Nombres en vascuence
Un lector preocupado por c¨®mo cuenta las cosas EL PA?S escribe para se?alar que hay dos materias que le resultan "irritantes". Una, el tratamiento de los nombres vascos; otra, la man¨ªa anglicista.Javier Ortiz Est¨¦vez considera que, "tras haber combatido durante largos a?os contra la ortograf¨ªa eusk¨¦rica" el peri¨®dico "parece haber optado por f¨®rmulas de compromiso". No obstante, opina, carece de sentido escribir, por ejemplo, 'Txiqui' Benegas: "Es casi preferible poner 'Chiqui". "En todo caso", agrega, "si se acepta la tk, ?por qu¨¦ no la k? Al fin y a la postre, la k (a diferencia de la tx, equivalente a la castellana ch) es una letra que existe en lengua castellana".
En EL PA?S del 1 de marzo ha visto escrito "Mar¨ªa Cruz Azcona, Gurutze, de 28 a?os...". Advierte que Gurutze significa Cruz, "no es ning¨²n nombre de guerra". "Ya antes", agrega, "trataron de convencer al mundo de que Domingo Iturbe usaba el alias de Txomin, pasando por alto que Txomin es el equivalente vasco del Domingo castellano".
El subdirector de formaci¨®n e investigaci¨®n, Julio Alonso, considera que ni se ha combatido la ortograf¨ªa eusqu¨¦rica (por cierto, con q, seg¨²n el Diccionario de la Real Academia Espa?ola) ni se han optado f¨®rmulas de compromiso. Alonso se remite al Libro de estilo de EL PA?S.
La norma establece que no se traducen los nombres de personas y animales, salvo cuando correspondan a personajes hist¨®ricos y el uso los haya castellanizado o se trate de papas y miembros de familias reales. Ejemplos: 'Carlos Garaikoetxea', y no 'Carlos Garaicoechea'; 'Mart¨ªn Lutero', y no 'Martin Luther'; 'Carlos Marx', y no 'Karl Marx'; 'Juan XXIII', pero 'Giovanni Spadolini'; 'Margarita de Inglaterra', pero 'Margaret Thatche'.
"El ejemplo que se pone en vascuence", explica el subdirector, "es el de Garaikoetxea, y no el de "Txiki Benegas, pero el criterio est¨¢ claro". "Otra cosa es que -a veces, no siempre- se incumple", reconoce.
Cuando sus poseedores castellanizan el nombre o el apellido, la norma que dicta el Libro es que debe respetarse tal deseo. Ejemplos: 'Carlos Garaikoetxea', pero 'Alejandro Goicoechea', creador del Talgo; 'Antonio de Senillosa, pero 'Antoni Guti¨¦rrez'. En el caso de personajes hist¨®ricos, el Libro de estilo manda que "el nombre que debe emplearse es aquel que se le ha venido dando tradicionalmente en castellano. Ejemplos: 'Wifredo el Velloso', y no 'Guifr¨¦ el Pil¨®s'; 'Zumalac¨¢rregui', y no 'Zumalakarregi".
Alonso recuerda que "EL PA?S se escribe en castellano -salvo un suplemento, Quadern, que va en catal¨¢n- y no tiene sentido emplear la graf¨ªa del vascuence para nombres como el del general Zumalac¨¢rregui o el navegante guipuzcoano Juan Sebasti¨¢n Elcano". El subdirector reitera que no se ha combatido contra la ortograf¨ªa eusqu¨¦rica en el pasado ni se han asumido f¨®rmulas de compromiso en el presente. En cambio, reconoce que el lector tiene toda la raz¨®n cuando se queja de ver escrito "Txiqui Benegas" en lugar de Txiki, o "Domingo Iturbe, Txomin", en lugar de Txomin Iturbe. En ambos casos se falta a lo que establece el Libro de estilo.
