El compromiso de Aristegui
La MUERTE del embajador de Espa?a en L¨ªbano, Pedro Manuel de Ar¨ªstegui, en medio de la batalla que desde hace m¨¢s de un mes libran en Beirut la facci¨®n cristiana del Ej¨¦rcito liban¨¦s, que dirige el general Michel Aun, y el Ej¨¦rcito sirio, con el apoyo de: las milicias musulmanas, muestra c¨®mo este pa¨ªs de: Oriente Pr¨®ximo ya no se encuentra en situaci¨®n de hacer frente ni siquiera a la m¨¢s elemental y tradicional de las obligaciones de los Estados: la de proteger y asegurar la vida de quienes representan en, su territorio a la comunidad internacional. Este grave suceso no s¨®lo pone en evidencia el deterioro de: la estructura de L¨ªbano como Estado. Es tambi¨¦n, o deber¨ªa serlo, un serio aldabonazo para la comunidad internacional de pa¨ªses, sobre todo para las grandes potencias, que permanecen irresponsablemente paralizadas ante la tragedia libanesa. Nadie en el mundo civilizado puede permanecer inactivo frente a una tragedia que ha liquidado a un pa¨ªs otrora ejemplo de cultura y convivencia.Por las informaciones que se tienen, el cohete que cay¨® sobre la residencia de la Embajada espa?ola en Beirut (situada en el sector cristiano) fue disparado desde las posiciones sirias o de sus aliados musulmanes con precisi¨®n certera. No s¨®lo ocasion¨® la muerte del embajador espa?ol, sino tambi¨¦n la de su suegro (el escritor Tufic Yusef Awad) y la de su cu?ada Samia Awad, y heridas graves a su esposa (Jumana de Ar¨ªstegui). Si se confirma que esto ha sido as¨ª, Siria debe una explicaci¨®n de lo sucedido a Espa?a, y el Gobierno espa?ol debe, en su caso, exig¨ªrsela. Incidentes de tanta gravedad no pueden quedar impunes, ni puede conformarse nuestro Gobierno con meras excusas formales. En todo caso, el Gobierno espa?ol, como presidente comunitario, tiene ahora a¨²n mayor justificaci¨®n para exigir del sirio la suspensi¨®n inmediata de los bombardeos. Un embajador muerto es un muerto m¨¢s, pero su muerte es un s¨ªmbolo tr¨¢gico de que se ha roto el eslab¨®n m¨¢s elemental de la cohesi¨®n de un pa¨ªs: el que le ata a la comunidad civilizada.
El embajador espa?ol muerto en el volc¨¢n liban¨¦s lo era tambi¨¦n en estos momentos de la Comunidad Europea, que Espa?a preside actualmente. Es muy sintom¨¢tico que la Embajada espa?ola en Beirut haya sido tan tr¨¢gicamente atacada en el preciso momento en el que estaban en curso negociaciones para el desembarco de la ayuda humanitaria enviada por Francia a L¨ªbano, a la que Siria ha opuesto una fuerte resistencia. La desaparici¨®n en estas circunstancias del hombre que en los ¨²ltimos cinco a?os ha representado los intereses espa?oles en L¨ªbano y desde enero pasado los de la CE coloca a Espa?a en la tesitura de decidir si todav¨ªa merece la pena seguir en este pa¨ªs convulsionado de Oriente Pr¨®ximo. Cuando varios Gobiernos, algunos de ellos europeos, decidieron abandonar Beirut, Espa?a opt¨® por permanecer, en gran medida por insistencia del embajador fallecido. Pedro de Ar¨ªstegui siempre mantuvo la firme esperanza en el futuro de L¨ªbano, y nunca retrocedi¨® en la defensa, aun con grave riesgo personal, de los intereses espa?oles y de todo aquello que favoreciera la paz.
?Cu¨¢ndo llega el momento de aceptar que las condiciones no justifican la presencia de una representaci¨®n diplom¨¢tica en un pa¨ªs? En el caso de L¨ªbano es preciso constatar que hace ya tiempo. Para Espa?a, s¨®lo la voluntad del embajador Ar¨ªstegui retras¨® una decisi¨®n ya inevitable desde que hace tres a?os fuera secuestrado. ?se fue entonces el resultado de su intenso compromiso con la paz libanesa. Ese compromiso le cost¨® ayer la vida.
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