Estados Unidos y la 'contra' nicarag¨¹ense
La nueva Administraci¨®n norteamericana ha llegado al acuerdo de renunciar a la ingenua concepci¨®n de la ¨¦poca de Reagan de que era posible derribar a los sandinistas. En cambio, la nueva pol¨ªtica gira en tomo a la idea de limitar la revoluci¨®n nicarag¨¹ense a dicho pa¨ªs y emplear presiones diplom¨¢ticas y econ¨®micas para conseguir una mayor democratizaci¨®n del r¨¦gimen sandinista.George Bush y James Baker pretenden seguir enviando a los rebeldes nicarag¨¹enses una cantidad superior a los cuatro millones de d¨®lares mensuales hasta febrero,del a?o pr¨®ximo, paralizando el proceso s¨®lo despu¨¦s de las elecciones. Afirman que la contra es necesaria como un potencial palo para mantener la disciplina en Managua. El problema de este planteamiento de intermediario es que ya nadie fuera de Washinli,r,ton toma en serio a la contra, al menos no como una fuerza de combate.
La nueva estrategia Bush-Baker respecto a Nicaragua es razonable- en muchos aspectos. Pero tendr¨ªa muchas m¨¢s oportunidades de ¨¦xito si se abandonara la -Fantas¨ªa que a¨²n arrastra Washington de la era Reagan: que los contras pueden ser una fuerza Wable para tratar con los sandinistas. Esta pol¨ªtica ha ido fracasando l¨¢nguidamente, y la Administraci¨®n norteamericana se retirar¨ªa de mejor manera ayudando a los rebeldes nicarag¨¹enses a abandonar el campo de batalla.
27 de marzo
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