El editor, en el papel principal del libro
Responsables de editoriales espa?olas reflexionan sobre la incidencia cultural de su labor
El editor es el actor principal en uno de los sectores que se han visto obligados a cambiar m¨¢s r¨¢pidamente en el mundo entero, y especialmente en Espa?a; es tambi¨¦n el responsable de una de las decisiones; sociales todav¨ªa m¨¢s trascendentes que se puedan dar -qu¨¦ es lo que se lee en cada momento, y en qu¨¦ cantidad-, y en las ¨²ltimas semanas se ha iristo envuelto en un nuevo episodio en la historia universal del fanatismo, pues las amenazas contra el escritor indo-brit¨¢nico Salman Rushdie abarcan a quien lo publique. Algunos de los editores literarios espa?oles, consultados en una encuesta, coinciden en diferenciar entre diversas clases de editores, todos socialmente leg¨ªtimos, como dice Jes¨²s Mun¨¢rriz, aunque culturalmente "s¨®lo algunos sean relevantes": los que se dedican a descubrir nuevos valores.
"Desde su. propia personalidad, el editor propone ante todo perspectivas, abre caminos y muestra posibilidades", dice Luis Sufi¨¦n, de Alfaguara "Creo que es un trabajo en el que, a pesar de la exigencia de unos resultados econ¨®micos y la importanc¨ªa de la estructura econ¨®mica de las empresas, la imaginaci¨®n y el riesgo tienen todav¨ªa algo que decir. Eso no es f¨¢cil en un mercado como el espa?ol, escaso en la demanda y abundante en la oferta". No es tan f¨¢cil mantener rigor y personalidad, explica, pues "en algunos g¨¦neros literarios se est¨¢ produciendo una estandarizaci¨®n y homogeneizaci¨®n, que hace que los estilos creadores y los gustos lectores sean un poco reacios a salirse de lo que la moda dicta".
Vocaci¨®n
Jorge Herralde, de Anagrama prefiere hablar de vocaci¨®n de un editor, en lugar del papel. Aqu¨¦lla "se manifiesta en la construcci¨®n de un cat¨¢logo que inform.a de la conexi¨®n entre sus intereses y las inquietudes de su ¨¦poca, que intenta conseguir la complicidad de una secta de autores, colaboradores y finalmente lectores, y que, coherente en su pluralidad y rigurosa sin rigor mortis, pueda leerse, en cierta forma, como una novela (una novela-r¨ªo si el tiempo no lo impide)"."Un editor se manifiesta a, trav¨¦s de los libros que escoge o suscita", dice Herralde, "de las modas que lanza o apoya o esquiva, en fin, de su l¨ªnea editorial, y no pontificando sobre todo lo div'?no y humano: tal no es su funci¨®n y, como sabe cualquier persona m¨ªnimamente informada, no lo han hecho nunca, en ning¨²n pa¨ªs, los editores m¨¢s prestigiosos".
Para Hans Meinke, del C¨ªrculo de Lectores, "la funci¨®n del editor es la de ser el mejor intermediario posible entre el autor y su p¨²blico. Facilitar que la creaci¨®n del autor llegue del modo m¨¢s n¨ªtido y atractivo posible a su destinatario final, que es el lector". A su juicio, el editor debe procurar siempre que se respete la vieja tradici¨®n artesanal con que se han hecho los libros, a la vez que debe .arriesgarse, apostar, anticiparse un poco y proponer al lector obras y lecturas".
Para ?ngel Luc¨ªa, de Debate, "en la medida en que el editor se oriente a publicar s¨®lo para vender se transformar¨¢ en un simple empresario", si bien, en su opini¨®n, "casi todos los editores realizan su papel aunque sea en peque?a medida. Conseguirlo por completo resulta hoy en Espa?a imposible, a menos que se tenga una capacidad ?limitada de perder dinero". Y dice: "El editor tiene que convertir en libro lo que piensa que debe ser le¨ªdo".
