El d¨ªa despu¨¦s de la revuelta jordana
Una peque?a ciudad, en lucha contra el alza de los precios y la corrupci¨®n
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Salt est¨¢ tranquila el viernes, una semana despu¨¦s de que sus habitantes se lanzaran a las calles para solidarizarse con las protestas por el incremento de los precios que estallaron en el sur de Jordania. El zoco es a mediod¨ªa un hervidero de mujeres que compran productos para el iftar, la comida que rompe el ayuno diario de los musulmanes durante el mes sagrado de Ramad¨¢n.
S¨®lo los luminosos de ne¨®n hechos a?icos testimonian la seriedad de la revuelta, acallada casi de inmediato por las fuerzas del orden. Una patrulla militar, kuf¨ªa en las cabezas y ametralladora pesada sobre el veh¨ªculo, recorre las calzadas ante la indiferencia de los ciudadanos.Una semana de disturbios ha tra¨ªdo a este pa¨ªs habitualmente calmo una inusitada agitaci¨®n pol¨ªtica. El descontento por las subidas se ha transformado con rapidez en una exigencia de cambio en la direcci¨®n de los asuntos p¨²blicos, hasta el punto de haber obligado a dimitir a un Gobierno ya de antemano impopular. "Esto pasa a menudo en los pa¨ªses del Tercer Mundo, donde una falta de madurez o de fuerza de los movimientos pol¨ªticos impide el di¨¢logo", explica a EL PA?S Yamal Saher, un intelectual de la oposici¨®n tolerada al r¨¦gimen.
Haber cerrado los canales que hasta ahora permit¨ªan ese di¨¢logo en Jordania ha sido, tal vez, el error m¨¢s grave que han achacado los notables de Ma¨¢n, punto de partida de las protestas, al Gabinete saliente. "El Gobierno ha logrado estos a?os convencer a todos de que cualquier cr¨ªtica que se le dirigiera apuntaba directamente al jefe del Estado", deploraban en su carta al pr¨ªncipe heredero los presidentes de los colegios profesionales, importante fuente de opini¨®n ante la ausencia de partidos pol¨ªticos.
Sin poder adquisitivo
A escasos 30 kil¨®metros de Amman, la capital jordana, Salt ha sido la ¨²nica poblaci¨®n del norte en seguir la revuelta iniciada hace 12 d¨ªas en Ma¨¢n por una poblaci¨®n profundamente irritada ante el deterioro de su poder adquisitivo. La peque?a ciudad norte?a, de 30.000 habitantes, no comparte ni de lejos la pobreza de las ¨¢reas donde estall¨® el descontento. Localidad agr¨ªcola por excelencia, ha sido siempre una fuente importante de producci¨®n alimentaria en el valle del Jord¨¢n. El alto ¨ªndice de concienciaci¨®n pol¨ªtica que ha caracterizado siempre a sus vecinos la hac¨ªa, sin embargo, un trampol¨ªn ideal para extender las protestas hasta la propia Amman.No se lleg¨® a tanto. Una oleada de detenciones fren¨® la violencia sin que se llegaran a producir v¨ªctimas. Las autoridades conoc¨ªan de antemano a los numerosos activistas, de todas las tendencias, que pudieran haber avivado el desorden en esa ciudad. Bastaron, no obstante, unas pocas horas para que quedara clara la direcci¨®n de la protesta: los manifestantes se ensa?aron con las sedes de las entidades bancarias. La sucursal del Housing Bank, el banco con mayor participaci¨®n estatal, qued¨® completamente destruida por un fuego provocado. "La gente ha dirigido sus iras hacia ellos porque no les prestaban la ayuda necesaria", comentaba un europeo ante la oficina incendiada.
El aumento de los precios de algunos productos b¨¢sicos formaba parte de un programa de austeridad recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Jordania debe pagar este a?o 1.200 millones de d¨®lares, de los 6.000 que alcanza su deuda externa. S¨®lo si logra reducir su d¨¦ficit presupuestario obtendr¨¢ el visto bueno del citado organismo para que se le otorgue un pr¨¦stamo y ayuda para refinanciar aqu¨¦lla.
Los sectores m¨¢s radicales no se han mordido la lengua. "Todo lo ocurrido es consecuencia de los robos realizados por los responsables jordanos", afirmaba un comunicado del clandestino Partido de Liberaci¨®n Isl¨¢mica repartido en los aleda?os de las mezquitas al poco de que se iniciaran los disturbios. Las acusaciones de corrupci¨®n que desde hace meses se cuchicheaban en las conversaciones de caf¨¦, e incluso llegaban a las canciller¨ªas extranjeras, saltaban as¨ª de forma abierta a la calle y convert¨ªan todo el pa¨ªs en un enorme mentidero pol¨ªtico.
Nadie ha quedado a salvo y, lo que es m¨¢s sorprendente, ha sido alcanzada la propia familia real. En los mercados se comentan los gastos de la reina Nur en tal o cual modisto europeo.
"La posibilidad de participar de lleno en la sociedad de consumo ha acallado en buena medida reivindicaciones de otro tipo", coinciden en se?alar los analistas de la situaci¨®n jordana. As¨ª, el equilibrio ha saltado cuando el coste de unas medidas monetarias poco calculadas ha puesto de relieve la falta de una verdadera estructura econ¨®mica.
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