos del bruto de Bela Kun.
Cuando Otto de Habsburgo pis¨® por primera vez en 70 a?os suelo h¨²ngaro para ver la corona de sus ancestros en Budapest los transe¨²ntes lo ovacionaron. Un grupo de turistas checos se baj¨® del autob¨²s para aplaudir al m¨¢ximo representante de una casa real que rigi¨® los destinos de checos, h¨²ngaros y muchos otros pueblos durante siglos.
Aparte de nostalgia e inseguridad ante el futuro, que siempre hace mirar al pasado, la admiraci¨®n de muchos h¨²ngaros por Otto de Habsburgo se debe a que ¨¦ste est¨¢ dirigiendo en Europa occidental la defensa de los derechos de los h¨²ngaros en Ruman¨ªa, vapuleados bajo el r¨¦gimen de Nicolae Ceaucescu. Lo primero que le dicen a un extranjero los taxistas h¨²ngaros que conducen autom¨®viles Dacia rumanos es que el coche es un asco y Ceaucescu un criminal.
Por las calles de Budapest se ven hombres de negocios con adhesivos en los maletines llamando a la "defensa de los h¨²ngaros en Ruman¨ªa". Proliferan las camisetas con emblemas de "Solidaridad con Transilvania", la regi¨®n rumana habitada mayoritariamente por h¨²ngaros y alemanes.
Hungr¨ªa tiene una historia turbulenta. Pero al margen de sus explosiones violentas, de la ca¨ªda del imperio austroh¨²ngaro, la guerra y la invasi¨®n de 1956, probablemente est¨¢ pasando ahora por la fase m¨¢s intensa de transformaciones pol¨ªticas desde su creaci¨®n como Estado independiente. Tras 40 a?os de "hermandad y socialismo" con los vecinos al norte y sur, Hungr¨ªa hoy ya pol¨ªticamente poco tiene que ver con Checoslovaquia y Ruman¨ªa. Budapest cada vez est¨¢ m¨¢s lejos de Praga y Bucarest, y cada vez m¨¢s cerca de Viena.
El ejemplo de Espa?a
"Esto es muy similar a lo que pas¨® en Espa?a", dice sin ocultar su esperanza el escritor Gy?rgi Konrad. "Despu¨¦s de Franco y aqu¨ª despu¨¦s de Kadar, se han roto las barreras que conten¨ªan a unas sociedades que ya hab¨ªan evolucionado mucho m¨¢s all¨¢ de lo pue permit¨ªan las estructuras del r¨¦gimen". En su casa en el bello distrito II de la capital en las colinas de Buda, Konrad est¨¢ corrigiendo las pruebas de imprenta de libros suyos que por primera vez va a publicar una editorial estatal en Hungr¨ªa, tras d¨¦cadas de persecuci¨®n y censura. Son libros traducidos a decenas de idiomas que los h¨²ngaros s¨®lo hab¨ªan leido en samizdats, publicaciones ?legales.
En las ¨²ltimas semanas la "transici¨®n espa?ola en Hungr¨ªa", como dicen algunos l¨ªderes de la oposici¨®n, ha adquirido una din¨¢mica vertiginosa. Es tal que la propia oposici¨®n subraya la necesidad de gradualidad en el cambio. En el club Kossuth de la Muzeum Utca de Budapest, tras el Museo Nacional, que alberga la corona de San Esteban, del emperador austroh¨²ngaro, se suceden las reuniones entre partidos de la oposici¨®n y fuerzas democr¨¢ticas que surgen como los hongos. Aumenta la demanda de cr¨®nicas pol¨ªticas sobre la transici¨®n espa?ola. Los diplom¨¢ticos espa?oles corren el riesgo de convertirse en asesores bibliogr¨¢ficos en Hungr¨ªa.
Desde el pasado fin de semana est¨¢ ya decidido que Hungr¨ªa tendr¨¢ un sistema pluripartidista. Los socialdem¨®cratas, los peque?os propietarios, los liberales, todos est¨¢n ahora organiz¨¢ndose para presentar batalla a los comunistas y frustrar los intentos de ¨¦stos de hacer "un juego con cartas marcadas" en las elecciones.
"El partido se quiere quedar en el poder, pero hasta los grupos m¨¢s conservadores se van dando cuenta de una cuesti¨®n que para la mayor¨ªa es una realidad banal: que el sistema ha fracasado y que s¨®lo puede estar en el poder si lo comparte. El monopolio s¨®lo puede defenderlo con las armas. Pero Polonia ha demostrado que con las armas no se resuelven los problemas que nos afectan. S¨®lo congelarlos por poco tiempo", dice Konrad.
