Un problema transcultural
El consumo de sustancias o drogas capaces de potenciar la capacidad humana o provocar placer constituye un hecho tan antiguo como la humanidad. El autor de este art¨ªculo considera que con el devenir del tiempo el desarrollo de las comunicaciones, de la farmacolog¨ªa, y fundamentalmente del narcotr¨¢fico como negocio, han supuesto una modificaci¨®n en los h¨¢bitos de consumo de sociedades familiarizadas con sus propios t¨®xicos, lo que ha producido efectos imprevisibles y ha convertido las drogas en un problema transcultural.
El efecto de urgencia social que ha producido en la opini¨®n p¨²blica la adicci¨®n a determinado tipo de drogas ha generado una demanda de acci¨®n inmediata a los poderes p¨²blicos.Los sentimientos de temor y descontrol presentes en la sociedad se han visto reforzados por el incremento de la mortalidad durante los ¨²ltimos a?os, debida fundamentalmente a la sobredosificaci¨®n y a la particular incidencia del SIDA entre los drogadictos.
En Europa tanto el tratamiento como la consecuente organizaci¨®n de los servicios especializados se ha centrado en los alcoh¨®licos y en los adictos a la hero¨ªna (eje de la conducta politoxic¨®mana), que en su gran mayor¨ªa son de sexo masculino; los consumidores habituales de tranquilizantes, hipn¨®ticos, cannab¨¢ceos, psicoanal¨¦pticos (coca¨ªna y anfetaminas) y alucin¨®genos suponen, por el momento, una demanda sanitaria comparativamente irrelevante y que generalmente se presenta como emergencia psiqui¨¢trica.
El cambio notorio que se est¨¢ produciendo en las pautas de uso de la hero¨ªna (consumidores de fin de semana, junto con el abandono de la v¨ªa intravenosa de administraci¨®n) y el envejecimiento de la poblaci¨®n cronificada hacen prever que en un futuro mediato la hero¨ªno-dependencia sea en t¨¦rminos comparativos estad¨ªsticamente irrelevante.
Cambio de h¨¢bitos
Esta remisi¨®n tiene como contrapartida un significativo incremento en el tr¨¢fico de coca¨ªna; sus efectos estimulantes, su poder de neutralizar la depresi¨®n, la ausencia de s¨ªntomas cl¨ªnicos evidentes a medio plazo, las pautas de consumo silentes, unidas a la dificultad para demostrar que ocasiona una dependencia f¨ªsica clara cuando es usada por v¨ªa nasal y el hecho de que incida principalmente sobre una clase social' marcada por el af¨¢n competitivo, la productividad y/o el ¨¦xito, hacen que por el momento, desde el punto de vista de la angustia social y de la demanda sanitaria, la dependencia ps¨ªquica de este estimulante y sus consecuencias f¨ªsicas no se puedan comparar con la psicosom¨¢tica de los opi¨¢ceos.
De todas maneras, cocarar parece ser uno de los negocios m¨¢s rentables de los narcotraficantes.
Inclinaci¨®n ancestral
La inclinaci¨®n ancestral del hombre de todas las culturas al uso de sustancias embriagantes,-euforizantes o narcotizantes -toxicofilia- puede ser considerada como un aut¨¦ntico paradigma del malestar que late en el seno de la cultura. Su existencia pareciera destinada a ocupar -junto con el proceso de sublimaci¨®n- el espacio vac¨ªo que media entre lo necesario (funci¨®n natural) y lo deseado (funci¨®n simb¨®lica).
La utilizaci¨®n de sustancias naturales capaces de alterar los estados de consciencia ha desempe?ado a lo largo de la historia de la humanidad diversas funciones (adaptativas, m¨ªsticas, curativas y/o l¨²dicas) relacionadas con el cuerpo de creencias y rituales que sustentan y dan sentido al modo de vida de una sociedad condicionada por las caracter¨ªsticas ecol¨®gicas de su entorno.
El devenir del tiempo, el desarrollo de las comunicaciones, de la industria farmacol¨®gica y, fundamentalmente, la utilizaci¨®n de la droga como negocio han supuesto un cambio cualitativo y cuantitativo en su din¨¢mica, en su difusi¨®n y en el tipo de consumo, cristaliz¨¢ndose hoy como un problema transcultural.
Sustancias hasta hace poco tiempo desconocidas irrumpen en culturas tradicionalmente familiarizadas con sus propios t¨®xicos produciendo efectos sociales imprevisibles de forma aprior¨ªstica. Las leyes de oferta y demanda determinan un movimiento internacional tendente a la apertura de mercados de consumo clandestino y a la introducci¨®n de nuevos productos mediante la red comercial establecida; su represi¨®n y control total parece bastante improbable a juzgar por sus caracter¨ªsticas y por los resultados obtenidos hasta el momento.
Contradicciones ¨¦ticas
La discusi¨®n p¨²blica iniciada en diversos pa¨ªses europeos sobre el argumento de la legalizaci¨®n internacional y el control estatal de determinado tipo de drogas -como m¨¦todo para desarticular el tr¨¢fico y aumentar el grado de seguridad p¨²blica y de la salud del usuario- est¨¢ poniendo de manifiesto las contradicciones ¨¦ticas, ideol¨®gicas y cient¨ªficas que subyacen al planteamiento del problema. Independientemente de las conclusiones a que se arribe, y que por el momento tienden a descalificarlo, desde la perspectiva de la salud p¨²blica, debemos contar con su. existencia y prever su integraci¨®n en determinadas subculturas. La gesti¨®n del fen¨®meno y su restricci¨®n al campo sociosanitario espec¨ªfico -gobierno epidemiol¨®gico- implica como primera necesidad una aproximaci¨®n cient¨ªfica objetiva que, por definici¨®n, debe prescindir de razonamientos morales o pol¨ªticos, de la misma manera que se ha hecho con las dependencias consustanciales a nuestra cultura y que se hace con los nuevos productos de consumo, que, disponibles, pueden representar un peligro potencial para la salud f¨ªsica y ps¨ªquica de los individuos.
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