Tres tristes plagas
Siguiendo el inexorable camino marcado por la composici¨®n y peso en los respectivos partidos pol¨ªticos, de sus sectores profesionales m¨¢s preeminentes, estos partidos y, como l¨®gico producto de ello, sus acciones pol¨ªticas en la sociedad y en el Estado, han sufrido, desde la inolvidable dictadura hasta el d¨ªa de la fecha, tres tristes plagas, preludio de las que amenazan en el horizonte.Hasta hoy, en la historia del pensamiento pol¨ªtico y del debate interno y externo de las organizaciones, fundamentalmente de izquierdas, hemos visto profusamente reflejada la pol¨¦mica y la dial¨¦ctica entre obreristas e interclasistas, entre marxistas ortodoxos y her¨¦ticos, entre socialistas y liberales, entre trotskistas y leninistas, y entre vaticanistas y te¨®logos de la liberaci¨®n, junto a otras muchas, a¨²n m¨¢s bizantinas y especulativas, si no eran aut¨¦nticamente teol¨®gicas.
Es perceptible que al lado de estas fruct¨ªferas y, a veces, desgarradas discusiones se ha ido produciendo, subterr¨¢neamente, otra dial¨¦ctica quiz¨¢ menos llamativa, pero no por ello menos importante, sobre la que puede ser conveniente llamar la atenci¨®n. Es posible que esta dial¨¦ctica colateral y coet¨¢nea, verificable en la sucesiva traslaci¨®n de los centros de poder-influencia de ciertas castas haya tenido su origen en la circunstancia de que, a su vez, en paralelo con las otras pol¨¦micas m¨¢s cient¨ªficas en lo ideol¨®gico, triunfaran inequ¨ªvocamente, a lo largo del encontronazo, precisamente los interclasistas, los revisionistas heterodoxos, liberales, leninistas y vaticanistas, y traduciendo todos estos t¨¦rminos, a efectos de nuestra posterior digresi¨®n, al moderno lenguaje tecnocr¨¢tico: los canonistas, econ¨®metras y soci¨®grafos.
El primer per¨ªodo de la transici¨®n, el per¨ªodo constituyente, es la apote¨®sica consagraci¨®n,en todos los partidos y desde ellos en toda.s las instituciones, de la casta de los juridificantes, canonistas, leguleyos, r¨¢bulas y especialistas en el derecho incomparable, o, lo que es lo mismo, los peritos y maestros del derecho cornparado, eruditos de la cita constitucional y recopiladores de la doctrina for¨¢nea en alquiler para uso panaceico o bals¨¢mico en toda clase de problemas dom¨¦sticos. Lo admirado siempre viene de fuera. El derecho importado.
Abogados prestigiosos y c¨¢tedros de m¨²ltiples y variadas ¨®rdenes, disciplinas y seminarios, vienen a ser en esta ¨¦poca el basamento de todos los partidos. A la pol¨ªtica por el derecho, que no a. la justicia, es el eslogan en que culminan y desvelan ambas ciencias en este primer per¨ªodo, su indestructible interrelaci¨®n, y la ya m¨¢s que conocida tentaci¨®n juridificante domina por completo el panorama de la restauraci¨®n. Mas, ef¨ªmero y breve es su reinado, y aprobada la desigual y contradictoria Constituci¨®n y el posterior amasijo o paquete de leyes de desarrollo, n¨²blase su sol y comienza su inevitable ocaso. Han cumplido los escribanos su papel y deben dejar el escenario para que se luzcan otros actores y declamen otros textos.
La casta de los juridificantes ten¨ªa una inocultable procedencia universitario-europea; un cierto entronque con la tradici¨®n cl¨¢sica, de mayor asentamiento en el ¨¢rea de lo mediterr¨¢neo; una propensi¨®n a la jerga patr¨ªstica y justiniana, conevidente aroma de capilla Sixtiena, edulcorada con esencias de Montesquieu y de Keisen, arropada con sobrios ternos y presentando como posse modernista-Aitsch la imagen del intelectual desali?ado de casposo porte.
Por el otro lado del tinglado, empuja y alborea la triunfante casta de los econ¨®metras. Es ahora la econom¨ªa sin la pol¨ªtica el nuevo se?uelo. De la juridificaci¨®n se pasa a la macromagnitud. Aterrizan agresivos en partidos e instituciones, con la peculiar jerga y cr¨ªptica terminolog¨ªa, de una aut¨¦ntica sopa de siglas, abreviaturas, iniciales, para mayor enrarecimiento y destroce del lenguaje, para mejor secuestro de las claves del entendimiento general, y son los que ponen de moda el cursi t¨¦rmino del par¨¢metro, la tendencia, el punto arriba o el punto abajo, la optimizaci¨®n y el coeficiente. Recuerdan el lenguaje pedante de los golfos de Arniches.
