Petrovic le dio la Recopa al Real Madrid
Es muy c¨®modo jugar con Petrovic o as¨ª lo parece. Pero el Madrid hizo un juego tan escasamente inteligente como suicida. Depender de un jugador hasta el punto de que consiga m¨¢s de la mitad de los tantos de un equipo no deja de ser un recurso tan heterodoxo como criticable en una plantilla de la calidad de la madridista. Es tambi¨¦n un hecho f¨¢cil para la ret¨®rica, puesto que, con ese dato, es inevitable que a los bi¨®grafos de Petrovic no les falte trabajo. Y es que 62 tantos no se meten todos los d¨ªas. Ni en un partido de sal¨®n ni mucho menos en una final europea. Esto es algo innegable.Petrovic hizo, en efecto, 62 tantos, su r¨¦cord de la temporada, que quedar¨¢n para sus compa?eros como un estigma. Quien diga que Petrovic le dio al Madrid el t¨ªtulo no estar¨¢ lejos de la verdad porque la cifra es tan concluyente que hace dif¨ªciles las matizaciones. Lo curioso es que el Snaidero pudo haber sacado buen provecho de una circunstancia como ¨¦sta, que, lejos de perjudicarle, le favorec¨ªa. De hecho, el equipo italiano emple¨® la cabeza, los sistemas, el m¨¦todo y un buen esp¨ªritu de conjunto en convertir al todopoderoso Madrid en uno disminuido t¨¢cticamente. Lo consigui¨® y le falt¨® un m¨ªnimo de suerte para anotarse la victoria cuando, en las v¨ªsperas, se hab¨ªa presentado como la v¨ªctima. La inteligencia, el raciocinio, hasta el m¨¦todo, lo utiliz¨®, s¨ª, el Snaidero, que pareci¨® desear que el Madrid terminara tan minusvalorado que pudiera observarse que s¨®lo jugaba con un hombre. Una buena defensa zonal, una buena colocaci¨®n, una buena actitud colectiva..., le permitieron ir fimando paulatinamente el poder¨ªo ofensivo de su rival. Aparentemente, el Madrid era un dechado de recursos humanos y muy superior individualmente pero en ning¨²n momento supo utilizarlos. El Snaidero logr¨® su objetivo: llegar a los minutos finales con la posibilidad de ganar. Y lo cierto fue que la ¨²ltima jugada estuvo en sus manos, hasta el punto de que los italianos podr¨¢n quejarse si efectivamente debieron tener la oportunidad de lanzar un par de tiros libres con el marcador ya cerrado por una presunta falta cometida por Biriukov.
Los primeros minutos ofrecieron una tendencia lineal por parte madridista al predominar su juego exterior sobre su juego interior. A pesar de que Rogers ten¨ªa una racha perfecta de seis canastas sin fallo, de que Biriukov marcaba tres triples en sus tres primeras intervenciones y de que Petrovic empezaba a ser Petrovic, el juego interior madridista no exist¨ªa: los primeros puntos de los hermanos Mart¨ªn tardaron en llegar 10 minutos. En esas circunstancias, al Snaidero le bast¨® una defensa zonal, suficientemente compensada hacia la l¨ªnea exterior, para dejar al Madrid partido. As¨ª, la eficacia madridista se fue reduciendo a Petrovic mientras que el Snaidero, adem¨¢s de aprovechar al brasile?o ¨®scar, obten¨ªa una gran rentabilidad de la inteligencia del base Gentile, la fuerza de Dell'Agnelo y el poder intimidador del b¨²lgaro Glujov.
La reanudaci¨®n fue un claro ejemplo de que el Madrid podr¨ªa haber lIegado a dominar con claridad si hubiese actuado con sentid com¨²n. Cuando Romay salt¨® a la cancha para igualar la lucha por el rebote y Biriukov tom¨® conciencia de que tiene ca pacidad para no oscurecerse por la figura de Petrovic, el Madrid inici¨® el camino del despegue (83-73) . En ese momento, el t¨¦cnico italiano, Francesco Marcelletti, agot¨® sus tiempos muertos a pesar de que quedaban 13 minutos para el final. Comprendi¨® que el Madrid, al completo, es mucho m¨¢s equipo que el suyo y logr¨® que las circunstancias llegar¨¢n al punto inicial: los madridistas buscando desesperadamente al yugoslavo y los italianos, al, completo, haciendo su papel.
Esa actitud dur¨® mucho tiempo, demasiado tiempo. Tanto, que pareci¨® por un momento que Petrovic pod¨ªa llegar a agotarse. El Snaidero consigui¨® apurar el partido hasta una pr¨®rroga y en ese tiempo suplementario, el Madrid no cambi¨®. Petrovic hizo 11 puntos por cinco de Fernando Mart¨ªn, mientras ?scar se quedaba en simplemente tres tiros libres. Sin embargo, en la pr¨®rroga, apareci¨® majestuoso el pequc?o, pero inteligente, base Gentile, quien marc¨® dos triples desde ocho metros que pudieron haber cambiado el signo de la final. Lo que sucedi¨®, simplemente, fue que el jugador yugoslavo supo sostener el juego de un equipo tan impresionante en su historia como el Madrid. Eso es meritorio. Eso demuestra que este jugador es capaz de cualquier cosa. Pero, tambi¨¦n, el Madrid deber¨ªa aprovechar la lecci¨®n a la vista del grave riesgo que corri¨®. Ni puede, por el poder¨ªo de su plantilla, transformarse en el Real Petrovic ni parece consecuente que el yugoslavo tenga que verse obligado a realizar continuamente ha?azas de este calibre.
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