Miguel Servet, un dialogante loco de Dios
Siempre he le¨ªdo con respeto las cr¨ªticas del se?or Haro TecgIen y, aunque a veces he discrepado de ellas, he reconocido en general lo razonable de sus criterios. Por eso hoy me sorprenden las l¨ªneas finales de su comentario Otro golpe a la historia, donde reprocha, refiri¨¦ndose a la serie aparecida recientemente en TVE, que "acabamos de convertir a Miguel Servet en un representante de la flexibilidad de ideas y de pensamiento...".Podr¨ªa traer a colaci¨®n numerosas citas de las obras de Servet en las que hay "mucho m¨¢s que flexibilidad de ideas, pero prefiero s¨®lo transcribir una de La¨ªn Entralgo, en su pr¨®logo a la importante biograf¨ªa de Bar¨®n Fern¨¢ndez sobre nuestro personaje: "... y supo sacrificar su vida para que en Europa y en Am¨¦rica fuese la libertad de conciencia religiosa uno de los primeros derechos civiles de la persona".
Claro que ¨¦stas son palabras que los hechos pueden desmentir. Su vida, la de Servet, s¨ª parece suficiente prueba.
Servet, qu¨¦ duda cabe, fue un loco de Dios, vanidoso, soberbio a veces, tozudo hasta lo insoportable, pero fue sobre todo un hombre dialogante.
Alguien que cruz¨® Europa, arriesgando su vida, para contrastar sus ideas con Erasmo, Lutero, Ecolampadio y otros reforinadores; que trat¨® de confirmar su raz¨®n polemizando con la universidad de Par¨ªs; que hizo lo imposible para encontrarse con Calvino para obligarle a razonar; que acept¨® parte del Catolicismo, parte de la Refonna y hasta de lo bueno que hab¨ªa en el Cor¨¢n...
Es decir, fue alguien que nunca impuso sus ideas, sino que trat¨® de contrastarlas, de afilarlas en la piedra de las mejores opiniones. Trat¨® de razonar y convencer y perdi¨® su vida en esta generosa tenacidad. Nunca fue un tirano m¨¢s que para s¨ª mismo.
Se dice que en nuestra guerra civil ambas partes cometieron cr¨ªmenes, pero a m¨ª no me cabe duda de que los republicanos fueron las v¨ªctimas. En Ginebra, a quien quemaron fue a Servet.-
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