Estos amigos iniciados, muy expertos en los negocios de1os iniciados en la amistad, los de "la bolsa es la vida", arrumban los anteriores t¨¦rminos puestos al uso, igual de cr¨ªpticos, que antes llenaban p¨¢ginas y p¨¢ginas con las acciones, las mociones, la organizaci¨®n legal, la delegaci¨®n legislativa, la competencia compartida, la jurisdicci¨®n, el sin perjuicio, el requisito legal, la sanci¨®n, la promulgaci¨®n, la micci¨®n, la poluci¨®n, la moci¨®n..., etc¨¦tera.
Ahora la oleada econ¨®metra avanza renovante con aires m¨¢s bien sajones y n¨®rdicos. Est¨¢n sus referencias en Oxford y Cambridge. Son maduros y elegantes cual lores. Se ha pasado del negro al marr¨®n, color impropio de los m¨ªsticos, color de club de campo, que les aporta una imagen deportiva y l¨²dica.
Y cuando a¨²n no han abandonado la escena, pero ya es perceptible su posible declinar, se aprecia en los laterales del escenario el escandaloso movimiento agitador, el forzado intento de desplazamientos de los mismos para que pueda acceder al tablado la siguiente plaga, que est¨¢ ya presta a ocupar su puesto.
En aras al desplazamiento, tambi¨¦n geogr¨¢fico, del poder real, los soci¨®grafos vienen con aires juveniles de jugadores de rugby, con la jovialidad crom¨¢tica de los campus de Princeton, Yale y Berkeley, y al fin se van a apoderar de la escena. Ahora la encuesta es la pol¨ªtica, es la l¨ªnea conductora de toda la acci¨®n. Llegan apabullantes a las mesas y estudios las muestras de campo y playa; te lanzan al rostro los sectores sociales emergentes, y hacen esgrima y fintas con las h¨¢biles preguntas que nos acercan a una nueva visi¨®n de la realidad, distante y distinta del esp¨ªritu de las leyes, de la posici¨®n en el proceso productivo, y milagrosamente convierten, con todo este arsenal, las micromagnitudes de opini¨®n, obtenidas sobre una inmensa minor¨ªa, en la categor¨ªa aplastante de la apetencia mayoritaria y generalizada.
Ser considerado un buen jurista ya no es relevante, manejar con habilidad los t¨¦rminos econ¨®micos, explicando todo a posterior? y sin riesgo alguno en lo propuesto, no resulta ahora fundamental. Lo bueno, lo ¨²til, lo valioso, est¨¢ en el grado alcanzado en el ranking de la popularidad. El tanto sabes tanto vales ha desaparecido de la categor¨ªa de valores, al igual que el tanto vales cuanto tienes. Ahora aparece, en el intrincado mundo del cat¨¢logo del mercado pol¨ªtico, el valor censal en el recuento c¨ªvico, adquirido por la sostenida o titubeante opini¨®n soberana del consumidor. Este es el gran anhelo de todos los que en pol¨ªtica figuran. La escala, la escalera y el arte de trepar en las m¨²ltiples escalillas.
A los l¨ªderes pol¨ªticos ya no les preocupa saber si sus leyes son, m¨¢s o menos, t¨¦cnicamente rigurosas, y si sus pol¨ªticas econ¨®micas son m¨¢s o menos acertadas; lo importante es que los nuevos augures y los ceremoniosos oficiantes de la sociografia les confirmen cada ma?ana, abriendo las v¨ªsceras de las reses de la tipografia, sacrificadas en ¨¦l altar de la audiencia, que conservan el puesto tres, o el dos, o el uno, y que Fulanito est¨¢ muy lejos de ascender en el escalaf¨®n y en el aprecio period¨ªstico popular de los ciudadanos. La guerra ya no se mide en paquetes de leyes ni en la suma y sigue de los balances; se mide en la cuota de pantalla, en minutos en televisi¨®n, en horas de radio, computando el n¨²mero de veces en que se aparece en negritas en las publicaciones de moda, porque todo ello determinar¨¢ el que, en la siguiente exploraci¨®n, no se hundan en el dantesco infierno del grupo que les distingue con un despreciativo "no sabe-no contesta".
Como la Biblia ya nos advirti¨® que para hablar de plagas hay que considerar cient¨ªficamente por lo menos las cl¨¢sicas siete, elevemos nuestras preces para conjurar aquellas que, m¨¢s que amenazar, ya se presienten. Ah¨ª se anuncian, en sucesivas oleadas, los populares comunicadores, los gestores eficientes, los mem¨®cratas y, por fin, los financieros. Y todas ellas bajo el mismo eslogan de "Pol¨ªtica no, bases fuera".
?Adonais, Adonais, cesa ya de una vez en el castigo de tu sufrido pueblo!
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