Remiendos y pedazones
Osborne / Mendes, Soro, N. de la TaurinaDos toros (2 2 y 3-1) de Francisco Javier Osborne, desiguales de presencia, flojos; 12 y 6-1 de Romao de Moura, con trap¨ªo, uno noble, otro deslucido; 42 sobrero de Juan Andr¨¦s Garz¨®n, bien puesto, manso, y 5-1 sobrero de PeraIta, serio, aplomado. V¨ªctor Mendes: pinchazo y estocada ladeada (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo a toro arrancado, dos pinchazos y cuatro descabellos (aplausos y saludos). El Soro: estocada corta (aplausos y saludos); pinchazo, estocada trasera y tres descabellos (silencio). Ni?o de la Taurina: dos pinchazos y estocada (palmas); bajonazo y descabello (silencio). Plaza de la Maestranza, 15 de abril 'por la tarde). 11? corrida de feria.
ENVIADO ESPECIAL.
Al hermoso lienzo de la fiesta le pusieron ayer muchos remiendos y pedazones. Esta anacre¨®ntica figura ret¨®rica se alquila. Al hermoso lienzo de la fiesta le dejaron hecho un cuadro. Toros de cuatro ganader¨ªas salieron para remendar lo que no ten¨ªa compostura. A cualquier ganader¨ªa le puede salir un toro chungo que reclame sobrero. Pero ese no era el caso de ayer. Ayer todos los toros estaban chungos, los titulares, los repuestos de los titulares, los sutitutos y los sustitutos de los sustitutos.
Remiendos y pedazones en toda la corrida, la fiesta -el hermoso lienzo que debiera ser hecha un cuadro, el p¨²blico pegando bostezos..., y, a todo esto, los toreros jug¨¢ndose la vida, pr¨¢cticamente para nada. No para la nada absoluta, claro, pues la afici¨®n percibi¨® su voluntad de agradar y su m¨¦rito al intentar reconducir por donde mandan c¨¢nones aquellas embestidas ¨¢speras, o cortas, o simplemente nulas. Distinto es que el p¨²blico en general percibiera algo m¨¢s que el tost¨®n insoportable que result¨® la corrida, s¨®lo amenizada, a sus efectos -los del p¨²blico en general- durante los tercios de banderillas.
Para el toreo hubo un prime toro boyante que V¨ªctor Mendes no aprovech¨® a pesar de que le dio muchos y muy voluntariosos pases, m¨¢s un cuarto, manso, querencioso a toriles, que le estuvo ganando terreno a Mendes hasta que consigui¨® su perverso prop¨®sito de refocilarse con la caliente peste a bo?iga que emana aquel lugar. Mendes se opon¨ªa a esta fuga (quiz¨¢ por los mismos motivos), pero una vez toro y torero estuvieron all¨ª, la labor result¨® un poco m¨¢s f¨¢cil. El toro se encontraba a gusto y a¨²n admiti¨®, mal que bien, docena y media de naturales.
El resto del espect¨¢culo consisti¨® en devolver toros al corral, cabestros, versallescas cesiones de banderillas, banderillazos, toros cejitrancos, burritontos, fierimulos, y toreros porfiando pases con denuedo. El Soro, que desde sus tres valerosas largas cambiadas a porta gayola se gan¨® el respeto del p¨²blico de la Maestranza, estuvo variado con el capote incluy¨® quites por navarras y faroles, aguant¨® muleta en mano las medias arrancadas. Ni?o de la Taurina, muy entero, muy torero, con una tranquilidad propia de veterano (y por edad no lo es: a¨²n tiene que hacer la mili), busc¨® por los cuatro pitones (los dos del tercero m¨¢s los dos del sexto, en total cuatro) la posibilidad remota de embarcar otras tantas embestidas que asimismo resultaron cortas, reservonas, inciertas y hasta peligrosas.
El n¨²mero fuerte de los matadores-banderilleros es, naturalmente, banderillear, y lo hicieron seg¨²n acostumbran: ofreci¨¦ndose amablemente garapullos en los tres primeros toros, actuando individualmente en los tres ¨²ltimos. Tardaron mucho en ejecutar las suertes, y no estuvieron especialmente brillantes. Tambi¨¦n seg¨²n acostumbran, Mendes reun¨ªa con autenticidad, Ni?o de la Taurina aport¨® buen oficio, El Soro, espect¨¢culo.
El espect¨¢culo del Soro alcanza la cumbre cuando hace la suerte corriendo en vertiginoso tirabuz¨®n por medio ruedo. Es un ¨¦xito cantado en cualquier plaza, pero faltaba ver c¨®mo responder¨ªa la Maestranza. Y pues se encontr¨® con la sorpresa de que la Maestranza respond¨ªa superior, repiti¨® el n¨²mero tres veces, tres. ?La que arm¨®! Por un momento, la plaza entera, salvo sectores emergentes de afici¨®n consternada, estuvo a punto de hacerse sorista. Valencianos llegados para la presentaci¨®n del Soro en Sevilla hab¨ªa all¨ª, y les ca¨ªan por las mejillas l¨¢grimas del tama?o de garbanzos.
La noche se echaba encima, encendieron luces y el albero adquiri¨® tonos bronc¨ªneos. Pas¨® por sobre la Maestranza un globo y se detuvo un ratito. Hay que ver lo que inventan para colarse en los toros. S¨®lo un ratito se detuvo, pues al comprobar que todo lo de all¨¢ abajo estaba hecho de remiendos y pedazones, se larg¨® con viento fresco hacia el Bajo de Gu¨ªa, donde hay langostinos, y esas codiciadas piezas de orfebrer¨ªa dan mejor espect¨¢culo.
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