Demolici¨®n de un modelo
Los procesos que se est¨¢n llevando a cabo en los pa¨ªses del Este no son s¨®lo de car¨¢cter local y coyuntural. En estos pa¨ªses se est¨¢ desarrollando un profundo movimiento de transformaci¨®n hist¨®rica. El an¨¢lisis del mismo no puede restingirse a los estrechos l¨ªmites del tipo de pregunta que plantea si el socialismo real es o no es reformable. M¨¢s bien se trata, en primer t¨¦rmino, de preguntarse cu¨¢l es el trasfondo social de este socialismo, y, en segundo lugar, cu¨¢l es la calidad econ¨®mica y pol¨ªtica de los caracteres que el socialismo ha ido acumulando a lo largo de tantas d¨¦cadas. Es imposible dar respuestas concretas a estos dos interrogantes, aunque de los mismos depender¨¢n, en realidad, las tendencias que se perfilen a largo plazo. Sin embargo, no disponemos de muchos elementos acerca de esta cuesti¨®n como para poder prever la evoluci¨®n de sociedades tan distintas entre ellas, a pesar de que posean caracter¨ªsticas comunes.Conviene mantener como evidencias estos dos interrogantes y comenzar a razonar a partir de datos que s¨ª est¨¢n maduros. Y el primero de estos datos parece ser el de la total demolici¨®n del modelo de socialismo que forjara Stalin durante la d¨¦cada de los treinta en la URSS y que fuera reactivado posteriormente, durante la posguerra, en los otros pa¨ªses del Este. La demolici¨®n conceptual de aquel modelo, tantas veces reclamada desde el seno de los propios partidos comunistas en el poder, tiene ya su aprobaci¨®n oficial dentro de la misma URSS. Lo que hab¨ªa sido exaltado como "v¨ªa maestra en la construcci¨®n del socialismo", escribe el historiador sovi¨¦tico E. G. Plimak (Voprosy Istorii, 1988, n¨²mero 12), "constituy¨® en muchos aspectos un ejemplo de c¨®mo no debe construirse el socialismo".
Esta ¨²nica afirmaci¨®n, ya oficializada en la URSS, vuelve a abrir el discurso hist¨®rico sobre la evoluci¨®n de los otros pa¨ªses del Este y el propio discurso te¨®rico a prop¨®sito del concepto de socialismo. En lo que ata?e al primer aspecto, los historiadores sovi¨¦ticos llaman la atenci¨®n sobre el viraje de 1948, cuando el Koininforin propuso de nuevo el modelo sovi¨¦tico a todos los otros partidos comunistas, interrumpiendo as¨ª la diferenciada evoluci¨®n que caracterizaba a los diversos pa¨ªses. La historiadora sovi¨¦tica A. F. Noskova (Voprosy Istorii, 1988, n¨²mero 10) critica actualmente el esquema historiogr¨¢fico que tambi¨¦n bajo Breznev continuaba juzgando "la experiencia de los pa¨ªses socialistas europeos como una simple modificaci¨®n de la experiencia sovi¨¦tica". Cuando se trataba de experiencias en gran medida originales, que se desarrollaban bajo el signo del pluralismo y que deb¨ªan producir innovaciones pol¨ªticas de gran importancia, como las ocurridas en Hungr¨ªa en 1956, en Checoslovaquia en 1968 y en Polonia en los setenta.
En cuanto al segundo aspecto, el problema de una nueva definici¨®n del socialismo despu¨¦s del fracaso del modelo estalinista, parece bastante m¨¢s complejo. Entra en crisis la idea de un socialismo entendido (puede leerse en los documentos del PCI) como "otorgado por el sistema"; es decir, como un conjunto de principios can¨®nicos "prontos para aplicar". El socialigmo se concibe, m¨¢s bien, como un proceso que se desarrolla esencialmente como una funci¨®n cr¨ªtica del orden social existente. Esta concepci¨®n procesal del socialismo est¨¢ floreciendo incluso dentro de la cultura pol¨ªtica sovi¨¦tica, la cual, sin embargo, deber¨¢ ajustar cuentas con la resistente idea de que el socialismo tome la forma de una democracia distinta a la democracia representativa parlamentaria.
