El "Irangate" salpica a Bush
Un documento oficial revela que el entonces vicepresidente particip¨® en la operaci¨®n de armar a la 'contra'
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El actual presidente de Estados Unidos no se salv¨® del Irangate, como ha pretendido siempre. George Bush, entonces vicepresidente, estuvo directamente implicado en la operaci¨®n ?legal de armar a la contra, cuando el Congreso lo hab¨ªa prohibido, y que concluy¨® con el esc¨¢ndalo Irangate. Resucita as¨ª, fugazmente, un caso pol¨ªticamente cerrado, pero que a¨²n colea ante un tribunal de Washington.Un documento oficial del Gobierno, presentado por la defensa de Oliver North en el juicio que se le sigue en Washington por la conspiraci¨®n que conmociona a la presidencia de Ronald Reagan, deja clara la implicaci¨®n de Bush, junto con el resto de los altos cargos de la Administraci¨®n, en las operaciones de conseguir ayuda militar para los contras, utilizando terceros pa¨ªses.
Por primera vez desde que estall¨® el esc¨¢ndalo, Bush, que se salv¨® por el informe de la comisi¨®n Tower y por las investigacines del Congreso, aparece como el emisario personal "discreto" de la operaci¨®n secreta de ayuda ?legal a los antisandinistas, en un viaje a Honduras en 1985.
Bush, que ha dado un giro de 180 grados en la pol¨ªtica hacia Centroam¨¦rica seguida por Reagan, abandonando la opci¨®n militar en Nicaragua en beneficio de la diplomacia, asegur¨® ayer que no ha visto el documento y que no le preocupa.
El pol¨¦mico texto, que s¨®lo cuenta lo que el Ejecutivo quiere ahora desvelar, significa que ni el informe Tower, ni las comisiones del Congreso fueron capaces, en meses de investigaci¨®n, de descubrir la realidad.
LAD
Emisario a Honduras
El documento presentado en el juicio por los abogados de North muestra que Bush, como vicepresidente, fue el emisario de Reagan al presidente de Honduras, Roberto Suazo, en uno de los m¨²ltiples acuerdos con pa¨ªses aliados para que suministraran armas a los contras.
El vicepresidente se mostr¨® partidario, en una reuni¨®n en la Casa Blanca en 1984, de utilizar a terceros pa¨ªses para burlar la prohibici¨®n del Congreso. Y el 16 de marzo de 1985 volaba a Tegucigalpa para ofrecer a Suazo C¨®rdova m¨¢s de 110 millones de d¨®lares de ayuda econ¨®mica y militar para Honduras a cambio del favor. Era la puesta en pr¨¢ctica del plan secreto aprobado por Reagan para "estimular" a los hondure?os a ayudar a los antisandinistas. Todo se hizo, sin embargo, con gran cuidado y el trato -ayuda a cambio de fusiles para los contras- no se reflej¨® en ning¨²n papel como tal.
El documento usado por North revela que Reagan pidi¨® a 10 pa¨ªses (Israel, Corea del Sur, Taiwan, China -Pek¨ªn envi¨® misiles antia¨¦reos a los contras-, Guatemala, Honduras, Panam¨¢ y tres m¨¢s, no identificados) que ayudaran a los rebeldes antisandinistas.
Tambi¨¦n descubre que el general paname?o' Noriega ofreci¨®, en agosto de 1986, asesinar a la c¨²pula sandinista a cambio de que EE UU "limpiara su imagen de narcotraficante.
La versi¨®n de un Bush igno rante de todo lo que pasaba a su alrededor, a pesar de su alto cargo, se hab¨ªa mantenido inc¨®lume hasta ahora. Pero un documento de 42 p¨¢ginas, elaborado por el Gobierno federal y que ha permitido que se haga p¨²blico para evi tar que North utilice otros papeles que podr¨ªan da?ar m¨¢s la seguridad nacional, hace saltar por los aires su inocencia.
El juicio de Oliver North, seguido con una sorprendente indi ferencia por una opini¨®n p¨²blica cansada y que desenchuf¨® cuan do supo que no hab¨ªa una "pistola humeante" que podr¨ªa haber acabado con Ronald Reagan est¨¢ demostrando sin embargo que la conspiraci¨®n para saltarse la ley y enga?ar al Congreso fue m¨¢s profunda de los que se cre¨ªa y estaba dirigida directamente desde el despacho presidencial.
North, que el jueves declar¨® por primera vez en su juicio, jur¨® que siempre actu¨® bajo ¨®rdenes y con el expreso permiso de sus superiores.
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