Pat¨¦tico adi¨®s al embajador espa?ol
El patriarca maronita pide al cuerpo diplom¨¢tico que no abandone el pa¨ªs
MARUJA TORRES, Quince minutos de enorme intensidad dur¨® la ceremonia de despedida de los miembros del cuerpo diplom¨¢tico en l¨ªbano a Pedro Manuel de Ar¨ªstegui, el embajador espa?ol fallecido en Beirut durante los bombardeos del ¨²ltimo domingo. Tras los breves discursos del nuncio apost¨®lico, Luciano Angeloni; del patriarca maronita, Abi Nader, y de ?lvaro de Rocha Lalinde, embajador de Colombia, la comitiva sali¨® hacia Jounieh, en cuyo helipuerto de Amda esperaban dos helic¨®pteros para el traslado a Espa?a del f¨¦retro.
Alrededor de 100 personas se congregaron en el jard¨ªn principal, ante la entrada a la residencia, donde se hallaba expuesto el t¨²mulo, cubierto por la bandera espa?ola y con una corona de flores -claveles blancos y rojos- con la inscripci¨®n Embajada de Espa?a apoyada en la parte delantera.Presid¨ªan el duelo el hijo mayor de Ar¨ªstegui, Gustavo, y el hermano del embajador fallecido, Joaqu¨ªn. Muy cerca de ellos se encontraban Jorge Dezcallar, director general de ?frica y Oriente Pr¨®ximo, y Juan D¨ªaz Pache, subdirector general de Asuntos Consulares. Y un poco m¨¢s atr¨¢s, los empleados de la embajada, que a duras penas conten¨ªan el llanto. Entre los embajadores presentes destacaban el sovi¨¦tico, Vassili Kolotocha, y el brit¨¢nico, Alan Ramsey.
Tres breves y conmovidos parlamentos despidieron, en nombre de todos, al embajador fallecido, que se ha convertido en s¨ªmbolo del sacrificio por este pa¨ªs. El primero en hablar fue el nuncio apost¨®lico, monse?or Luciano Angeloni, como presidente de? cuerpo diplom¨¢tico. Y justo acababa de empezar su discurso cuando el viceprimer ministro del Gobierno cristiano, comandante Abu Jamra -en representaci¨®n del general Michel Aoun, jefe de este Gobierno-, irrumpi¨® en el jard¨ªn de la residencia con gran estruendo de guardaespaldas armados hasta los dientes. El nuncio tuvo que callarse porque en ese momento los miembros de una banda militar libanesa le dedicaron al coronel una marcha militar que a todos nos cort¨® el aliento.
El coronel se precipit¨® hacia el fl¨¦retro y coloc¨® encima la Orden del Cedro -la m¨¢s alta condecoraci¨®n libanesa-, que parad¨®jicamente le hab¨ªa concedido a ,nuestro embajador a t¨ªtulo p¨®stumo el otro Gobierno, el musulin¨¢n, *presidido por Salim ElHoss. Finalmente, monse?or Angeloni pudo seguir su elogio de Pedro de Ar¨ªstegui, de quien dijo que "su amor por L¨ªbano es m¨¢s fuerte que la muerte".
"El amigo m¨¢s grande"
"Con emoci¨®n nos encontramos ante la figura del m¨¢s grande amigo de L¨ªbano", dijo por su parte el patriarca maronita Abi Nader, personaje respetado tanto por la comunidad cristiana corno por la musulmana por su car¨¢cter moderador. "Con emoci¨®n, con tristeza, con l¨¢grimas hacemos esta ¨²ltima plegaria: que nuestro amigo sea la ¨²ltima v¨ªctima que desaparece al servicio de L¨ªbano".
El patriarca aprovech¨® para rog ar a los embajadores que no abandonen ahora este pa¨ªs "que tanto necesita la democracia y libertad que vosotros represent¨¢is".
El ¨²ltimo en hablar fue ?lvaro de Rocha Lalinde, embajador de Colombia, quien, en nombre de los diplom¨¢ticos latinoamericanos, dedic¨® a De Ar¨ªstegui una frase de Sim¨®n Bol¨ªvar: "Si la muerte contribuye a que cesen los odios y se alcance la paz, habr¨¢s pasado tranquilo al sepulcro".
Se cumpl¨ªan 15 minutos de ceremonia cuando son¨® el himno nacional que precipitadamente hab¨ªa tra¨ªdo una amiga de la embajada grabado en casete. A continuaci¨®n el ata¨²d fue introducido en un coche mortuorio y la comitiva sali¨® hacia Jounieh, en cuyo helipuerto de Amda esperaban dos helic¨®pteros para traslada el cad¨¢ver a nuestro pa¨ªs y conducir asimismo a Espa?a a los dos hijos peque?os de Pedro de Ar¨ªstegui, Diego, de tres a?os, y Alejandra, de uno, que regresan para estar al cuidado de su hermano mayor, Gustavo, y de su t¨ªo Joaqu¨ªn.
La comitiva era algo digno de verse: docenas de coches de los diplom¨¢ticos y sus correspondientes guardaespaldas, armados, provistos de radiotransistor y vestidos a la ¨²ltima moda, avanzando como pod¨ªan por el enloquecido tr¨¢fico que a esa hora -cerca de las nueve de la ma?ana- congestionaba la carretera. Una vez en Ainda, una compa?¨ªa del Ej¨¦rcito liban¨¦s rindi¨® honores al f¨¦retro. A las 9.15 de una ma?ana en que no son¨® un solo disparo, Pedro de Ar¨ªstegui regresaba a Espa?a.
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