Cumplea?os de Sara Montiel con sabor latino
La actriz, elegida figura del a?o por los cronistas de espect¨¢culos de Nueva York
Sara Montiel que estaba rutilante en el almuerzo con que celebr¨® su 61? cumplea?os, en uno de los salones del hotel Plaza neoyorquino, tuvo para esta cronista una respuesta que sintetiza todo el sentido com¨²n -nada com¨²n, por otra parte- que adorna a nuestra internacional manchega. A la pregunta de si el rizado sublime que llevaba en la cabeza era natural o peluca dijo lo que sigue: "Peluca, claro. Si a m¨ª me lo rizan, me queda igual. ?Para qu¨¦ voy a hac¨¦rmelo?".Durante tres d¨ªas, los neoyorquinos han asistido, asombrados, y tambi¨¦n deleitados, a los paseos de esta mujer envuelta en visones blancos de Elena Benarroch -regalo del marido, Pepe Tous-, un abrigo que habr¨ªa puesto m¨¢s p¨¢lido que la estepa, de pura envidia, a Miguel Strogoff. Sara y Pepe aprovechan siempre los cumplea?os de la estrella para rodearse de amigos y efem¨¦rides. En esta ocasi¨®n, el evento era triple: de un lado, el cumplea?os en s¨ª mismo; de otro, el inicio del rodaje de una serie para Televisi¨®n Espa?ola que realiza Eduardo Stein y que retrata a la diva en todas sus posibilidades art¨ªsticas, y, por ¨²ltimo la entrega de los premios de la Asociaci¨®n de Cronistas de Espect¨¢culos de Nueva York -pura Latinolandia-, que, entre otros galardones, le ha otorgado a Sara la distinci¨®n a la figura femenina del a?o.
En la comida donde se cort¨® el tradicional pastel, que esta vez era de chocolate y ten¨ªa dibujos de rascacielos, y en donde, tambi¨¦n tradicionalmente, Sara dijo: "S¨®lo pido salud para poder seguir criando a mis hijos. S¨®lo pido trabajo mientras me quede voz y el flisico no me lo tenga que recoger con unas pinzas"; en esa comida Sara estuvo fianqueada por dos Jos¨¦ Luises que son como la cara y cruz de los Jos¨¦ Luises. Se trataba del supersexi, superagresivo y supervenezolano Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez El Puma, a su derecha, y del eximio, aunque bajito, actor espa?ol Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, a su izquierda. Este ¨²ltimo habl¨® de sus proyectos cinematogr¨¢ficos, mientras que el primero analiz¨® la situaci¨®n venezolana desde su perspectiva de puma: "Durante los pr¨®ximos 30 a?os va a ser dificil pagar algo m¨¢s que los intereses de la deuda externa, pero algo habr¨¢ que hacer. Claro, cuando la gente se solivianta tambi¨¦n hay que hacer algo". No hace comentarios respecto a que el Ej¨¦rcito, matando gente, se pas¨® un pel¨ªn.
Una diva en estado puro
La celebraci¨®n callejera, que bien pod¨ªa haberse titulado Levando anclas o Un d¨ªa en Nueva York, tuvo a la Montiel y su abrigo como protagonistas. Los neoyorquinos, que ahora le dan mucho al chandal y a la zapatilla de tenis -como todo aquel que ve pel¨ªculas sabe- no sal¨ªan de su asombro al contemplar a una diva en estado puro, de las que ya no quedan. Porque hasta Liz Taylor ha vuelto a engordar y anda por ah¨ª de nuevo escondi¨¦ndose.
Sara Montiel, consciente de que la ciudad de Nueva York era su escenario natural, se la pate¨® como una profesional, y por hacer, hasta hizo la esquina de Tiffany's, posando junto a los escaparates, que perdieron el combate por 0-5, porque Sara se hab¨ªa puesto pr¨¢cticamente todo el joyero encima y lo que le faltaba lo llevaba apa?ado una amiga en un bolsito muy mono, por si se presentaba una urgencia y hacia falta.
Pero cap¨ªtulo aparte merece la gran fiesta, o lo que fuera, de entrega de premios de la Asociaci¨®n de Cronistas de Espect¨¢culos de Nueva York. La fiesta tuvo lugar en el Waldorf Astoria, en el Ball Room, y desde que esta enviada especial tiene uso de raz¨®n no hab¨ªa precisado de tantos sin¨®nimos para describir los de por s¨ª indescriptibles modelos que luc¨ªan las se?oras. El estilo sirena de cola aparatosa combinaba con el estilo Barbie superstar rubicunda; mucho hombro impar al descubierto y mucho floripondio en el hombro par; los colores iban del fucsia al amarillo, pasando por toda la gama del terror, matiz subido. Los peinados, por decirlo piadosamente -y tanto para se?oras como para, caballeros- pertenec¨ªan a la categor¨ªa de frondosos. Mas todo el o, no era nada comparado con los chicos del servicio de seguridad, escuela c¨¢rtel de Medell¨ªn, algunos con punteras aceradas en sus zapatos, ellos sabr¨ªan para qu¨¦.
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