Rovirosa, profeta del mundo Obrero
Para una mirada superficial, podr¨ªa parecer que no se den entre los intelectuales de nuestra ¨¦poca aquellas resonantes conversiones al cristianismo que se dieron en tiempos pasados, como las de san Pablo, san Justino, san Agust¨ªn, etc¨¦tera.Por el contrario, tambi¨¦n en ¨¦poca reciente ha habido conversos, como Le¨®n Bloy, Edith Stein, Garc¨ªa Morente, Alexis Carrel, Paul Claudel, Giovanni Papini, Thomas Merton o Fran?ois Mauriac, todos ellos fallecidos en este siglo, por citar solamente algunos de los m¨¢s famosos y sin tener en cuenta los muchos que todav¨ªa viven, como el cardenal Lustiger, arzobispo de Par¨ªs, de origen jud¨ªo; el famoso escritor brit¨¢nico Graham Greene, o la rusa Tatiana Goricheva, entre otros.
El 27 de febrero se cumplieron 25 a?os de la muerte de uno de estos hombres, buscadores insaciables de la verdad, de una verdad tan grande que pudiera llenarles completamente el coraz¨®n. Me refiero a Guillermo Rovirosa, al que bien podr¨ªamos comparar con san Agust¨ªn en su peregrinar por los diversos sistemas de religi¨®n y pensam¨ªento que pudieran convencerle plenamente.
Durante dos a?os se dedic¨® al espiritismo. Luego estuvo investigando y practicando en la teosofia. "Aqu¨ª", dice, "el deslumbramiento fue mayor y dur¨® m¨¢s tiempo. Empez¨® gan¨¢ndome la voluntad el lema de la Sociedad Teos¨®fica que dice as¨ª: 'No hay ninguna religi¨®n que est¨¦ por encima de la verdad'. Profesan", sigue ¨¦l, "una especie de sincretismo, afirmando que todas las religiones que existen o han existido contienen una parte de la verdad, pero que no hay ninguna que la tenga toda. El progreso religioso, por tanto, consiste en ir separando el grano de la paja en todas las religiones para ir construyendo la gran religi¨®n sint¨¦tica en la que todo sea verdad. Esto me entusiasm¨®, y me puse a estudiar tanto como pude todas las religiones, menos la de Cristo. De ¨¦sta", pensaba yo, "ya estoy de vuelta... Cada descubrimiento era un nuevo placer".
Y as¨ª va explicando c¨®mo pas¨® sucesivarnente por el parsismo,, el budismo, el hinduismo, el confucianismo... A la muerte de su suegro, en 1930, marcha con su esposa a Par¨ªs, buscando mejores horizontes para su trabajo en la industria del juguete mec¨¢nico, inventando tambi¨¦n un nuevo modelo de proyector cinematogr¨¢fico que perfeccionaba en varios aspectos los ya existentes por entonces.A finales de 1932, caminando distra¨ªdamente por la Rue de Vaugirard, cerca del Louxembourg, se encontr¨® con una gran muchedumbre a la puerta de la iglesia de San Jos¨¦. Por pura curiosidad pregunt¨® qu¨¦ ocurr¨ªa, y le ¨ªnfoimaron que estaba all¨ª en visita pastoral el arzobispo de Par¨ªs, cardenal Verdier, muy conocido y hasta discutido en la opini¨®n p¨²blica francesa por su decididia promoci¨®n del arte sagrado moderno, habiendo pedido en varias ocasiones a Le Corbusier, entre otros artistas de vanguardia, su colaboraci¨®n para las iglesias de la periferia de Par¨ªs.
"Empujado por la curiosidad, entr¨¦ como pude para ver -todos los subrayados son de Rovirosa- al hombre de moda. Yo iba solamente para verle, y ya me habr¨ªa dado por satisfecho. Pero resulta que, adem¨¢s, le o¨ª. El. o¨ªrle fue cosa de dos o tres minutos, y lo que capt¨¦ fue este concepto: 'El cristiano es un especialista en Cristo, y de la misma manera que el mejor oculista es el que m¨¢s sabe de teor¨ªa y pr¨¢ctica de ojos, as¨ª el mejor cristiano es el que mejor sabe de teor¨ªa y pr¨¢ctica de Jes¨²s'. Entonces me di cuenta de que de Jes¨²s nada sab¨ªa, ni de teor¨ªa ni de pr¨¢ctica. Y me entraron ganas de saber algo. Lecturas y m¨¢s lecturas. Me impresion¨® tina Vida de Jes¨²s de Fran?ois Mauriac, escrita poco tiempo despu¨¦s de su conversi¨®n. Fue san Agust¨ªn el que abri¨® mis ojos a la luz de la verdad".
En efecto, vuelto a Espa?a y a Madrid, por razones profesionales, a finales del a?o siguiente practica un mes de oraci¨®n y de meditaci¨®n en El Escorial, orientado por un padre agustino del que guard¨® siempre un entra?able recuerdo, el padre Fari?a, luego asesinado en Patacuellos, sobre el libro de las Confesiones, de san Agust¨ªn. El d¨ªa de Navidad de aquel a?o 1933 hizo lo que ¨¦l llamaba su "segunda primera comuni¨®n".
' Al llegar la guerra civil y comenzar el asedio de Madrid tuvieron que abandonar su domicilio en la zona de la Universitaria, convertida en frente de guerra, y decidieron instalarse muy espartanamente en los s¨®tanos de la empresa de electricidad de la cual era director, situados en la zona de Gran V¨ªa. All¨ª habilit¨® una capilla, donde se las arregl¨® para que diariamente se celebrase al menos una misa, a la que acud¨ªan numerosos amigos y feligreses de aquella parroquia. "Nos la jug¨¢bamos cada d¨ªa", dice, "pero sal¨ªamos confortados, llenos de Jesucristo, que era lo m¨¢s importante". En aquel templo clandestino se distribuyeron m¨¢s de 6.000 comuniones y se celebraron dos navidades y tres semanas santas, como anota el mismo Rovirosa meticulosamente.
