Latido
Ard¨ªan los mariquitas en todos los s¨®tanos bajo una niebla escarlata, y entre ellos se daban besos delicados al pie de la barra, desplegando las alitas dulcemente hacia atr¨¢s. Llevaban grandes escotes en la espalda, la cabellera les cubr¨ªa con varias ondas angelicales una oreja sonrosada y de la otra les colgaba la pluma de un ave del para¨ªso. De noche se o¨ªan por toda la ciudad las trompas de caza que hac¨ªan sonar los propios venados, cuyos ojos insomnes eran de plata. Con un garfio en los genitales hu¨ªan por los largos p¨®rticos muchachas heridas gritando, y estos alaridos de sangre eran la melod¨ªa que bailaban los rufianes en unos antros donde los amores violados no cesaban de derramar miel hasta el amanecer. En algunos t¨²neles tambi¨¦n hab¨ªa yeguas hacinadas con las crines plagadas de flores, ofreci¨¦ndose mutuamente el galard¨®n de Venus, mientras relinchaban en la oscuridad. Corr¨ªan tiempos de dulzura. Unos so?aban con inyectarse m¨²sica de Bach en las venas, otros luc¨ªan mam¨ªferas de lujo en los espaciosos atrios de la filosof¨ªa, muchos s¨®lo buscaban una bala de oro para suicidarse. En una esquina de la ciudad un profeta ciego vend¨ªa dinamita de la mejor calidad en las tinieblas del s¨¢bado, y a esa misma hora las ninfas abr¨ªan el comp¨¢s dentro del camis¨®n perfumado, y un furioso guerrero siempre entraba en ellas silbando un himno.La noche era la barrica m¨¢s suave que uno pudiera imaginar, y su oscura cavidad de carne exquisita se hallaba unida a una mecha de p¨®lvora seca, por la cual discurr¨ªa quem¨¢ndola una estrella de hada madrina. Todos esperaban que la explosi¨®n coincidiera con el instante ¨¢lgido del placer, y cuando ¨¦sta se produjo al filo de la madrugada, el profeta ciego pudo contemplar desde la azotea el grandioso fogonazo, en cuyo interior vislumbr¨® siluetas de corceles y yeguas arrebatados, v¨ªrgenes partidas por la cintura, torsos de m¨¢rmol que a¨²n palpitaban, sexos que parec¨ªan constelaciones, mariquitas, venados, rufianes, g¨¢rgolas y garfios, todo disparado por un inmenso latido. Y eso era la noche.
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