Autistas
La reflexi¨®n se me ha ocurrido al hilo del caso Lolo Rico, una veterana de televisi¨®n que tuvo que llevar sus quejas laborales a la Prensa al no conseguir ser recibida, ni pronto ni tarde, por su director. Pero no es mi intenci¨®n centrar las cr¨ªticas en el se?or Luis Solana, criatura p¨²blica singular que, por alguna enigm¨¢tica raz¨®n, suele exacerbar los instintos agresivos de la ciudadan¨ªa. Porque el asunto va m¨¢s all¨¢ de la mera historieta personal.Ello es que parece existir un extra?o morbo funcionarial de car¨¢cter epid¨¦mico, una inquietante enfermedad que hace que muchos altos cargos no se pongan jam¨¢s al tel¨¦fono ni reciban a quienes desean ser recibidos, por m¨¢s atinada y pertinente que sea la raz¨®n que lleve al telefoneador a telefonear y al visitante a anhelar la visita. Lucubran los expertos si el tenebroso mal causar¨¢ mudeces y sorderas transitorias en los afectados, habida cuenta de que a muchos de los cargos no se les puede volver a hablar ni a o¨ªr desde el mismo momento en que tornan el ¨ªdem, a excepci¨®n de alguna comparecencia ante el Congreso u otros actos de post¨ªn que quiz¨¢ coincidan con una piadosa remisi¨®n de los terribles s¨ªntomas. Y no deja el pueblo de hacerse lenguas ante la selectiva crueldad de esta dolencia, que se ceba de modo casi exclusivo entre los integrantes de la Administraci¨®n. Son unos. m¨¢rtires.
Es, por otra parte, un morbo hondamente racial, puesto que allende las fronteras, por esos mundos modernos, los altos funcionarios contestan las llamadas y solventan mayormente sus asuntos en plazos razonables. Pero aqu¨ª los nombramientos vienen a ser muchas veces como un ascenso a los inalcanzables cielos o un descenso a las simas del autismo. Los subalternos se apelotonan durante meses en las antesalas mientras sus urgent¨ªsimas consultas se les van pudriendo en las carpetas. La enfermedad se percibe f¨¢cilmente por el olor a estancamiento en la gesti¨®n. Horrible situaci¨®n que suscita una pregunta atroz: si no hablan, si no reciben, si no deciden, si no contestan, ?a qu¨¦ diantres se dedican los altos cargos?
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