Ballesteros busca tres a?os despu¨¦s el desquite ante Clark
Severiano Ballesteros y Howard Clark encaran hoy el ¨²ltimo recorrido del Open de Madrid de golf igualados a 203 golpes, 13 bajo par, despu¨¦s de que en el de ayer sus tarjetas respectivas fueran de 69 y 70. Para el espa?ol se trata del desquite de la edici¨®n de 1986, en la que el ingl¨¦s le bati¨® al final. Tras ellos, pendientes de sus posibles errores, se encuentran con 206 otros dos ingleses, Derrick Cooper, el ganador en Puerta de Hierro el a?o pasado, y Mark James, el actual l¨ªder del circuito europeo. Antonio Garrido lleva 207; Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares, Manuel Pi?ero y el aficionado Yago Beamonte, 208, y Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, 209, como el sueco Magnus Persson, que ha acusado la tensi¨®n.El golf es uno de los deportes en los que la cuesti¨®n ps¨ªquica juega un papel m¨¢s importante. Siempre se procura que la concentraci¨®n sea absoluta. Pero diferentes factores lo impiden a menudo. Algunos son ajenos a la competici¨®n en s¨ª, como el vuelo bajo de un helic¨®ptero de la Polic¨ªa de Tr¨¢fico. Otros son propios de ella, como una pelota susceptible de ser discutida con el ¨¢rbitro por su situaci¨®n y que puede suponer un corte en el ritmo, una distracci¨®n indeseable de la mente. Por ambas circunstancias pas¨® ayer Ballesteros. La que le molest¨® m¨¢s visiblemente, sin embargo, fue la segunda. El hecho de que haya afrontado muchas como ella no significa que no le sigan alterando.
El c¨¢ntabro, que ya hab¨ªa conseguido su primer birdie de la jornada en el hoyo 2, tras salir con su maestr¨ªa caracter¨ªstica de la arena, vio c¨®mo en el 5 su bola ca¨ªa a la izquierda del green, en un desnivel y sobre la hierba alta. Peor le hab¨ªa ido, no obstante, a su compa?ero de andadura, el sueco Jesper Parnevik, ya que la suya se encontraba bastante m¨¢s alejada de la bandera y, adem¨¢s, muy cerca de una pared de piedra. No pod¨ªa hacer el movimiento completo con el palo para efectuar su tercer lanzamiento. Cuando lo llevaba hacia atr¨¢s, chocaba con el muro; cuando lo impulsaba hacia adelante, con un matorral. El joven n¨®rdico amagaba el impacto una y otra vez, pero no lo daba. A distancia y con la visibilidad reducida por una peque?a loma, Ballesteros no comprend¨ªa lo que estaba ocurriendo. As¨ª que incluso envi¨® a su caddie a investigar.
Parnevik, despu¨¦s de todo, hab¨ªa requerido la presencia del juez para intentar convencerle de que pod¨ªa cambiar la pelota de lugar sin ser penalizado. La espera, en definitiva, se hizo interminable para Ballesteros, aunque tambi¨¦n es verdad que la entretuvo relajando su cuello mediante unos ejercicios gimn¨¢sticos. Cuando intervino de nuevo, estaba descentrado. Su bola se fue a unos dos metros del agujero y, acaso precipit¨¢ndose, no afin¨® lo suficiente para embocarla. Salv¨® el par, pero perdi¨® un birdie casi cantado. Pese a ello, con sus otros tres birdies por un bogey, lleg¨® a colocarse luego como l¨ªder en solitario. A Clark le aventajaba por dos golpes a falta de tres greens.
Lo que sucedi¨® fue que el ingl¨¦s, que caminaba al par, con tres birdies y otros tantos bogeys, e inequ¨ªvocamente enfadado por su irregularidad, se reconcili¨® consigo mismo en los hoyos 16 y 17 gracias a sendos birdies. Uno, al dejar la pelota colocada con su segundo tiro. Otro, al atinar con un putt complicado.
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