Mensaje a ETA
LOS VASCOS han ocupado pac¨ªfica y multitudinariamente la calle durante unas horas y la han convertido en un inmenso foro donde expresar a los cuatros vientos su ferviente deseo de paz y la petici¨®n exigente a quienes la perturban de que "ahora y para siempre" dejen de hacerlo y sustituyan el lenguaje de las armas por el de la confrontaci¨®n pol¨ªtica y el debate en el seno de las instituciones representativas de la democracia. La manifestaci¨®n del pasado s¨¢bado en Bilbao, por sus caracter¨ªsticas y amplitud, se convierte as¨ª en un contundente y expresivo toque de atenci¨®n de la inmensa mayor¨ªa de los vascos a ETA. El mensaje es expl¨ªcito, y no valen interpretaciones rebuscadas y espurias para desnaturalizarlo. La organizaci¨®n terrorista y su entramado civil saben que lo sucedido el 18 de marzo en Bilbao ha dejado en la m¨¢s absoluta intemperie moral y pol¨ªtica todos los sofismas y proclamas ideol¨®gicas con los que pretenden justificar el tiro en la nuca, los atentados indiscrirainados contra ciudadanos indefensos y la tortura f¨ªsica y mental del secuestro. A partir de esa fecha, paraETA y sus animadores se han hecho m¨¢s n¨ªtidos los riesgos de rechazo que corren en el seno de la sociedad vasca si, haciendo o¨ªdos sordos a tan di¨¢fano aviso, persisten en recurrir al crimen como arma de combate pol¨ªtico.No es que el pueblo vasco no haya dado muestras suficientes de cu¨¢les son su deseo y su voluntad mayoritarios. Lo ha dicho una y otra vez en las elecciones democr¨¢ticas y lo expresa todos los d¨ªas a trav¨¦s de sus elegidos en el funcionamiento de sus instituciones pol¨ªticas representativas. Pero en ciertos momentos se hace ineludible exponerlos de la forma m¨¢s pl¨¢stica posible, es decir, saliendo a la calle solidaria y colectivamente, como siempre ha ocurrido en los momentos en qbe estaban en peligro los fundamentos mismos de la c¨®nvivencia: en el franquismo, cuando se trataba de conquistar las libertades y los derechos fundamentales, y en la democracia, cuando ha sido necesario defenderla del golpismo recalcitrante, y ahora, del asalto de quienes, a extramuros de ella, pretenden arrumbarla con su ciego recurso a la violencia. En el Pa¨ªs Vasco, donde el proceso democr¨¢tico ha sido m¨¢s arduo que en el resto de Espa?a, la calle se hab¨ªa convertido en los ¨²ltimos a?os en feudo de los violentos y en instrumento coactivo para sus pretensiones. Los dem¨®cratas vascos, es decir, la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos de Euskadi, han decidido plantar tambi¨¦n cara en este terreno a los especialistas del alboroto y de la gresca. Est¨¢n m¨¢s legitimados que nadie para hacerlo, pues si la calle es de alguien, es precisamente de los dem¨®cratas: son muchos m¨¢s, y sobre todo son los ¨²nicos que quieren que sea de todos y, sirva de caja de resonancia de aspiraciones mayoritarias.
En todo caso, el lenguaje pac¨ªfico y expresivo de la calle deber¨ªa ser f¨¢cilmente entendible para quienes han hecho de ella escenario casi exclusivo de su lucha pol¨ªtica. No se trata de un rebuscado debate ideol¨®gico en el que la raz¨®n y la l¨®gica de unos argumentos pueden ser emboscadas bajo el peso de los sofismas y de otros artificios dial¨¦cticos. Se trata de un inmenso y directo clamor sobre lo que realmente quiere todo un pueblo: que ETA deje de matar y que no persista en creerse su portavoz y representante. Si esto ocurre, el pueblo vasco tambi¨¦n ha dejado claro cu¨¢l es su actitud para el d¨ªa despu¨¦s: la mano tendida a quienes den ese paso, pues, como ha dicho el lehendakari Ardanza, "no queremos ni vencedores ni vencidos". Tras el veredicto multitudinario de Bilbao, la pelota del proceso de pactificaci¨®n de Euskadi queda m¨¢s que nunca en el tejado de ETA, de sus m¨¢ximos dirigentes y del entramado civil que los jalea y exhorta. Si todav¨ªa son capaces de un m¨ªnimo de reflexi¨®n y no han perdido del todo el sentido de la realidad, el camino que tienen que seguir se lo ha marGado clar¨ªsimamente el pueblo vasco al que dicen servir: que el silencio de las armas sea definitivo tras el 26 de marzo, que vuelvan a sus casas y que confronten sus ideales y proyectos pol¨ªticos en los procesos electorales y a la sombra de las instituciones representativas vascas.
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