P¨¦talo
Cuandos estos tiempos que vivimos se transformen dentro de un siglo en una p¨¢gina amarilla de la historia, toda ella se cubrir¨¢ con un acontecimiento decisivo que no se ha producido a¨²n. El pol¨ªtico m¨¢s sat¨¢nico no lograr¨ªa urdirlo, el profeta m¨¢s l¨ªrico ser¨ªa incapaz de presagiarlo, puesto que la hero¨ªna destinada a hacernos inmortales tardar¨¢ muchos a?os en nacer. Esta es una ¨¦poca menor en la que cualquiera puede saltar por los aires mientras toma un helado en una terraza. Los fabricantes de candados imparten lecciones magistrales en la universidad; al pie de cada obra de arte hay un mono con rev¨®lver; los guardajurados cachean a los fiscales en la puerta de los juzgados; Dios de noche no sale de casa; Dios en las alturas tambi¨¦n se pone v¨ªdeos para pasar la eternidad. Ignoro qu¨¦ hecho primordial definir¨¢ este tiempo cuando el futuro lo convierta en una sola p¨¢gina de la historia. Ya no hay c¨¢maras de gas, la bomba at¨®mica no cae y el agujero negro del universo tampoco acaba de mostrar sus intenciones. He aqu¨ª un dise?o de modernidad: ahora nada existe si no puede ser filmado; los asesinos son m¨¢s bellos cada d¨ªa; ning¨²n horizonte traspasa la valla publicitarla y en todos los banquetes el joven m¨¢s moderno es ese que se halla en estado residual levantando la copa con una mano extremadamente p¨¢lida. La peste genital que amenaza con exterminar a la humanidad a¨²n no ha engendrado a su gran poeta o bailar¨ªn. Nuestra cultura se alimenta de aniversarios.Cuando este tiempo se transforme en la p¨¢gina amarilla de un libro, en ella no habr¨¢ nombres de escritores, cient¨ªficos, pol¨ªticos o artistas. S¨®lo los cerrajeros habr¨¢n logrado salvar su perfil. Algunos historiadores ben¨¦volos dir¨¢n que nosotros amamos la libertad. Otros dejar¨¢n constancia de nuestro af¨¢n de dinero, pero tal vez dentro de un siglo se producir¨¢ un hecho trascendental: una muchacha abrir¨¢ la historia por la p¨¢gina de nuestra generaci¨®n y junto a ella guardar¨¢ un p¨¦talo de rosa y ¨¦ste perfumar¨¢ nuestra memoria como un homenaje a nuestra desesperaci¨®n.
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