El Mil¨¢n humill¨® al Real Madrid
ALEX MART?NEZ ROIG, ENVIADO ESPECIAL, Cuando los jugadores del Real Madrid saltaron al campo, el estadio desapareci¨® envuelto en una nube de humo rojo, creada por los cohetes de los aficionados. Los madridistas no lo sab¨ªan entonces, pero el teatro del viejo San Siro ten¨ªa una escenograf¨ªa ideal para la representaci¨®n de un infierno futbol¨ªstico. Era una premonici¨®n de lo que iba a suceder en el partido. Fue una d¨¦b?cle cruel, ca¨®tica, sellada con tantos goles como quiso el Mil¨¢n. Anoche termin¨® as¨ª, en rotundo y espectacular fracaso, el tercer intento consecutivo del Madrid por superar las semifinales de la Copa de Europa. Leo Beenhakker va a dejar el club sin haber logrado un solo t¨ªtulo europeo y la generaci¨®n de El Buitre sigue envejeciendo sin alcanzar sus sue?os. Michel dec¨ªa el a?o pasado: "No quiero ganar la Copa de Europa a los 30 a?os de edad". Sin embargo, lo cierto es que y tiene casi 27 y todav¨ªa no se ha cumplido su deseo.
El hundimiento del Madrid fue tan apote¨®sico como inesperado. De hecho, comenz¨® el partido con seriedad, creando cierta dudas al Mil¨¢n sobre su te¨®rica superioridad. Pero, a diferencia de lo que sucedi¨® en el Bernabeu, el Mil¨¢n transform¨® sus dos primeras oportunidades y el Madrid se vino abajo. Se pueden encontrar razones t¨¢cticas para justificar el hundimiento -la ausencia de Tendillo rescat¨® la vieja cr¨ªtica sobre la inferioridad en el juego a¨¦reo en la defensa-, pero un 5-0 como el de anoche s¨®lo tiene explicaci¨®n en la psicolog¨ªa del equipo. El Madrid, pues, demostr¨® que no est¨¢ bien dirigido para asumir su gran reto, su reto de verdad: ganar la Copa de Europa.
De hecho, hasta el 2-0, el Madrid hab¨ªa desarrollado un buen f¨²tbol. Incluso cre¨® cierto nerviosismo en el Mil¨¢n, quiz¨¢ sorprendido por el planteamiento ofensivo al encontrarse con tres puntas enfrente. Pero el campe¨®n italiano aprovech¨® sus dos primeras oportunidades para marcar, mientras el Madrid s¨®lo sumaba un remate fallido de Michel (m. 35) en todo el partido. Y con el 2-0 se acab¨® el Madrid. Salieron ala luz todas sus debilidades de car¨¢cter. Michel y Mart¨ªn V¨¢zquez desaparecieron; Gordillo -claramente en baja forma- y Llorente no hac¨ªan m¨¢s que correr sin sentido; Butrague?o y Hugo S¨¢nchez deambulaban sin balones que jugar. Y el Mil¨¢n, mientras tanto, se paseaba. Y se paseaba a lo largo y a lo ancho del rect¨¢ngulo. Con Rijkaard como director, ejecutaba un f¨²tbol c¨®modo, elegante, eficaz, mientras el Madrid parec¨ªa noqueado, incapaz de comprender todav¨ªa, despu¨¦s de 180 minutos de juego y un mes de estudio previo, por d¨®nde hincar el diente a la presi¨®n milanesa. La diferencia entre ambos era brutal.
Y la tortura china ideada por el t¨¦cnico Sacchi, cuya primera sesi¨®n se realiz¨® en el Bernab¨¦u, tuvo ayer un cruel colof¨®n. El 3 - 0, marcado por Gullit al borde del descanso, fue la puntilla. Y, nada m¨¢s salir del vestuario, con m¨¢s buena voluntad que inspiraci¨®n, el Madrid vio, desesperado, c¨®o Van Basten y Donadoni cerraban la tr¨¢gica cuenta. Cinco golazos, cinco, que destruyeron cualquier posible defensa de un equipo que hasta el pasado s¨¢bado no hab¨ªa perdido un encuentro ni en la Liga ni en la Copa de Europa.
Durante los 30 minutos que discurrieron desde el ¨²ltimo gol hasta el final, el Madrid tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre su desgracia. Enfrente, mientras tanto, se mov¨ªa con superioridad descarada un bloque que se revolcaba en su apoteosis. Para el Madrid eran 30 minutos oscuros, infernales. Un triste ep¨ªlogo para una etapa que termin¨® anoche.
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