La libertad de prensa
El tema de la libertad de prensa adopta formas diferentes, en diferentes momentos y en diferentes pa¨ªses. Actualmente, en el Reino Unido la discusi¨®n sobre la libertad de prensa se centra en la cuesti¨®n de hasta qu¨¦ punto los periodistas pueden informar sobre la -vida privada de las personas p¨²blicas -e incluso de aquellas personas que no son conocidas hasta que sus vidas son objeto de atenci¨®n por parte de la Prensa- Me limitar¨¦ a comentar este tema en particular, no por el hecho de que sea la m¨¢s importante de las muchas cuestiones que se plantean sobre la libertad de prensa, sino porque es una de las que se encuentran actualmente en el primer puesto de la lista.El debate sobre la Prensa y la vida privada puede entenderse ¨²nicamente en el contexto particular del periodismo brit¨¢nico. En el Reino Unido existen algunos peri¨®dicos excelentes: bien escritos, considerados, de gran alcance y serios, como Financial Times, The Independent, The Times, The Guardian y Daily Telegraph. Podr¨ªa decirse sin temor a equivocarse que ¨¦stos son cinco de los 10 mejores peri¨®dicos del mundo.
Despu¨¦s, en el otro extremo del mercado, est¨¢n aquellos que no cuentan con ninguna de las cualidades del periodismo serio. Peri¨®dicos tabloides, como The Sun y Star, ofrecen a sus millones de lectores una mezcla de titulares descomunales, chicas guapas, deportes y chismorreos. A menudo, los chismorreos son sobre la familia real y casi todos inventados. Algunas veces son sobre la gente normal cuyas vidas privadas resultan ser especialmente pintorescas. Estos peri¨®dicos tabloides son distintos a cualquier otro diario del mundo. Rupert Murdoch, propietario de The Sun, ha intentado la misma f¨®rmula en otros pa¨ªses y tuvo que cambiar el tono ante la opini¨®n popular y la resistencia de los lectores.
Con esta inmensa variedad resulta dif¨ªcil crear un sistema en el que se acepte un periodismo responsable e investigador, pero no una falacia entrometida. Hasta ahora, la l¨ªnea entre los dos ha estado regida por las leyes contra la difamaci¨®n y por un organismo supervisor denominado Consejo de Prensa. No obstante, ninguno de los m¨¦todos proporciona una soluci¨®n ideal.
En el Reino Unido, las leyes contra la difamaci¨®n son estrictas, mucho m¨¢s estrictas que la legislaci¨®n de Estados Unidos, por ejemplo. Se ven causas ante jurados que parecen sentir poca simpat¨ªa por los peri¨®dicos; De los ¨²ltimos 10 procesos contra la difamaici¨®n en el Reino Unido, solamente uno fue defendido con ¨¦xito por un peri¨®dico; otro fue retirado, dado que el jurado no pudo dar un veredicto y en los otros ocho casos ganaron los demandantes. A la mayor¨ªa se les conden¨® a grandes compensaciones por da?os y perju¨ªcios.
Como protecci¨®n ante el periodismo nocivo, las leyes contra la difamaci¨®n tienen un gran fallo. En teor¨ªa, cualquier persona puede presentar un proceso por difamaci¨®n. En la pr¨¢ctica, solamente aquellos que pueden permitirse hacer frente a los altos honorarios legales demandar¨¢n a un peri¨®dico ante el tribunal. Por tanto, la gente normal que encuentra comentarios sobre su vida privada en los titulares de los peri¨®dicos tabloides no cuenta realmente con la oportunidad de defenderse frente a las mentiras. Una soluci¨®n a este problema ser¨ªa que el Estado abonase las costas legales de los demandantes en proceso por difamaci¨®n, pero el Gobierno no desea hacerlo. Teme que el gasto fuera excesivo y que se presentaran muchos procesos sin justificaci¨®n.
Las personas que piensan que han sido tratadas injustamente por la Prensa pueden presentar sus demandas ante el Consejo de Prensa, un organismo no estatutario que puede investigar demandas, emitir informes y solicitar a los peri¨®dicos que publiquen sus conclusiones. En teor¨ªa, deber¨ªa tener un efecto beneficioso sobre los directores y sobre los lectores que no alcanzan los altos niveles que se esperan del periodismo. En la pr¨¢ctica los peri¨®dicos criticados m¨¢s a menudo por el Consejo de prensa son aquellos que est¨¢n menos preocupados por la moral y por las normas del periodismo riguroso.
?Qu¨¦ habr¨ªa que hacer, dado que ni la legislaci¨®n contra la difamaci¨®n ni el Consejo de Prensa facilitan una protecci¨®n adecuada contra el periodismo nocivo? Las encuestas sugieren que el p¨²blico brit¨¢nico desea una mayor protecci¨®n contra lo que considera un periodismo intruso y abusivo y muchos pol¨ªticos han sacado a colaci¨®n este asunto. Un miembro del Parlamento present¨® a principios de a?o un proyecto de ley que establec¨ªa el derecho legal a la vida privada. Cualquier peri¨®dico que publicase informaciones sobre las vidas privadas de las personas tendr¨ªa que demostrar que la historia era en inter¨¦s del p¨²blico.
Tal como result¨® despu¨¦s, el proyecto de ley no fue aprobado por el Parlamento, debido a una combinaci¨®n de razones t¨¦cnicas y procesales. Sin embargo, no parecen existir dudas sobre el hecho de que se llevar¨¢ a cabo otro intento legislativo. Es posible que el propio Gobierno presente un proyecto de ley, aunque estar¨ªa expuesto a ser acusado de estar introduciendo la censura. Lo m¨¢s probable es que algunos peri¨®dicos publicar¨¢n art¨ªculos especialmente desagradables y falsos que causar¨¢n las protestas del p¨²blico y, con ello, la presentaci¨®n de otro. proyecto de ley ante el Parlamento.
Para los periodistas de la Prensa brit¨¢nica responsable, ¨¦ste debate plantea varias cuestiones delicadas. La legislaci¨®n es poco atractiva porque no existe seguridad sobre ad¨®nde llevar¨¢, pero est¨¢ claro que la reputaci¨®n y la integridad de todo el periodismo se resentir¨¢ si un grupo de personas insisten en demostrar que no desean cumplir un c¨®digo no escrito de respeto a la verdad, a la meticulosidad y a la responsabilidad. Quiz¨¢ fuese preferible contar con una legislaci¨®n especialmente d¨ªse?ada para proteger la intimidad personal que mantener una legislaci¨®n general que dificulte la continuaci¨®n de? verdadero periodismo investigador.
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