Segunda vuelta
Nada m¨¢s terminar la jornada electoral del 26 de marzo, Mijail Gorbachov ha vuelto a tomar su cayado de peregrino. Ha abogado en La Habana (donde su perestroika no dice nada a Fidel Castro) por la "unidad en la diversidad", repitiendo una vez m¨¢s que la URSS ya no se injerir¨¢ en los asuntos internos de sus aliados. Este compromiso (que ya asumi¨® durante la reciente visita a Mosc¨² del l¨ªder h¨²ngaro Grosz) s¨®lo puede encontrar un eco favorable en Londres, segunda etapa de su peregrinaje. Margaret Thatcher ya hab¨ªa descubierto en Gorbachov una vocaci¨®n reformadora en diciembre de 1984, cuando este ¨²ltimo s¨®lo era candidato al poder supremo. Hoy d¨ªa sus actos confirman que est¨¢ decidido a cambiar su pa¨ªs de arriba abajo incluso m¨¢s all¨¢ de lo previsto.Aclamado en el extranjero, el l¨ªder sovi¨¦tico vuelve a su casa justo a tiempo para la segunda vuelta de las elecciones en las 8 circunscripciones de Mosc¨² y en otras 60 de provincias. En las otras 200 circunscripciones en que los candidatos (uno solo o varios) no hayan alcanzado el 50% de los votos, s¨®lo se votar¨¢ en el mes de mayo, despu¨¦s de haber recorrido de nuevo todo el complejo procedimiento electoral. En raz¨®n de este retraso, el Congreso de los Diputados no se reunir¨¢ hasta el 26 de mayo, en vez de a finales de abril como estaba previsto.
Pero seguramente el clima pol¨ªtico de la capital le va a crear grandes problemas como contrapartida. He escuchado este veredicto lapidario por las cuatro puntas de Mosc¨² en las reuniones de los diferentes c¨ªrculos de discusi¨®n: "Ya no somos los mismos despu¨¦s del voto del 26 de marzo"; y la asistencia siempre aplaud¨ªa sin exigir precisiones. Si predomina el buen humor en estas asambleas que a veces duran cuatro, seis o incluso ocho horas, se debe a que los intelectuales moscovitas han descubierto que no predicaban en el desierto gracias a los resultados electorales. Escuchan ¨¢vidamente detallados testimonios sobre el escrutinio en tal o cual circunscripci¨®n, unas veces en la de Bielorrusia (que se encuentra muy pr¨®xima) y otras en la de Kernerovo, en la lejana cuenca aceitera de Asia, en el otro confin del pa¨ªs. Evidentemente, jam¨¢s se deja de evocar el caso deVolvogrado, que, una vez m¨¢s, como se dice en plan de broma, ha hecho honor a su apelativo de ciudad heroica.
Tenemos que remontarnos un poco hacia atr¨¢s para comprender esta euforia postelectoral; se ha proyectado en la Casa del Cine un largometraje muy bien filmado sobre las manifestaciones de Mosc¨² de los tres ¨²ltimos a?os. Generalmente han sido disueltas sin miramiento y sin demasiados esfuerzos, ya que s¨®lo reun¨ªan algunas centenas de personas. Para subrayar la diferencia, el director hab¨ªa insertado a discreci¨®n algunos planos de manifestaciones gigantescas de los frentes populares de los pa¨ªses b¨¢lticos y el contraste era sorprendente: estaba claro que la movilizaci¨®n desde abajo no cuajaba en Rusia, no llegaba a coagularse. De ah¨ª el sentido de aislamiento que reinaba en los moscovitas yen su convicci¨®n de que la gran masa de los sovi¨¦ticos permanec¨ªa inerte. Un sondeo de opini¨®n sobre la actitud de los trabajadores hacia la nueva ley electoral ha servido para reforzar m¨¢s esta convicci¨®n: el 56% de los encuestados ni siquiera conoc¨ªa la existencia de la ley pluralista. Por tanto, era l¨®gico prever que esta mayor¨ªa silenciosa votar¨ªa a la manera antigua por el candidato elegido por el aparato del partido. De pronto, al darse cuenta de que dicha mayor¨ªa ha votado, por el contrario, mucho y con gran discernimiento, sin el menor prejuicio antiintelectual, sabiendo ¨ªncluso distinguir entre los nuevos nombres del partido y los perros viejos, naturalmente que los c¨ªrculos moscovitas han comprendido enseguida que "ya no somos los mismos'.
