Prohibido hablar en Santo Domingo
JAVIER GARCIA, ENVIADO ESPECIAL, El Gobierno de la Rep¨²blica Dominicana ha precisado que la estancia en su pa¨ªs de los seis etarras deportados por Argelia depende ¨²nica y exclusivamente de las relaciones futuras en tre el Ejecutivo espa?ol y ETA. El Gobierno dominicano ha se ?alado, no obstante, que mantiene un acuerdo con Espa?a para acoger en su territorio a personas en dificultades, como es el caso de los activistas, por razones de sensibilidad y hu manidad. ?ste es, aparente mente, el motivo por el que el pa¨ªs caribe?o ha aceptado la es tancia de los seis deportados.
Aunque las autoridades dominicanas declararon en un principio que la estancia de los etarras en su territorio pod¨ªa ser transitoria n¨²entras se buscaba un tercer pa¨ªs, fuentes gubernamentales espa?olas han manifestado que los etarras permanecer¨¢n en Santo Domingo como destino definitivo, tras la ruptura del di¨¢logo en Argel.
[Por su parte, el presidente dominicano, Joaqu¨ªn Balaguer, ha afirmado, en unas declaraciones publicadas el jueves por la prensa de Santo Dorningo, que la estancia de los etarras. no representa ning¨²n peligro para el orden y la estabilidad de la naci¨®n", informa Efe.
El presidente de la Rep¨²blica Dominicana agreg¨®: "Cada vez que Espa?a tenga un problema de esta ¨ªndole, en Argelia o en cualquier otra parte del mundo y recurran a nosotros, les hemos dado y daremos la cooperaci¨®n necesaria"].
Del grupo de deportados, el ¨²nico que ha exteriorizado una frase a los periodistas que les asedian ha sido Ignacio Arakama, Mendia, Makario, hist¨®rico miembro del comando Madrid y participante en la negocaci¨®n de Argel con el Gobierno. Esa ¨²nica frase fue: "Prohibido hablar".
Una tortuga y un televisor
Los seis terroristas residen actualmente en el apartamento 602 de un edificio de la calle de Rafael S¨¢nchez, esquina a Agust¨ªn Lara, en el sector m¨¢s lujoso de Santo Domingo. Los activistas tienen que compartir el piso con dos agentes de la Direcci¨®n Nacional de Investigaci¨®n (DNI) dominicana.
Una tortuga, un televisor, unos abanicos y un tel¨¦fono son las ¨²nicas distracciones de que disponen hasta el momento los miembros de ETA. El apartamento dispone de tres habitaciones, en cada una de las cuales duermen dos etarras, mientras que los polic¨ªas dominicanos tienen que pernoctar en un sof¨¢-cama del sal¨®n.
Los etarras quedaron sorprendidos en la ma?ana del martes cuando llegaron al edificio y comprobaron que los agentes dominicanos no pod¨ªan abrir el piso. Tras varias intentonas, los agentes tuvieron que forzar una de las puertas -hay dos, la principal y la de la cocina- para que los deportados lograran entrar en el apartamento.
[El padre de Antxon Etxebeste intent¨® ayer comunicarse por tel¨¦fono con su hijo a trav¨¦s de los n-ficr¨®fonos de la Cadena SER. La llamada, sin embargo, fue contestada por uno de los polic¨ªas dominicanos que custodian a los miembros de ETA, quien afirm¨® que, dadas su ¨®rdenes, no pod¨ªa pasar la comunicaci¨®n].
En el mismo bloque de apar'tamentos ya residi¨® Antxon Etxebeste, el interlocutor de ETA en las negociaciones con el Gobierno, cuando estuvo deportado en Santo Domingo entre 1984 y 1986. En aquel periodo, fue visitado por miembros de la organizaci¨®n terrorista y de Herri Batasuna. Posteriormente, ese edificio fue tambi¨¦n utilizado por el etarra Miguel ?ngel Aldana Barrena antes de ser deportado a Panam¨¢.
Fuentes pr¨®ximas al grupo de activistas han expresado que, tras la ruptura de la tregua, la direcci¨®n de ETA en Francia transmiti¨® estrictas ¨®rdenes a sus deportados y exiliados para que guardasen el m¨¢ximo silencio en sus declaraciones ante una posible reconducci¨®n del di¨¢logo con el Gobierno.
Incluso en la Rep¨²blica Dominicana circulan rumores de que el Ejecutivo y ETA a¨²n mantienen contactos para restablecer las conversaciones.
Los vecinos del edificio de apartamentos se reunieron ayer en asamblea para tratar de tomar alguna soluci¨®n con respecto a la residencia de los etarras, dadas las molestias y el temor que les supone convivir con miembros de un grupo terrorista y el miedo a sufrir alguna represalia de quienes les combaten, como, por ejemplo, los GAL. Algunos de los vecinos han trasladado a sus hijos.
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