De los nuevos valores que ha de descubrir el editor, s¨®lo algunos se consolidan, "por lo que esta tarea no es rentable econ¨®micamente, pero s¨ª social y culturalmente imprescindible", dice Jes¨²s Mun¨¢rriz, de Hiperi¨®n. En su opini¨®n, "si la sociedad no es capaz de asumir la cuota de riesgo cultural que implica el lanzamiento de nuevos valores propios, o la asimilaci¨®n de los extranjeros, el Estado debe complementarla con mecanismos compensatorios, hoy apenas esbozados". De todas formas, a?ade: "Lo ideal no es el intervencionismo, sino la existencia de una infraestructura cultural fuerte y, fundamentalmente, de una red de bibliotecas p¨²blicas bien dotadas".
Julio Ollero, de Mondadori, considera que "el papel del editor se est¨¢ reduciendo bastante", pues ¨¦ste "depende cada vez m¨¢s de otros elementos, como las ventas, la publicidad, las t¨¦cnicas de marketing... las cuentas de resultados".
La libertad de expresi¨®n
Para Jos¨¦ Mar¨ªa Moya, de Plaza y Jan¨¦s, "el editor debe defender siempre la libertad de expresi¨®n, que entiendo es un principio sagrado, y si el caso lo merece, deben asumirse los riesgos que esta posici¨®n pueda suponer". Considera Moya que la dificultad grave para un editor es "compaginar los intereses empresariales con los intereses ¨¦ticos y culturales. Como en pol¨ªtica, la edici¨®n es tambi¨¦n el arte de lo posible".La labor de los editores culturales se asemejar¨ªa a la de los productores de un cine de calidad, en opini¨®n de Beatriz de Moura, de Tusquets. "Este editor est¨¢ pr¨¢cticamente en v¨ªas de desaparici¨®n", piensa, aunque "de momento creo que a¨²n tenemos cierto terreno para actuar en Europa, con algunos canales de difusi¨®n adecuados".
"Pienso que la tarea del editor debe ser la de tratar de iluminar, en el sentido benjaminiano del t¨¦rmino, al lector que se siente abrumado ante la saturaci¨®n de la oferta comunicativa que caracteriza este final de siglo", dice Antoni Munri¨¦, de Versal. "Por una parte, el editor escucha, recibe y asimila los mensajes culturales que la sociedad emite", explica, "y, por otra, propone, selecciona y discierne, a partir de esos mismos mensajes y de sus criterios personales. Pero no se ed¨ªta lo que se quiere, sino lo que se puede". Ese deseo es dif¨ªcil de realizar en una sociedad fuertemente competitiva, recuerda, en la que "la opulencia informativa parece oponerse por principio a cualquier tipo de trabajo riguroso. Quiz¨¢ de ah¨ª se deduce ese aspecto resistencial de la actividad del editor: su voluntad de supervivencia le hace adquirir dientes de francotirador".
Ignacio Bay¨®n, de Espasa Calpe, opina que "el mundo de la edici¨®n se ha internacionafizado, y hoy la pol¨ªtica de autor, la selecci¨®n de textos y obras que conforman los planes editoriales, prima sobre lo dem¨¢s". Por tanto, dice, "el editor moderno es un empresario cultural, porque soporta y cuestiona una estructura de empresa econ¨®mica con par¨¢metros tradicionales, pero vocacionalmente cultural por las singularidades que el ciclo del producto tan concreto define".
Para Andreu Teixidor, de Destino, "el editor literario tiene un primer compromiso con su propia cultura que le obliga a publicar a autores de su pa¨ªs y de su lengua. El segundo compromiso es con sus propios fondos". "Un editor se define por lo que publica", concluye.
Pere Gimferrer, director literario de Seix Baral, destaca tres aspectos a tener en cuenta en su labor. "El primero y m¨¢s importante ser¨ªa el descubrimiento de valores nuevos, despu¨¦s habr¨ªa que tener en cuenta la importaci¨®n de valores extranjeros de la literatura, tanto los nuevos valores de otros paises como a cl¨¢sicos desconocidos en Espa?a". Por ¨²ltimo, se?ala Girnferrer que el resultado de esas dos tareas tiene que ser la transformaci¨®n del gusto literar¨ªo del p¨²blico mejor¨¢ndolo.
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