El matrimonio traslad¨® m¨¢s adelante su vivienda a otros s¨®tanos de la calle de B¨¢rbara de Braganza, donde se hab¨ªan recogido los restos de la biblioteca saqueada de Fomento Social, de los jesuitas. All¨ª aprovech¨® los largos tiempos de forzoso encierro para estudiar a fondo las cuestiones sociales y econ¨®micas, y m¨¢s concretamente la doctrina social de la Iglesia. ?l dir¨¢ despu¨¦s que all¨ª ocurri¨® su "segunda conversi¨®n".
Pero en lugar de entusiasmarse con aquella doctrina, la encontr¨® m¨¢s bien como una concepci¨®n burguesa de la vida cristiana y de la sociedad, impresentable al mundo obrero. As¨ª los pobres no podr¨ªan ser evangelizados, que era su obsesi¨®n, adelant¨¢ndose a uno de los grandes principios del Concilio Vaticano II.
Por denuncias de un alto cargo de su empresa, al que Rovirosa perdon¨® cordialmente, en septiembre de 1939 es encarcelado en la c¨¢rcel de Porlier. Porque era tan aceptado entre los traba adores, pese a su cargo directivo, que durante la guerra hab¨ªa sido elegido por ellos mismos como presidente del comit¨¦ obrero de la empresa. Fue condenado a 12 a?os y un d¨ªa, pero, por una serie de coincidencias, indultado un a?o despu¨¦s, y desde entonces se dedicar¨¢ durante toda su vida a la lucha obrera y al apostolado entre los obreros. Su bautismo de fuego fue en una de las parroquias de Vallecas, precisamente en la del Dulce Nombre, en la que yo viv¨ª durante 12 a?os, en el barrio de Do?a Carlota.
Ser¨ªa interminable relatar, ni siquiera en resumen, el resto de aquella vida, entregada totalmente a su fe y a su ideal hasta la muerte, ocurrida en el hospital Cl¨ªnico de Madrid, el 27 de febrero de 1964, a causa de una embolia cerebral. Baste decir que ¨¦l fue, juntamente con Tom¨¢s Malag¨®n, uno de los que m¨¢s y mejor han orientado e impulsado la pastoral obrera en Espa?a. Promotor del apostolado especializado dentro de la Acci¨®n Cat¨®lica y fundador de la HOAC; fundador del semanario T¨², que lleg¨® a tirar 50.000 ejemplares y fue la bestia negra de los ministros de Franco; iniciador de los grupos obreros de estudios sociales, los famosos goes, que protagonizaron tantos conflictos con la polic¨ªa de la dictadura; el que elabor¨® el Plan C¨ªclico de Formaci¨®n de militantes, un verdadero monumento pedag¨®gico y doctrinal que ha fraguado muchas generaciones de militantes; el que inici¨® en Montserrat, donde vivi¨® largas temporadas, el Bolet¨ªn de la HOAC, luego transformado en el actual Noticias Obreras, etc¨¦tera.
Adem¨¢s esboz¨® un ensayo de soluci¨®n a los problemas sociales y econ¨®micos, desde la inspiraci¨®n cristiana, al que llam¨® Manifiesto comunitarista. El mismo Rovirosa recalcaba al final de su trabajo que solamente pretend¨ªa "ofrecer un punto de partida a sus hermanos los obreros de la HOAC para que entre todos se pueda elaborar un plan concreto de realizaci¨®n pr¨¢ctica, encaminado a que las normas sociales de la Iglesia dejen de una vez de ser exclusivamente palabras, palabras, palabras".
No se puede ignorar que desde entonces el cuerpo de doctrina de la Iglesia cat¨®lica sobre los problemas econ¨®mico-sociales se ha reformulado ampliamente en sus principios y ha avanzado prof¨¦ticamente en sus contenidos, desde Juan XXIII hasta Juan Pablo II, pasando por el concilio y Pablo VI, gracias en buena parte a hombres como Guillermo Rovirosa.
De ¨¦l dijo en 1977 monse?or Pont i Gol, entonces arzobispo de Tarragona: "He aqu¨ª un profeta; es decir, un hombre traspasado por la palabra devoradora de Dios, como Jerem¨ªas, como Isa¨ªas, como Am¨®s, como el Bautista. ?Vale la comparaci¨®n? Yo asumo el riesgo de hacerla". Y a?ad¨ªa, al final del pr¨®logo a la biograf¨ªa de Garc¨ªa Soler, de la cual he tomado las citas de este art¨ªculo: "Los pobres no son evangelizados. Es el grito y el reto y la urgencia de nuestro momento. Un profeta nos lo ha dicho a la cara".
Hace pocos d¨ªas, con ocasi¨®n de un viaje pastoral por Tarragona y Mallorca, fui a visitar a Jos¨¦ Pont i Gol, ahora em¨¦rito de aquella di¨®cesis. Al preguntarle si volver¨ªa a decir lo mismo, me respondi¨® con energ¨ªa, adaptando la famosa frase de Rovirosa cuando a¨²n entre algunos cristianos era puesto en entredicho, como reafirmando su fe cristiana y su pertenencia eclesial: "Ara m¨¦s que mai...!"
("Ahora m¨¢s que nunca...").
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