El s¨ªndrome de Herculano
Galicia no existe.En 1846, el historiador Alexandre Herculano public¨® en A Ilustra?ao un relato titulado '0 galego'. Iniciaba as¨ª pol¨¦micamente una serie sobre tipos portugueses.
Dec¨ªa: "A ideia galego ¨¦ complexa, ¨¦ trina. Ha galego-mito, galego-historia, galego-actualidade:".
El gallego-mito estar¨ªa a¨²n presente en las leyendas del Atlas. Los caballeros gallegos cobertos deferro y los reyes de Galicia (tal como la mayor parte de las veces eran denominados por los ¨¢rabes los reyes de Galicia, Le¨®n y Castilla) son recordados con dolor y como una especie de Odin o de Thor en la nostalgia de Andalus o Espa?a.
El gallego-historia se refiere al origen de Portugal en el burgo galego de Portucale, en la prol¨ªfica Galicia hist¨®rica.
En la Lisboa del siglo pasado, el gallego-actualidad se personalizaba en el pueblo, los trabajadores que realizaban las m¨¢s duras tareas, sin las cuales la propia existencia de la ciudad se har¨ªa imposible.
Pero sobre todo, del interesante e ir¨®nico escrito de Herculano se extrae la idea de la inexIstencia de una patria dos galegos, de un territorio espec¨ªfico de los gallegos: "0 nome da patria galega, a sua latitude e longitude, ¨¦ vaga, nebulosa, incerta".
Seg¨²n el escritor, "en el Alentejo llamar¨¢n gallego al de Lisboa, como en Lisboa es gallego todo hombre de Beira, en Coimbra el de Oporto, en Oporto el del Alto Mi?o, en el AltoMi?o el hijo de las m¨¢rgenes del Bibei o del Tambre", ya dentro de los l¨ªmites administrativos actuales de Galicia; cre¨ªa incluso el escritor que en Andaluc¨ªa ser¨ªan considerados gallegos los alentejanos, y en Compostela, los asturianos.
Algo as¨ª. como los hombres del B¨¢ltico eran considerados normandos, hombres del Norte.
A¨²n m¨¢s, gallegos son los portugueses en Brasil y los espa?oles en el resto de Latinoam¨¦rica.
La ubicua existencia de los gallegos contrasta con la indefinici¨®n de un territorio que sea realmente Galicia.
Hoy tambi¨¦n en la pol¨ªtica peninsular existen los gallegos, pero no Galicia. Est¨¢ a¨²n vivo el s¨ªndrome de Herculano.
Los gallegos, para bien o para mal, siempre estuvieron presentes en la historia de Espa?a. Desde Pablo Iglesias, fundador de la UGT y del socialismo, a Casares Quiroga y Franco, desde Valle-Incl¨¢n y Concepci¨®n Arenal a Fernando III el Santo, que tom¨® Sevilla con las naves de Paio G¨®mez Chari?o, trovador galaico-portugu¨¦s y adem¨¢s almirante.
Pero Galicia no. Sus intere-ses y aspiraciones no fueron expresadas y defendidas en la vida peninsular.
(La ausencia de Galicia motiva incluso significativos lapsus, como el de este mismo peri¨®dico cuando, el pasado 22 de marzo, citando en primera p¨¢gina las negociaciones auton¨®micas entre el presidente del Partido Popular y el Gobierno del Estado, la hac¨ªan desaparecer misteriosamente, no cont¨¢ndola ni entre las autonom¨ªas del art¨ªculo 143 de la Constituci¨®n ni entre las nacionalidades hist¨®ricas o de estatuto de autonom¨ªa especial. Recomiendo la lectura de aquellas columnas).
Hoy Galicia es pr¨¢cticamente la ¨²nica comunidad aut¨®noma no contemplada en las grandes opciones estrat¨¦gicas econ¨®micas y pol¨ªticas del Estado. El plan de autov¨ªas para el per¨ªodo 1984-1991 no incluye a Galicia, y en la extraordinaria reforma del ferrocarril pen¨ªnsular con la adaptaci¨®n del ancho de v¨ªa europea y la alta velocidad est¨¢ situada en el ¨²ltimo lugar; le corresponder¨¢ bien entrado el siglo XXI.
En el desarrollo industrial y en servicios p¨²blicos, como la educaci¨®n y la sanidad, las decisiones del Estado son tambi¨¦n discriminatorias. Se ignoran nos¨®lo nuestros intereses, sino tambi¨¦n la aportaci¨®n a la econom¨ªa pen¨ªnsular y europea de un pa¨ªs, como Galicia, con grandes recursos naturales y humanos y con singulares posibilidades de desarrollo, ya presentes en sectores agrarios, pesqueros, energ¨¦ticos e industriales b¨¢sicos.
M¨¢s, la marginaci¨®n y la ausencia de nuestro pa¨ªs es en este momento responsabilidad de los partidos dominantes en la pol¨ªtica gallega.
El actual presidente de la Xunta, miembro del PSOE, contempla pasivo el debate sobre la pol¨ªtica y la estrategia auton¨®mica estatal, cuando Catalu?a y Euskadi mantienen negociaciones directas o indirectas con el Gobierno del Estado sobre el desarrollo de su autogobierno nacional, al tiempo que el presidente del Partido Popular y aspirante a la presidencia del Gobierno gallego ignor¨¢ el desarrollo y la reforma del estatuto gallego, mientras capitanea las reivindicaciones de las restantes autonom¨ªas ante el presidente del Gobierno central.
Galicia es, as¨ª, la ¨²nica comunidad aut¨®noma ausente pol¨ªticamente de las aspiraciones a un mayor autogobierno.
Sin v¨ªas de comunicaci¨®n r¨¢pidas y modernas que la unan con Europa, es convertida por el Estado en una isla econ¨®mica.
La miop¨ªa estatal, amplificada por la exacerbada vocaci¨®n sure?a y mediterr¨¢nea de la vigente pol¨ªtica espa?ola, ignora incluso que configura con Portugal, en la fachada atl¨¢ntica peninsular, un espacio europeo de 14 millones de habitantes.
Ante tanta evidencia, convendr¨ªa en Galicia una profunda reflexi¨®n interna sobre las causas ¨²ltimas de la marginaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica que soporta.
En el momento del nacimiento de la Europa sin fronteras, le convendr¨ªa crear un territorio propio de reflexi¨®n, para comprender por qu¨¦ se derriban los Pirineos, pero se mantienen inaccesibles Pedrafita y A Canda, para entender por qu¨¦ el Mi?o a¨²n separa, mientras que las orillas del Elba y del Oder se unen por puentes pol¨ªticos que hasta hace poco constitu¨ªan una esperanza lejana.
El inequ¨ªvoco sentimiento de pueblo de Galicia y el sentido de sus aspiraciones econ¨®micas, sociales y culturales ¨²ltimas no tienen a¨²n en nuestro pa¨ªs la necesaria correspondencia pol¨ªtica. Pero s¨ªntomas existen de que la tendr¨¢.
La superaci¨®n de los comportamientos subalternos dominantes en la pol¨ªtica gallega puede producirse desde la izquierda democr¨¢tica gallega, de acuerdo con las tradiciones progresistas de nuestra tierra y frente al mito de la Galicia constitutivamente conservadora.
As¨ª, la naci¨®n gallega podr¨¢ recuperar su territorio propio, exc¨¦ntrico ciertamente: es decir, en el Camino de Santiago; que durante siglos uni¨® a Europa. Un territorio propio, esta vez pol¨ªtico, que la reciente historia. le hurt¨®.
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