Provincianismo
LA CONSECUCI?N de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1992 para Barcelona goz¨® del consenso de las distintas fuerzas pol¨ªticas, que supieron subordinar las cuestiones de detalle a los intereses principales de la ciudad y el pa¨ªs. Pero, desde aquel memorable 17 de octubre de 1986, las cosas han sido mucho menos pl¨¢cidas, seguramente a resultas del enorme enganche popular -y electoral- que tiene el proyecto ol¨ªmpico. Casi todas las iniciativas municipales destinadas a desarrollar el dise?o de la futura -e indispensable- Barcelona han encontrado alg¨²n pero en la Administraci¨®n aut¨®noma regida por el nacionalismo pujolista.Hasta el momento, sin embargo, la din¨¢mica de la discrepancia y de la oposici¨®n partidista se desarrollaba dentro de unos l¨ªmites aceptables, aunque a veces ciertas posturas resultasen rid¨ªculas, como es el caso del apoyo de Converg¨¨ncia a la idea de un quim¨¦rico comit¨¦ ol¨ªmpico catal¨¢n, que se alinear¨ªa con los de naciones sin Estado como Aruba o Bermudas.
Ahora, el Gobierno de la Generalitat ha sobrepasado todas las fronteras al anunciar su veto al proyecto municipal de construcci¨®n de hoteles para 1992 sin esperar siquiera el dictamen de la Comisi¨®n de Urbanismo de la propia Generalitat. Ello constituye una injerencia pol¨ªtica que desvirt¨²a la democracia local, aprovechando la competencia t¨¦cnica del Gobierno aut¨®nomo en la tutela de la programaci¨®n urban¨ªstica.
Ciertamente, el proyecto de construcci¨®n de 12 hoteles -redactado con muy chapucera precipitaci¨®n tras a?os de lentitud- aprobado por socialistas y populares supone cambios en el Plan General Metropolitano barcelon¨¦s que son muy discutibles, particularmente la f¨®rmula de destinar zonas de equipamientos a infraestructura hotelera. Esas cuestiones admiten y requieren discusi¨®n -aunque est¨¦n atenuadas por las enormes compensaciones exigidas a los nuevos hoteleros y por los cambios que pueden haberse operado en la filosof¨ªa de qu¨¦ es un equipamiento privado y por qu¨¦ no lo es un hotel-, pero no demagogia. Varios dirigentes de Converg¨¦ncia han faltado a la verdad afirmando que socialistas y populares pretenden construir hoteles sobre zonas verdes, privatiz¨¢ndolas. Sobre la t¨¦cnica del "calumnia, que algo queda" podr¨¢ a lo mejor erosionarse la imagen de un alcalde, pero no asentarse la convivencia institucional.
El partido y el Gobierno de Converg¨¦ncia han actuado adem¨¢s con oportunismo al abrir la pol¨¦mica justo en los d¨ªas en que los principales dirigentes del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional y de las distintas federaciones han realizado una decisiva visita de inspecci¨®n a Barcelona, que ha resultado satisfactoria, a excepci¨®n de la pol¨¦mica institucional, de la coincidente ausencia de Jordi Pujol -viajero en China- y del conocimiento p¨²blico de que el estadio Ol¨ªmpico no tiene todas las normas de seguridad requeridas.
Al obstaculizar la modernizaci¨®n del sector hotelero, el nacionalismo conservador se apunta a las peores tesis proteccionistas del sector, que pugnan por evitar la competencia de otras cadenas internacionales o nacionales, aunque sea a costa de permanecer en la actual saturaci¨®n, provocada por la indigencia de plazas. Una sobreocupaci¨®n que, naturalmente, genera beneficios f¨¢ciles sobre la base de un mercado cautivo. En suma, todo vale contra la Administraci¨®n que no se controla. Incluso tratar de anular a Barcelona como capital de Catalu?a y segunda capital de Espana, y reducirla -en equipamientos y en ambiciones- a simple arrabal provinciano.
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