La dram¨¢tica relaci¨®n artista-Estado en Austria
Zweig, Bernhard y Handke no pudieron resistir la presi¨®n de su pa¨ªs
El testamento que dej¨® al morir, hace un mes, Thomas Berobard dej¨® sorprendido a casi todo el mudo, al manifestar como ¨²ltima voluntad que tanto sus libros como sus obras de teatro no podr¨ªan venderse ni representarse es Austria, su pa¨ªs natal. ?sta fue su ¨²ltima ofensa a una sociedad y un sistema que se le hicieron insosportables, y que, a¨²n as¨ª, no pudo abandonar. Paco despu¨¦s, Peter FIandke, otro rebelde de las letras, s¨ª ha podido huir, aunque aun no se sabe e qu¨¦ lagar. Estas dos experiencias resumen una situaci¨®n que no es casual: la dificil situaci¨®n de algunos artistas coa so propio pa¨ªs y su historia reciente.
En el h¨²medo verano de 1942, la polic¨ªa de Petr¨®polis (Brasil) encontr¨® en una mansi¨®n de la periferia los cad¨¢veres de "una distinguida pareja de extranjeros". Ambos yac¨ªan en la cama totalmente vestidos. ?l, "con ropa deportiva", reza el parte policial, y ella, "en una combinaci¨®n floreada". En la habitaci¨®n se encontraron tambi¨¦n una botella de agua mineral y varios frascos vac¨ªos del medicamento Veronal.Las muertos eran el escritor austriaco Stefan Zwefg, entonces de 60 a?os, y su esposa, compa?era en el fin, Charlotte Altmaan, 30 a?os m¨¢s joven que el sufcfda.Este desenlace tr¨¢gico ea Petr¨®polis fue el resultado de la absoluta incapacidad de Ztvefg de poder vivir en su pa¨ªs.
Este suicidio, ocurrido por la imposibilidad de vivir en Austria y la imposibilidad de vivir sin ella, resume el ¨¢nimo que aqueja a una parte de la generaci¨®n de artistas y escritores que se hac¨ªan adultos despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Ellos, controvertidos,provocadores,infefices de estar y no estar y buscando nuevos hogares e inspiraciones sin ¨¦xito. Ellos no son parte de la "cultura estabilizadora, anticomunista, razonable y decente que caracteriz¨® a este pa¨ªs hasta 1960", afirma el cr¨ªtico literario del diario conservador vien¨¦s Die iresse Hans Hafder,que no dramatiza esta relaci¨®n de artista-Estado, y asegura que no hay conflicto con la Austria oficial.
"Ning¨²n artista quiere ser el legitimador del Estado, pero las obras de Thomas Bernhard fueron representadas en el teatro estatal, los libros de Peter Handke han sido publicados en la editorial fiscal Residenz, y se pueden ver filmes de Peter Turrini en la televisi¨®n". El autor Michael Scharang se siente "antagonista a esta cultura conciliadora que ha vendido al
mundo la imagen de una Viena como una gran saca de conciertos".
El dramaturgo Peter Turrini, de 44 a?os, en conversaci¨®n con EL PA)S afirma que su generaci¨®n acarrea una historia personal del posfasc¨ªsmo austriaco. "Este Estado est¨¢ construido sobre una mentira. La mentira, que los austriacos fuimos las primeras v¨ªctimas del fascismo, cuando en realidad colaboraron. Despu¨¦s de la guerra, todos los nacionalsocialistas pudieron inscribirse ea otros partidos, y esa credencial de militancia era su pasaporte de inocencia. Se cambi¨® de partido, pero qued¨® la misma conciencia. La culpa austriaca jam¨¢s existi¨®, como fue en Alemania. Aqu¨ª nos dijeron que todo era democr¨¢tico. Ello explica c¨®mo Kurt Waldheim puede hablar de 'deber de soldado' porque sabe que hay toda una generaci¨®n que se siente identificada con esa verdad".
As¨ª como Thomas Bernhard se sinti¨® marginado por ser hijo ileg¨ªtimo, a Turrini le marc¨® tener un padre extranjero que fue presionado a pertenecer a la mayor¨ªa. Dej¨® de hablar italiano y se fue con su quebrado alem¨¢n a la tumba, "por no poderlo resistir m¨¢s. Mam¨¢ lo trat¨® de germanizar sin ¨¦xito. Era un hombre del sur, chico de pelo negro, zapatos blancos, casi como de la Mafia".
Otras vivencias que marcaron la vida de este dramaturgo que creci¨® en un pueblecito de Corintia (en la frontera con Italia y Yugoslavia) eran las misas de domingo. "Al terminar, ¨ªbamos todos al restaurante del pueblo, donde se reun¨ªan los eminentes, muchos de ellos flevaban todav¨ªa condecoraciones recibidas en la ¨¦poca nazi". Estas "cuentas sin saldar" afectaron tambi¨¦n a Thomas Bernhard, que tuvo que estudiar un a?o en un internado nacionalsocialista en Salzburgo.
Deseo de cambio
, Las verdades conocidas y calladas han sido el motivo de la creatividad y de la confrontaci¨®n. Pero este polemfcfsmo es una antigua tradici¨®n vienesa que fund¨® el maestro de la lengua, escritor y periodista Karl Kraus, el Temido. Estas expresiones a veces belicosas, mal¨¦volas y sarc¨¢sticas surgen por el deseo, seg¨²n Turrini, de "cambiar un poco esta sociedad para hacerla vivible para gentes como nosotros".El empe?o de los artistas austriacos de mostrar la verdad sobre el III Reich tambi¨¦n lo ha sido del Gobierno austriaco, que a su modo ha intentado reconstruir la historia con el verdadero papel de los austriacos durante el III Reich. El a?o pasado, conmemorativo de los 50 a?os de la anexi¨®n de Austria con la Alemania nazi, en que se programaron muestras y se exhibieron obras como Heldenplatz, de Thomas Bernhard, fue para Turrini una "higiene pol¨ªtica necesaria, pero tambi¨¦n un nuevo aporte ala mentira austriaca. Se golpearon el pecho y lagrimearon por el asesinato de jud¨ªos y gitanos, y mientras
esos actos ten¨ªan lugar, era d¨ªscrimfns da m¨¢s que nunca la minor¨ªa eslovena en Karintia. Ahor no son los jud¨ªos, son otros los inmigrantes turcos o yugoslavos".
El austr¨ªaco medio, el Herr Kafl, un personaje acu?ado en Austria que simboliza al t¨ªpico vier¨¦s provinciano, racista, sigue en parte presente, afirma Turrini. "Los austriacos quisieran ser un pastor alem¨¢n, y en realidad no son m¨¢s que un chucho. Son una mezcla que no quieren reconocer, quiz¨¢ por lo dif¨ªcil que fue para sus abuelas integrarse cuando llegaron a comienzos de siglo desde Bohemia para trabajar como sirvientas.
La tragedia que es para estos escritores, enamorados de las tertulias de los caf¨¦s vieneses y hastiados de la lucha cultural que divide a los austriacos entre los que asumen el pasado y los que lo ignoran, separarse de su pa¨ªs, es imposible. Thomas Berohard quiso ser sepultado en Viena. Y Turrini afirma que "se puede emigrar de Austria, pero no nos podemos separar de nuestra historia, de nuestra ni?ez. Estaremos en un permanente ir y volver".
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