Pero esto no es todo. Yuri Budarov, un escritor ambicioso, muy bien colocado y con actitud de perdonavidas ante los extranjeros y francmasones, eligi¨® acceder al puesto de diputado no ya en el colegio de diputados sino en Volvogrado. Se dice que pretend¨ªa llegar al Congreso del Pueblo montado en un caballo blanco y convertirse en primer ministro. Al haber alcanzado enormes tiradas con sus novelas de guerra, se le deb¨ªa considerar en el antiguo Stalingrado como a un h¨¦roe imbatible, de forma que s¨®lo ten¨ªa como ¨²nico adversario a un tal Kissiliov, un komsomolets de 23 a?os. Pero cuando propuso devolver a Volvogrado el nombre que ten¨ªa en tiempos de la batalla heroica de 1942, Budarov ha arruinado su suerte. Se le ha derrotado por completo, ya que s¨®lo ha conseguido el 18% de los votos, lo que nos confirma que en la actualidad todo aquello que huela a Stalin produce repulsi¨®n en los sovi¨¦ticos en lugar de seducirles.Por tanto, los aires han cambiado. Incluso el propio Boris Eltsin (el ¨²nico que sab¨ªa que saldr¨ªa elegido) s¨®lo apostaba por 20 o 30 diputados para constituir junto a ¨¦l, no ya una oposici¨®n, sino un grupo de iniciativa capaz de influenciar a la futura asamblea. Tras la primera vuelta, el n¨²mero de candidatos de su grupo se ha multiplicado por 20 o 30 y lo que es m¨¢s, se ha creado una din¨¢mica que permite que sus partidarios alberguen la esperanza de arrancar al poder, si no los 267 esca?os completos, s¨ª al menos una mayor¨ªa muy consistente. Evidentemente, no hay que identificar a sus partidarios con los de los diferentes grupos de intelectuales, ya que ellos se sit¨²an en las ant¨ªpodas, atendiendo a su gran proporci¨®n de puntos. Pero su aumento constituye un nuevo reparto de la pol¨ªtica sovi¨¦tica, de lo que Gorbachov no puede dejar de sacar conclusiones. Curiosamente, compart¨ªa la misma premisa que los c¨ªrculos moscovitas durante la XIX Conferencia pansovi¨¦tica del PCUS: al ser un pa¨ªs amorfo, hay que poner la democracia en pr¨¢ctica por etapas, eligiendo en primer lugar el Congreso del Pueblo y, al oto?o siguiente, los Soviets republicanos y locales. Y como estaba convencido de que estos Soviets ser¨ªan m¨¢s bien raqu¨ªticos, propuso que los dirigentes del partido asumieran su presidencia para conferirles m¨¢s autoridad. Tras las elecciones del 26 de marzo, este esquema se encuentra en plena crisis: al haberse verificado a trav¨¦s de laexperiencia que los responsablers del PCUS no son capaces, salvo excepciones, de hacerse elegir (y que en el oto?o todav¨ªa tendr¨¢n menos oportunidades), los sovi¨¦ticos han comprendido que su voto no es una formalidad y que pueden utilizarlo eficazmente.
"Nos hemos parecido durante mucho tiempo a Caperucita Roja", cuenta un amigo soc¨ª¨®logo, "y nos content¨¢bamos con preguntar: Abuelita, ?por qu¨¦ tienes las manos tan grandes o por qu¨¦ tienes los dientes tan largos? Ahora sabemos que bajo la cobertura del aparato ya no est¨¢ nuestra abuelita; ya no hacemos preguntas pero estamos seriamente decididos a no dejarnos devorar".
"No drarnaticemos", respond¨ªa acalorado un importante redactor de Izi,estia. En lo que se refiere a Gorbachov, ¨¦ste ha subrayado en su discurso a la Prensa que los electores han votado por la perestroika y por la democratizaci¨®n, cosa de la que no cabe duda. Tambi¨¦n ha dicho que se ha castigado a los responsables del partido (que han sido desautorizados por los electores) por su desenvuelta actitud y su f¨¢lta de ardor por la perestroika. Cae por su propio peso que no se pueden presentar los mismos dirigentes a una nueva elecci¨®n dentro de tres meses. Si Gorbachov se at¨ªene a su esquema inicial de los Soviets, debe transformar su partido muy r¨¢pidamente, confiando los puestos directivos a quienes hayan superado la prueba electoral, es decir, tiene que desmantelar las reglas de promoci¨®n jer¨¢rquica en el seno de la nomenklatura. Porque, aunque es verdad que hasta este momento Gorbachov desplaza a muchos cuadros directivos -seg¨²n ¨¦l se han reemplazado dos tercios-, siempre se hac¨ªa dentro de un c¨ªrculo preseleccionado: se traslad¨® a Mosc¨² al secretario de Leningrado y al de Mosc¨² a Leningrado... Tratar de que los componentes de dicho c¨ªrculo "cambien su estilo de trabajo", como se?al¨® el Pravda, ser¨ªa una utop¨ªa pero romper este c¨ªrculo tampoco es una tarea f¨¢cil. Gorbachov dispone de tres nieses para decidir.
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