El silencio sonoro
Aqu¨ª lo degradaron con el reclamo de un aire de follet¨ªn: La culpa ajena, pero su t¨ªtulo es el hermoso Lirios rotos que sintetiza la exquisita combinaci¨®n entre explosi¨®n l¨ªrica y fractura tr¨¢gica que este inmortal filme contiene. TVE nos lo regal¨® la madrugada del domingo. La peque?a pantalla creci4, Hoy con El maquinista de la General, volver¨¢ el milagro.Lirios rotos tiene 70 a?os; El maquinista de la Genaral m¨¢s de medio siglo. Son cine mudo, pero decir esto ante obras que son pura elocuencia, arquitec tura de silencios sonoros, sue na a nada. Lirios rotos es una de las grandes obras de Griffith y en ella est¨¢ todo lo que entendemos por cine en el estado de inocencia de un arte que enton ces no ten¨ªa espaldas que guar dar. Mientras inventaba el cine, Griffith lo elev¨® a cum bres. Lirios rotos es una y el Keaton de La General aprendi¨® de ella la perfecci¨®n que en cierra la paradoja de la elo cuencia muda, del silencio sonoro.
Se dice que la pintura moderna comenz¨® el mismo d¨ªa que alguien se dio cuenta de que el cafre prehist¨®rico que colore¨® las piedras de una cueva c¨¢ntabra era un refinado arist¨®crata contempor¨¢neo. Otro tanto ocurre con estas re liquias de la arqueolog¨ªa del cine. Lirios rotos y su ant¨ªpodaheredera La General son filmes que nacieron para ser de siempre, como piedras protegidas por la tierra de la ofensa del tiempo. Son cine en estado de absoluta pureza.
Hemos hablado de su refinamiento. Es dificil llegar a tal elegancia y a tan alto dominio de las leyes de la imagen y de sus ritmos interiores m¨¢s rec¨®nditos. Son filmes enormemente, sorprendentemente complejos. Pero lo que hoy es lija, fue en ellos seda. La ensoflaci¨®n de Lirios rotos es un espejo en el que deber¨ªa asomarse la humildad de los cineastas de hoy, que con los medios m¨¢s sofisticados s¨®lo raras veces alcanzan la verdad de las cuatro esquinas donde se mueve la c¨¢mara con manivela de Billy Bitzer, craedor de los insondables claroscuros de esta joya. Las locas aventuras en boga son un p¨¢lido eco de este genial estruendo silencioso.Las atm¨®sferas, una cercada por l¨®bregos muros y otra por espacios abiertos, de Lirios rotos y La General han sido igualadas, pero no superadas. Otro tanto ocurre con el engarce entre escenario y actores. Lirios rotos trenza uno de los m¨¢s terribles y tiernos tri¨¢ngulos del cine, que desaria el paso de d¨¦cadas y de artilugios.
Pero Keaton va en La General m¨¢s all¨¢: su personaje, ese hombrecillo perplejo ante la agresi¨®n de lo inerte, es un arquetipo universal cuyo humor sigue dando lecciones de hospitalidad a la estirpe, en extinci¨®n, de los hombres humanos.
Seguir los pasos de Buster Keaton en su loco y divertido itinerario silencioso, es recuperar lo primordial del cine y proveerse de elementos de juicio para desenmascarar lo accidental: el silencio de tanta palabrer¨ªa audiovisual.
El maquinista de la General se emite a las 2.00 del miercoles por TVE-1
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