Aunque lo cierto es que esta diversidad ha sufrido duros golpes cr¨ªticos de parte de Gorbachov, quien habla de una democracia sin adjetivos y rara vez contrapone los conceptos democracia socialista y democracia burguesa. Con respecto al resto de los pa¨ªses, incluso Rakowski La transici¨®n de una econom¨ªa centralizada y extensiva a una econom¨ªa descentralizada e intensiva, de una planificaci¨®n r¨ªgida a una planificaci¨®n flexible y basada en el mercado, exige la potenciaci¨®n de un sistema de autonom¨ªas administrativas, empresariales y personales, y un marco de certezas e instrumentos jur¨ªdicos que permitan activar la iniciativa de los individucs, as¨ª como mediar y resolver las controversias sin recurrir m¨¢a a los m¨¦todos coercitivos del "sistema administrativo del orden', como ha sido definido el viejo sistema. Naturalmente que esta complejidad pone dif¨ªcil el camino de las reformas en cada una. y en el integrado conjunto de las partes que componen la sociedad y el Estado. Puede decirse que el destino de las reformas est¨¢ ligado precisamente a la relaci¨®n que se establece entre este complejo sistema de medidas a largo plazo y el rendimiento econ¨®mico a corto plazo.
.Pon muchas razones, la situaci¨®n de la URSS se muestra como m¨¢s dificil en relaci¨®n a la de los otros pa¨ªses del Este: en la URSS sigue siendo el peso del retraso hist¨®rico, falta una tradici¨®n democr¨¢tica, subsiste un enorme fallo entre la distribuci¨®n de los recursos y la distribuci¨®n de la poblaci¨®n y de las industrias m¨¢s modernas. Por todos estos motivos, se le ha dado gran importancia a la movilizaci¨®n y organizaci¨®n de las nuevas fuerzas culturales que apoyan el "pensamiento nuevo". Sin embargo, el proceso ha sido lento y diferenciado. La reestructuraci¨®n de la Prensa diaria y pol¨ªtica ha sido bastante r¨¢pida, al igual que ha ocurrido con la producci¨®n literaria y art¨ªstica. En cambio, ha resultado m¨¢s lenta la renovaci¨®n en el terreno de las revistas econ¨®micas y jur¨ªdicas. Y ya excesivamente torpe en sus" movimientos resulta ser la renovaci¨®n en las disciplinas hist¨®ricas. Puede decirse, de todos modos, que, en su conjunto, la cultura sovi¨¦tica est¨¢ cambiando en profundidad, pero a¨²n es gruesa la corteza de apat¨ªa entre las masas y de la propia juventud. Precisamente por esto, las dificultades econ¨®micas, y especialmente aquellas que se vinculan a los alimentos, pueden desempe?ar un papel decisivo en las orientaciones futuras.
En los otros pa¨ªses del Este que ya se han puesto en movimiento, el proceso de reformas ofrece diferencias: parece m¨¢s de aluvi¨®n en Hungr¨ªa, m¨¢s organizado en Polonia, a¨²n sometido en Checoslovaquia y en la RDA, disperso en Yugoslavia. Y, sin embargo, es evidente que todos estos pa¨ªses est¨¢n siendo transitados por un gran nerviosismo social y pol¨ªtico. Y en todos aflora con fuerza el redescubrimiento de la matriz com¨²n europea. A menudo, este redescubrimiento se orienta hacia la superficie brillante del consumismo, pero en lo profundo trabaja en una direcci¨®n que le permita reencontrarse con valores menos superficiales, algunos de los cuales han sido reducidos tanto, incluso en Occidente, que, con frecuencia, nosotros mismos nos lamentamos por ello.
Tal vez est¨¦ madurando una estaci¨®n nueva en Europa: una estaci¨®n de di¨¢logo y reconocimiento entre peque?os arroyos, en los cuales esa estaci¨®n parec¨ªa (y no lo estaba) dispersa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.