Hacia la esperanza o hacia le complejo
Cuando yo era un orgulloso secuaz de la maravillosa generaci¨®n que lleva por t¨ªtulo La Quinta del Buitre, el triunfo ten¨ªa un extra?o recorrido de ida y vuelta que consist¨ªa en exportar rid¨ªculos e importar haza?as. El desigual intercambio de verg¨¹enzas y honores dej¨® dos Copas de la UEFA, angustias inolvidables y la esperanza de hacer ¨¦poca. Desde entonces la pandilla se hizo mayor ganando (instauraron una tiran¨ªa futbol¨ªstica nacional) y perdiendo (Europa se ha vuelto esquiva a sus ansias de conquista).Aquellos picos del tama?o de proezas que compensaban previas depresiones eran una fabulosa expresi¨®n de inmadurez. El talento de la generaci¨®n maravilla estaba sostenido por fr¨¢giles y vulnerables emociones, tan expuestas al abatimiento como a la gloriosa excitaci¨®n. Curiosamente, siempre ganaba la gloriosa excitaci¨®n.
Con la sensatez lleg¨® el equilibrio y dejaron de apostar por lo imposible. La experiencia internacional trajo ciencia y en fri¨® pasiones. Ya no era f¨¢cil apabullarles el talento, ni obligatorios los actos de hero¨ªsmo. Llenos de certezas y sabiendo se ¨²nicos, se midieron con los mejores. Curiosamente, mostrando superioridad conocieron el amargor de la derrota.
Darle otra oportunidad a la esperanza o hacer del dolor un complejo, ¨¦sa es la cuesti¨®n. Ellos saben, todos sabemos, que el certificado de equipo his t¨®rico tiene las largas orejas de la Copa de Europa.
Sentir m¨¢s que observar
Esta noche hay Copa de Europa y la expectativa creada est¨¢ tasada en 300 millones de pesetas. El estadio Santiago Bernab¨¦u se llenar¨¢ de nostalgia y albergar¨¢ a miles de espectadores m¨¢s dispuestos a sentir que a observar. En los vestuarios habr¨¢ silencio ritual y gritos de guerra, nervios, miedos, ganas..., un amasijo de sensaciones que me duele escribir por haberlas perdido.
Y enfrente, el PSV Eindhoven, equipo de andar paciente, funcionamiento equilibrado, grandes individualidades y la calma de conciencia de quien no tiene la necesidad imperiosa de llegar a ning¨²n triunfo porque ya conoce todos los triunfos. El mismo que el a?o pasado interrumpi¨® el glorioso paseo continental del Real Madrid. Fue tras dos empates, es cierto, pero con vencedores y vencidos. Tan vencidos los vencidos que yo los vi llorar; tan vencedores los vencedores que pocos d¨ªas despu¨¦s Europa los vio levantar la Copa m¨¢s deseada. Son dos viejos conocidos, gigantes que miden sus pasos, reconocen el poder¨ªo ajeno y se tratan de usted. Hace dos semanas, un nuevo empate, magro en goles, dio la medida de la cautela y el respeto mutuo. Los mejores, ya se sabe, no deben medir su valor por el de sus adversarios. Para La Quinta y sus secuaces ese equilibrio estad¨ªstico no es un honor, sino un desaire porque el juicio m¨¢s optimista que se pueda hacer sobre su rival no oculta la siguiente evidencia: el Real Madrid es mejor.
Ellos, los grandes, amados y c¨¦lebres jugadores, ya saben que a los triunfadores nadie les perdona que no triunfen. Saben tambi¨¦n de la tristeza y la alegr¨ªa porque les fue dado vivir las dos sensaciones deportivas. As¨ª se hicieron mayores. Viene bien porque, si "el hombre crece a nivel de sus dificultades", los equipos tambi¨¦n y esta noche el equipo juega un partido que es cosa de hombres.
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