La opci¨®n de Shamir
LAS CONVERSACIONES directas entre Estados Unidos y la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), comenzadas el a?o pasado bajo la presidencia de Ronald Reagan, se han reanudado esta semana en T¨²nez bajo el mandato de George Bush, a cuya inspiraci¨®n de presidente electo se atribuy¨® en su d¨ªa la iniciativa norteamericana. Poco antes de la prosecuci¨®n de estos contactos ha visitado Washington el ministro de Asuntos Exteriores israel¨ª, Moshe Arens, y se espera para las pr¨®ximas semanas al rey jordano Hussein; al presidente egipcio, Hosni Mubarak, y al primer ministro israel¨ª, Isaac Shamir. A los 10 a?os de los acuerdos de Camp David, en los que se firm¨® la paz entre Israel y Egipto, todos buscan de nuevo en la capital norteamericana combustible para sus aspiraciones en el caso ¨¢rabe, o ganar tiempo para sus preocupaciones en el israel¨ª.Dos estrategias se dise?an para tratar, si no resolver, el conflicto palestino-israel¨ª. En el bando ¨¢rabe moderado, presidido por el l¨ªder de la OLP, Yasir Arafat, y en el que Egipto y Jordania aparecen en primer plano, se espera una presi¨®n de Estados Unidos sobre Israel para que ¨¦ste acceda a una conferencia ,internacional en la que figure con nombre propio una delegaci¨®n de la OLP. Se razona por parte ¨¢rabe que la sublevaci¨®n palestina de la intifada en los territorios ocupados, que ya ha entrado en su segundo a?o sin signos de abatimiento, ha generado una serie de concesiones pol¨ªticas como la oferta de Arafat de reconocimiento de Tel Aviv, y que la falta de reacci¨®n por parte israel¨ª s¨®lo puede conducir al derramamiento de sangre indefinido.
En el bando israel¨ª se juega, por el contrario, a ganar-perder tiempo con la tozuda negativa oficial a las negociaciones directas con la OLP, mientras que por otras v¨ªas surgen cada vez con mayor fuerza las voces favorables a ese di¨¢logo; la ¨²ltima filtraci¨®n en este sentido ser¨ªa la de un informe de los servicios secretos israel¨ªes, obligadamente desmentido por Shamir, en el que se aseguraba que no hab¨ªa alternativa a la aceptaci¨®n de las conversaciones.
Pero, mientras se mantiene esa negativa, no cesa un di¨¢logo diplom¨¢tico a veces p¨²blico, como en el caso de Estados Unidos y la OLP, y otras secreto, como en el de representantes m¨¢s o menos oficiosos de Israel con personalidades palestinas. Y tanto en uno como en otro nivel la posici¨®n israel¨ª parece ser la de esperar que fluyan las concesiones ¨¢rabes ante la expectativa de que en uno u otro momento Tel Aviv d¨¦ algo a cambio. En la actualidad, esas concesiones apuntar¨ªan a que la OLP tratara de moderar la violencia de la intifada, o cesara en sus raids contra territorio de Israel como preludio a una actitud m¨¢s flexible por parte jud¨ªa.
En definitiva, la ecuaci¨®n diplom¨¢tica s¨®lo podr¨ªa resolverse conociendo el secreto mejor guardado de la historia del Estado sionista: el de si el Israel de Isaac Shamir est¨¢ dispuesto o no en ¨²ltimo t¨¦rmino a reconocer y a negociar con sus seculares enemigos. Si la actitud de Tel Aviv es fundamentalmente t¨¢ctica, por m¨¢s que exasperante, nada se ha perdido todav¨ªa; si, como parece m¨¢s probable, obedece a una profunda divisi¨®n en el Gobierno de coalici¨®n derecha-laborismo, y por elevaci¨®n en el segmento dirigente de la sociedad israel¨ª, un tiempo precioso se est¨¢ derrochando, con el consentimiento m¨¢s o menos equ¨ªvoco de la diplomacia norteamericana. Por todo lo anterior, la respuesta m¨¢s acertada a aquella inc¨®gnita habr¨ªa de ser seguramente la de que el Israel representado por sus actuales dirigentes no sabe todav¨ªa si quiere o no correr el riesgo de explorar las verdaderas posibilidades de paz en Oriente Pr¨®ximo.
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