En cuanto a la cantidad de anglicismos que se emplean en EL PA?S, el lector estima que . empieza a tomar caracteres fara¨®nicos". Se?ala, como ejemplos m¨¢s repetidos, "en base a", "estrategia" (por t¨¢ctica), "puntual" (por concreto), "copia" (por ejemplar), "ignorar" (por no hacer caso), "sofisticado" (por complejo, refinado)... "El recuento de palabras y giros ajenos a la lengua castellana que incluyen ustedes en noticias y reportajes", dice, "se hace cada vez m¨¢s dificultuoso, por abruniador". Javier Ortiz recuerda que la mayor¨ªa de estas expresiones est¨¢n se?aladas como inconvenientes en el Libro de estilo del peri¨®dico. As¨ª es; pero aunque el Libro no dijera nada al respecto, un correcto uso del rico idioma castellano habr¨ªa alejado la funesta man¨ªa anglicista.
Doble publicaci¨®n
EL PA?S viene publicando con regularidad cr¨®nicas de Granada firmadas por Alejandro V. Garc¨ªa. Con desconocimiento de EL PA?S, dos de estas cr¨®nicas han aparecido (8 y 26 de febrero), casi ¨ªntegras, simult¨¢neamente, en el diario Granada 2000. As¨ª lo se?ala un lector preocupado por la imagen de EL PA?S". Las informaciones de Andaluc¨ªa son canalizadas a trav¨¦s de la delegaci¨®n del diario en Sevilla, que se encarga tambi¨¦n de elaborar las p¨¢ginas que se incluyen en la edici¨®n destinada a aquella regi¨®n. Muchos de estos trabajos se publican tambi¨¦n en las dem¨¢s ediciones. El delegado de EL PA?S en Andaluc¨ªa, Fernando Orgambides, manifiesta que en ning¨²n momento previo ha sido informado por Alejandro V¨ªctor Garc¨ªa de que repet¨ªa las ¨ªnformaciones, parcialmente ¨ªntegras.
Alejandro V. Garc¨ªa cuenta que su trabajo en el diario granadino consiste sustancialmente en un art¨ªculo de opini¨®n diario. "Adem¨¢s", dice, "de manera espor¨¢dica, he firmado cr¨®nicas informativas". Explica que, en ocasiones, tales notas han interesado tambi¨¦n a EL PA?S. "Por ser el ¨¢mbito de distribuci¨®n de ambos peri¨®dicos distinto, y por el propio inter¨¦s informativo que la noticia ten¨ªa, en cada uno la he redactado con una forma y una extensi¨®n diferentes". La duplicidad de informaciones, sigue diciendo, la hizo "sin pensar en la gravedad que se le atribuye". "Desde tal punto de vista", agrega, "mi actitud no tiene disculpa". "En ning¨²n caso", asegura, "mi conducta se gui¨® por el enga?o o la secreta convicci¨®n de emplear un doble lenguaje, sino m¨¢s bien con el ¨¢nimo de ser ¨²til, quiz¨¢ en exceso, a un peri¨®dico modesto. Granada 2000 conoc¨ªa que las dos cr¨®nicas iban a publicarse en EL PA?S. Tampoco he tenido como meta aumentar mis ingresos, ya que en el diario de Granada tengo una asignaci¨®n fija y no por n¨²mero de colaboraciones". Y a?ade: "Si hubiera sido consciente del embrollo que me iba a deparar la publicaci¨®n simult¨¢nea de esas dos cr¨®nicas en dos rotativos que, por razones obvias, no compiten entre s¨ª, no lo hubiera hecho nunca". En conclusi¨®n, Alejandro V. Garc¨ªa manifiesta: "Desde luego, asumo el error".
Est¨¢ fuera de toda duda la honradez profesional del periodista. Ocurre que a la sorpresa del lector que advierte la doble publicaci¨®n se a?ade que ni la delegaci¨®n de Andaluc¨ªa ni la Redacci¨®n de Madrid lo sab¨ªan. EL PA?S tiene establecido no compartir sus corresponsales con otros peri¨®dicos espa?oles.
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