Cruce de caminos en La Habana
QUINCE A?OS han transcurrido desde que el ¨²ltimo secretario general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica -por entonces, Leonid Breznev- visitase Cuba. Quien lleg¨® a La Habana en 1974 era un hombre en plena decadencia fisica y pol¨ªtica, y lo hac¨ªa para reunirse con un l¨ªder reconocido dentro y fuera de las fronteras de su pa¨ªs, un hombre joven e imbuido todav¨ªa de un notable esp¨ªritu de rebeld¨ªa e independencia, Fidel Castro. La sola menci¨®n de su nombre provocaba a¨²n en Am¨¦rica Latina sobresaltos de admiraci¨®n y recelo.Ese mismo hombre va a estar hoy, domingo, sobre la pista del aeropuerto Jos¨¦ Mart¨ª, en La Habana, pero su barba cana ser¨¢ inocultable reflejo de unos a?os en los que la compleja din¨¢mica y el equilibrio de las relaciones internacionales parecen relegar al fundador del ¨²nico socialismo americano a un papel entre los comparsas de la funci¨®n. Va a recibir hoy a un hombre s¨®lo cinco a?os menor que ¨¦l, pero tocado con la distinci¨®n de los personajes que viven su plena juventud pol¨ªtica y condicionan su ¨¦poca, Mijail Gorbachov.
El encuentro entre ambos l¨ªderes est¨¢ lleno de expectaci¨®n e incertidumbres, que probablemente no se despejar¨¢n hasta que el paso del. tiempo permita ver los giros introducidos en sus respectivas pol¨ªticas. La visita que hoy inicia Gorbachov a Cuba est¨¢ precedida de algunos signos que resultan desalentadores para quienes recuerdan el papel positivo de Castro en cuanto a la promoci¨®n de transformaciones beneficiosas para el bienestar de las mayor¨ªas m¨¢s d¨¦biles. El presidente cubano ha criticado en los ¨²ltimos meses la perestroika y se ha presentado como el abanderado de unos principios socialistas que cuando menos est¨¢n sometidos a profundo debate en el primer pa¨ªs que los puso en pr¨¢ctica. Esas cr¨ªticas no pueden dejar de ser identificadas con el temor de Castro a la democracia, al pluralismo de ideas y a la apertura de un r¨¦gimen que en los ¨²ltimos a?os s¨®lo ha dado pasos atr¨¢s.
Hay que se?alar en el haber de los argumentos de Castro que la situaci¨®n geogr¨¢fica de Cuba -a 140 kil¨®metros de las costas de Estados Unidos y rodeada de pa¨ªses de econom¨ªa de mercado- no es precisamente un incentivo hacia la apertura. Pero tambi¨¦n se habr¨¢ de reconocer que las posiciones numantinas nunca han conducido a la salvaci¨®n de una causa, por muy leg¨ªtima que ¨¦sta sea.
Encerrarse en el dogma, en una ortodoxia en retroceso, aferrarse a la a?oranza de lo que se fue en un tiempo pasado para intentar convencerse de un discutible rol en la actualidad, s¨®lo conducir¨ªa al presidente de Cuba hacia el desprestigio y la automarginaci¨®n suicida. Dif¨ªcilmente podr¨¢ perdonar la historia que Fidel Castro se convierta en una piedra en el camino renovador emprendido por Mijail Gorbachov. Por el contrario, lo que se puede esperar -lo que incluso los antiguos y nuevos seguidores de Castro pueden esperar- es que el l¨ªder cubano se suba al tren de la perestroika y recorra con ¨¦l un continente americano que le acaba de abrir sus puertas y que est¨¢ muy falto de posiciones moderadas y reconciliadoras. Escudarse en un supuesto independentismo y nacionalismo para huir de la reestructuraci¨®n sovi¨¦tica es una raz¨®n inveros¨ªmil y obliga a recordarle al dirigente cubano los tiempos en que respaldaba sin rechistar las invasiones de Checoslovaquia y Afganist¨¢n.
Del sentido pragm¨¢tico de Castro en el futuro cabe esperar una actitud conciliadora con las ideas del visitante a quien recibe hoy. Pero si esto no fuese suficiente, Gorbachov puede esgrimir para convencer a su interlocutor poderosas razones econ¨®micas. El Gobierno sovi¨¦tico dedica cada a?o al menos 4.000 millones de d¨®lares para el mantenimiento de Cuba como el ¨²nico pa¨ªs americano del Consejo de Asistencia Econ¨®mica Mutua (CAME). No es aventurado decir que la econom¨ªa cubana simplemente no podr¨ªa subsistir sin esa ayuda. Pensar que el presidente de la URSS va a exigir a sus aliados caribe?os similares condiciones de eficacia que las que pide en su propio pa¨ªs es mucho m¨¢s que una simple especulaci¨®n, pero no impide la utilizaci¨®n de la ayuda como leg¨ªtima medida de presi¨®n para allanar un camino ya de por s¨ª tortuoso.
Tendr¨¢n que dejar Gorbachov y Castro un hueco en su agenda para tratar la crisis de la deuda externa latinoamericana y el siempre empantanado conflicto centroamericano. Nada de lo que ocurre en El Salvador y en Nicaragua les es ajeno a ninguno de los dos personajes que a partir de hoy se re¨²nen en La Habana. Recae, por tanto, sobre ellos la responsabilidad de favorecer f¨®rmulas que acerquen a los centroamericanos a una soluci¨®n pac¨ªfica. Muchas declaraciones se han hecho al respecto, pero cabe esperar ahora compromisos m¨¢s concret¨®s y la articulaci¨®n de una pol¨ªtica que verdaderamente conduzca a la salida de la regi¨®n de todas las fuerzas extranjeras, sin excepci¨®n.
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