El New York Hungaria, uno de los caf¨¦s m¨¢s bonitos de Centroeuropa, desde el que un grupo de escritores h¨²ngaros observ¨® anonadado la entrada de los carros de combate sovi¨¦ticos en Budapest, es estos d¨ªas escenario de continuas reuniones de part¨ªdos, iniciativas ciudadanas y hasta grupos de amigos que buscan f¨®rmulas de participaci¨®n pol¨ªtica.
La quiebra de un sistema
Las barreras han ca¨ªdo. El partido comunista (POSH) emiti¨® despu¨¦s de una reuni¨®n de su comit¨¦ central la pasada semana un comunicado que es una aut¨¦ntica declaraci¨®n de quiebra general del sistema. S¨®lo el pluripartidismo, que ofrece ciertas garant¨ªas de que no se producir¨¢n de nuevo los errores del pasado, puede ser viable, viene a decir.
"El partido est¨¢ asustado por sus propias conclusiones", dice un diplom¨¢tico occidental. "Sus conclusiones son quiz¨¢ por primera vez correctas; este sistema se ha ido al carajo", dice m¨¢s rotundo un periodista h¨²ngaro.
Los acontecimientos se han precipitado desde que en mayo del pasado a?o fuera defenestrado pol¨ªticamente Janos Kadar tras 32 a?os ininterrumpidos en el poder. Su sucesor, Karoly Grosz, que en declaraciones a EL PA?S antes de su visita a Madrid, hace tres meses, a¨²n dudaba sobre la necesidad del pluripartidismo, se ha visto claramente superado por los acontecimientos.
Mientras Karoly Grosz se ha dedicado a tranquilizar los maltratados nervios de un partido concentrado sobre todo en reconocer que lo ha hecho todo mal desde que existe, Irnre Poszgay, un hombre orondo y list¨ªsimo, ha demostrado ser un pol¨ªtico entre funcionarios y es ya el hombre m¨¢s popular de la Hungr¨ªa poskadariana.
"Poszgay ha demostrado saber hacer y decir las cosas en la forma y el momento oportuno. Es el ganador", dice un periodista de Radio Budapest, la emisora oficial que los ortodoxos comunistas consideran vendida al capitalismo occidental. Poszgay ment¨® a la bicha, y ¨¦sta es para el r¨¦gimen el levantamiento de 1956. Poszgay dijo que no hab¨ªa sido una "contrarrevoluci¨®n", sino un levantamiento popular. Era el adi¨®s a los siempre fr¨¢giles fundamentos de la supuesta legitimidad del r¨¦gimen.
El ¨²ltimo tab¨²
Sus declaraciones fueron un terremoto para Hungr¨ªa. Aquellos sucesos siguen presentes en todas las familias, en mayores y j¨®venes. Grosz estaba en Suiza, lo que muchos comunistas consideraron una mala jugada de Poszgay hacia su jefe y compa?ero de bur¨® pol¨ªtico. Lo era.
Esta barrera era pol¨ªticamente la mayor. Proteg¨ªa la legitimidad de la direcci¨®n de Kadar y las relaciones bilaterales con la URSS. Desde el momento en que Poszgay rompi¨® el tab¨², comenzaron a sucederse las declaraciones. El partido estaba aterrado. En la calle, por el contrario, hay una sensaci¨®n de alivio. Vivir con una mentira menos es siempre reconfortante. Salieron a la luz p¨²blica las v¨ªctimas y datos in¨¦ditos e ins¨®litos que dan una imagen deplorable de la direcci¨®n bajo Kadar.
En el cementerio Rakoskereszt¨²ri, en la calle Kozma, n¨²mero 6, hay una "parcela 30l" que pasar¨¢ a la historia h¨²ngara. All¨ª, sin l¨¢pidas ni identificaci¨®n alguna, reposan los restos de los principales protagonistas del levantamiento, fusilados pese a todas las garant¨ªas de inmunidad que les dieron sus verdugos.
All¨ª est¨¢n enterrados en una fosa com¨²n Imre Nagy, primer ministro; Pal Maleter, ministro de Defensa, y otros muchos comunistas y no comunistas ejecutados. All¨ª est¨¢n tambi¨¦n enterrados, seg¨²n ha sabido estupefacta e indignada la opini¨®n p¨²blica h¨²ngara, los restos de animales del zool¨®gico.
Pr¨®ximamente van a ser exhumados e identificados los cad¨¢veres. Un experto h¨²ngaro lo har¨¢ cuando regrese de Egipto en las pr¨®ximas semanas, donde realiza investigaciones arqueol¨®gicas. Despu¨¦s ser¨¢n enterrados dignamente en tumbas y se erigir¨¢ un monumento en su honor.
El arque¨®logo s¨®lo tendr¨¢ la penosa labor de la identificaci¨®n. Por lo dem¨¢s, est¨¢ bien presente la historia en Hungr¨ªa. El cementerio de Rakoskereszt¨²ri ser¨¢ pronto escenario de un entierro que sin duda se convertir¨¢ en un gran homenaje popular a aquellos hombres.
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