El primer examen de Bush
El presidente norteamericano pasa la prueba de sus primeros 100 d¨ªas en el poder
Acostumbrados a la magia teatral del reaganismo, la presidencia de George Bush sabe a poco. Con ¨¦l en la Casa Blanca, Washington parece menos la capital imperial de la primera superpotencia y m¨¢s la sede de una democracia parlamentaria europea desde la que se asiste a un cambio internacional de v¨¦rtigo que aqu¨ª no parece apreciarse. Y a las orillas del Potomac la palabra m¨¢gica ante el hurac¨¢n Gorbachov es "cautela".
Reagan ten¨ªa mucho de rey y era inigualable en el papel ceremonial de jefe de Estado. Luego gobernaba por control remoto. Bush es, sobre todo, el primer ministro que no supo ser su antecesor. Pero est¨¢ funcionando, y sus primeros 100 d¨ªas en el poder se cumplieron ayer; le hacen acreedor, seg¨²n los sondeos, a un aprobado alto o incluso un notable.George Bush sigue teniendo problemas con lo que ¨¦l mismo ha denominado "the vision thing", la visi¨®n del mundo, su concepto global. Pero esta carencia de rumbo filos¨®fico de su presidencia, de plan maestro globalizador, no le quita el sue?o ni tampoco parece preocuparles a los norteamericanos. Cien dias despu¨¦s de iniciada su presidencia, un 61% de la ciudadan¨ªa se declara satisfecha con el heredero de Ronald Reagan.
El mi¨¦rcoles, Bush acudi¨®, por prirnera vez, a visitar a su antecesor en Los Angeles. Los asesores del nuevo presidente han dejado correr decenas de historias sobre la pereza mental y la ignorancia de Reagan, para compararle desfavorablemente con su jefe y resaltar as¨ª la alerta intelectual de Bush. "Nosotros no necesitamos dos d¨ªas para descansar antes de volar de Helsinki a Mosc¨² -tiempo que se tom¨® Reagan antes de su cumbre en la URSS- En cuatro d¨ªas hicimos una gira asi¨¢tica".
Lenguas b¨ªfidas
El presidente, que ha tirado de las orejas p¨²blicamente a estas lenguas, b¨ªfidas, se deshizo en elogios de Reagan. "Tengo mucho m¨¢s que aprender de ¨¦l. He aprendido mucho en ocho a?os a su lado sobre c¨®mo es realmente el mundo". Pero esta diplom¨¢tica declaraci¨®n no oculta que de una forma gradual, pero que no deja lugar a dudas, George Bush se est¨¢ desmarcando de Reagan. S¨®lo el fantasma del Irangate parece hermanarles en la fase final del juicio de Oliver North. Ambos sab¨ªan mucho m¨¢s de lo que dijeron, pero es muy dificil que esta historia pasada da?e pol¨ªticamente a Bush.
El presidente, en 100 dias, ha roto con la pol¨ªtica centroamericana de Reagan llegando a un acuerdo con el Congreso para abandonar la v¨ªa de la intervenci¨®n militar en Nicaragua. Ha propuesto una nueva estrategia para la deuda que, trag¨¢ndose la filosofia anterior, contempla por pr¨ªmera vez su perd¨®n parcial o condonaci¨®n. Ha reducido los fondos para la guerra de las galaxias y el presupuesto de defensa. A pesar de la humillaci¨®n sufrida con John Tower, rechazado como jefe del Pent¨¢gono, se entiende mejor con el Congreso que Reagan.
El list¨®n de los 100 d¨ªas como primer examen de un presidente naci¨® en 1933 con Franklin Delano Roosevelt, que imprimi¨®, obligado por la recesi¨®n, un ritmo fren¨¦tico a sus primeros tres meses en la Casa Blanca. Bush, que tiene a su favor el no haber generado expectativas altas, ya advirti¨® que ¨¦l no se presentar¨ªa a este parcial de los 100 d¨ªas y que nadie esperara una salida fulgurante de una presidencia, nacida de un adormecedor per¨ªodo de paz y prosperidad, y que no ha venido a realizar ninguna revoluci¨®n.
