Hait¨ª, sin novedad en los 'leopardos'
Mandos de la unidad antiguerrillera aseguran que acatan la autoridad del presidente Avril
"Todo se acab¨®. Estamos sin fisuras, bajo el mando de la jefatura de las fuerzas armadas", declar¨® el mi¨¦rcoles a EL PA?S el mayor Jonas Jean, de la unidad de elite antiguerrillera Leopardos, que protagoniz¨® la pasada semana una rebeli¨®n contra el presidente haitiano, Prosper Avril, que, en palabras de este ¨²ltimo, puso al pa¨ªs "al borde del abismo". Esa proclamaci¨®n de lealtad no oculta, sin embargo, un sentimiento de recelo hacia el actual r¨¦gimen ni presupone para el futuro un sometimiento firme a toda prueba.
Los Leopardos es una unidad especial creada por el dictador Jean-Claude Duvalier en las postrimer¨ªas de su mandato y que es la tercera fuerza de choque del pa¨ªs, por su importancia num¨¦rica (450 hombres).Tras la rendici¨®n del otro protagonista de? mot¨ªn, el batall¨®n Dessalines, quedaba por aclarar la actitud de los leopardos. Avril, el pasado lunes, dijo que el regimiento se manten¨ªa dentro de la disciplina castrense, bajo las ¨®rdenes del n¨²mero dos de la unidad, esto es, no reconociendo al n¨²mero uno, nombrado por Avril.
El relato de los hechos arranca de la noche del 1 al 2 de abril, cuando el jefe del regimiento Leopardos, coronel Himler Rebu, se rebela contra la destituci¨®n de mandos militares acusados por Avril de participar en el tr¨¢fico de drogas; detiene al presidente y a varios miembros de su familia y pide al jefe del Ej¨¦rcito, general Herald Abraham, que asuma el mando del pa¨ªs. La guardia presidencial libera al presidente, que recupera el poder el 2 de abril. Rebu y los otros mandos implicados en la rebeli¨®n y en el narcotr¨¢fico pueden abandonar. el pa¨ªs, y se refugian en EE UU. A continuaci¨®n, se produce la rebeli¨®n del batall¨®n Dessalines y la vuelta a entrar en acci¨®n de los leopardos, en solidaridad con los amotinados.
"Todo est¨¢ tranquilo"
Pero la historia, seg¨²n el mayor Jonas, marcha por un camino diferente. "Como usted puede ver, aqu¨ª todo est¨¢ tranquilo", afirma. "Todo se acab¨®. Somos parte delas fuerzas armadas y, como tales, acatamos el mando de las mismas. No hay fisuras con el mando".
No entra en las razones del levantamiento del coronel Rebu contra Avril, pero a continuaci¨®n explica su solidaridad con ¨¦l por parte de los leopardos. Su discurso es el siguiente: "Ha habido un intento de golpe de Estado, en el que particip¨® el anterior jefe de los leopardos (Rebu) con soldados que le obedecieron, pero no hay que confundir esto con el regimiento completo. La primera reacci¨®n de los leopardos fue impedir que el coronel Rebu fuese pasado por las armas y que no hubiese represalias".
A la pregunta de por qu¨¦ apoyaron la rebeli¨®n posterior del batall¨®n Dessalines, responde: "Nos enteramos del problema planteado por el batall¨®n Dessalines por la radio, sab¨ªamos que respond¨ªa a intereses que quiz¨¢ pudieron coincidir con' los nuestros, pero nosotros permanecimos en el cuartel. Si hubi¨¦semos entrado en combate (se r¨ªe) habr¨ªamos ganado, sin duda".
Seg¨²n la visi¨®n de? oficial, s¨®lo hubo enfrentamiento entre Dessalines y la guardia presidencial. "Miente", comenta nuestro ch¨®fer al salir. "Los leopardos sembraron el terror esos d¨ªas en Delmas y Petionville, zonas que controlaban".
Pero la despedida del cuartel permite dejar las espadas en alto. Al caminar hacia la puerta, un soldado se entera de la nacionalidad de este enviado y, en un castellano elemental, pero medianamente inteligible, da una versi¨®n de la situaci¨®n muy en l¨ªnea con la que hab¨ªa sido manejada por los observadores y diferente a la de su oficial. "Avril miente y es un traidor a los soldados y al pueblo haitiano, al que est¨¢ enga?ando", dice. "Si yo lo tuviese delante, como est¨¢ usted ahora, le matar¨ªa inmediatamente". Seg¨²n su visi¨®n de los hechos, ha habido una conjunci¨®n de intereses del batall¨®n Dessalines, los leopardos y una parte de la guardia presidencial. "Por su propio inter¨¦s, Avril ha dividido al Ej¨¦rcito: en primer lugar, en la guardia presidencial ha formado dos partes, soldados que ganan 40 y 50 d¨®lares y otros que s¨®lo tocan centavos. Luego deja las mejores armas para sus leales, y a nosotros nos toca lo peor, no tenemos blindados y los ca?ones explotan al disparar. Por eso estamos juntos los pobres de la guardia presidencial y los leopardos".
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