Bush es lo que se ve. Un gestor, conocedor de la pol¨ªtica de Washington, puesto al d¨ªa en los informes. Resuelve los problemas cuando se le presentan, como lo demostr¨® con el plan para salvar la crisis de las cajas de ahorro. No hay nada espectacular en su actuaci¨®n. Est¨¢ encima de la presidencia, trabaja como no lo hac¨ªa su predecesor y es el primer ejecutivo de un equipo de pol¨ªticos pragm¨¢ticos que han dejado en el perchero, al entrar, la ideolog¨ªa, y s¨®lo buscan resultados. El pa¨ªs estaba probablemente cansado de radicalismo ideol¨®gico ultraconservador y de los grandes gestos. Y Bush, un moderado, sin carisma, lo ha comprendido perfectamente.
Para los cr¨ªticos, sin embargo, el nuevo presidente est¨¢ confirmando su ya presentida poca capacidad de liderazgo. No tiene agenda, dicen. Es incapaz de establecer unas prioridades. Mientras el mundo exterior, sobre todo el Este, cambia a una velocidad inquietante y cada d¨ªa caen viejos mitos, Bush se mantiene aferrado a los viejos conceptos, no declara el fin de la guerra fr¨ªa y no aprovecha la oportunidad hist¨®rica ofrecida por Mijail Gorbachov.
Aqu¨ª, denuncia el establecimiento liberal, se hace patente la falta de visi¨®n de Bush. Pero la poblaci¨®n, la Am¨¦rica media y profunda, no est¨¢ de acuerdo con sus l¨ªderes de opini¨®n y ning¨²n presidente norteamericano empujar¨¢, ni ha empujado, al pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de lo que ¨¦ste quiere cambiar.
Hasta mediados de mayo la Administraci¨®n no tendr¨¢ a punto la revisi¨®n estrat¨¦gica del mundo y del papel de EE UU en el mismo. Pero los primeros borradores indican que no cabe esperar nada espectacular. No habr¨¢ cambios dram¨¢ticos hacia la URSS, sino una l¨ªnea de prudencia. Los est¨ªmulos econ¨®micos a la democratizaci¨®n iniciada en Polonia son un buen ejemplo. Nada de entrar en el juego de Gorbachov, cuyas posibilidades de ¨¦xito son puestas muy en duda por los hombres de Bush.
Se acab¨® la presidencia teledirigida y el presidente que no mov¨ªa una mano si no estaba escrito en el gui¨®n, en forma de ficha, elaborado previamente por sus manipuladores. Ha concluido el culto a la televisi¨®n y el enfoque de la presidencia en funci¨®n de los telediarios de la noche de las tres grandes cadenas.
Bush se preocupa menos por salir en la pequena pantalla y por fabricar situaciones televisivas. Trata de vender su mensaje de una forma m¨¢s reflexiva. No crea lioticias y est¨¢ mucho menos en la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos. Pero ha establecido una relaci¨®n muy fluida con los periodistas, con los que mantiene continuos contactos informales. Todav¨ªa no ha celebrado ninguna conferencia de prensa nocturna, con toda la pompa y el aparato, que eran la ¨²nica forma de acceso a Reagan.
Resuelve todo
Bush est¨¢ tremendamente activo, revuelve todo, ha atacado todos los problemas. Desde la droga al medio ambiente (la cat¨¢strofe ecol¨®gica de Alaska es uno de los puntos negros de su inicio presidencial). Pero esta agitaci¨®n, una vez pasada la primera impresi¨®n, deja paso a un vac¨ªo.
En lo personal, todo ha cambiado con la llegada de los Bush a la Casa Blanca. No existe la corte californiana de los Reagan. El nuevo presidente invita continuamente a cenar y a ver una pel¨ªcula de cuando en cuando a embajadores con sus mujeres, a periodistas, congresistas, hombres de empresa, amigos de lo m¨¢s diverso. Y habla por tel¨¦fono con decenas de personas
de los m¨¢s variados sectores, para no aislarse del mundo real. Y Bush practica en los jardines de la Casa Blanca su deporte favorito, el lanzamiento de herraduras.
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