FaIsadores y falsarios
Corregir el lenguaje del pr¨®jimo suele ser una incorrecci¨®n. Hay que respetar en lo posible las formas de expresi¨®n ajenas. Pero una palabra mal escogida induce a veces el descarrilamiento de un concepto universal. Cuando una letra cambia violentamente el significado de un t¨¦rmino (por ejemplo: espacial por especial) o incluso cuando lo invierte del todo (por ejemplo: causal por casual), el asunto no es grave y todo puede quedar en la celebraci¨®n de un nuevo chiste. El l¨ªo se organiza justamente cuando la palabra perturbada mantiene un significado pr¨®ximo al de la original. La misma ma?ana de la publicaci¨®n en estas p¨¢ginas del art¨ªculo de Mario Vargas Llosa Karl Popper, al d¨ªa, unos alumnos de la facultad me abordaron preocupados por la necesaria falseabilidad de la ciencia. "Que no, que no es falseable, que es falsable". No hab¨ªan o¨ªdo jam¨¢s la palabra falsar, y sin embargo se fueron aliviados.Entiendo que Vargas Llosa evita los t¨¦rminos de falsar y falsabilidad, no por rechazar la propuesta de V¨ªctor S¨¢nchez de Zavala (consagrada ya en todas las buenas traducciones), sino por traducir directa y despreocupadamente de Popper Falzifierbarkeit o falsifiability. Pero en nuestro idioma la palabra falsear est¨¢ atiborrada de falsificaci¨®n, de adulteraci¨®n, de enga?o; de mala idea, vamos. A lo largo de su texto, mi admirado Vargas Llosa conjuga el verbo falsear sin confundirlo nunca con esta carga sem¨¢ntica, pero no puede evitar arrastrarla y, quiz¨¢ por eso, sus argumentos se desv¨ªan tambi¨¦n un poco de la diana popperiana. Perm¨ªtanseme entonces algunos comentarios a la palabra y al concepto.
Empecemos por el concepto. La llamada Jalsabilidad de Popper es un criterio para establecer el car¨¢cter cient¨ªfico de una verdad; no para medir su bondad, su fiabilidad, su intensidad... ni siquiera su utilidad. Una teor¨ªa es falsable si uno puede imaginar una situaci¨®n que contradiga (no que verifique) dicha teor¨ªa. Cuanto m¨¢s realizable y clara sea esta situa cient¨ªfica. La falsabilidad es una potencialidad que se exige la ciencia. Y lo esencial del criterio es m¨¢s la propia falsabilidad que el hecho mismo de que ¨¦sta se consume (la falsaci¨®n). Una teor¨ªa cient¨ªfica vigente es, sencillamente, una teor¨ªa falsable que a¨²n no ha sido falsada. Decir "ma?ana llover¨¢ o no llover¨¢" es una verdad como un templo, pero no es una verdad cient¨ªfica; decir "ma?ana llover¨¢" puede que no sea verdad, pero es una afirmaci¨®n cient¨ªfica. Elcriterio de falsabilidad se refiere, pues, a la estructura que debe tener una verdad para merecer la calidad de cient¨ªfica, pero el masoquismo cient¨ªfico no llega a hacer de la falsaci¨®n el objetivo central de la investigaci¨®n. El cient¨ªfico no se obsesiona por acosar una teor¨ªa por el mero hecho de que ¨¦sta est¨¦ a¨²n vigente. Que la experiencia derribe una teor¨ªa no es una verg¨¹enza ni un honor; es una crisis que, eso s¨ª, acaso sea resuelta por una nueva teor¨ªa. Pero eso lo sabemos desde mucho antes de Popper, lo que Popper recomienda es que la nueva teor¨ªa pase ante todo la prueba de su propia falsabilidad. Y aqu¨ª est¨¢ su gran acierto: no permitir que una teor¨ªa, autoprotegida a prior? contra toda contradicci¨®n imaginable, aproveche un hueco y se instale para siempre. Sin falsabilidad se compromete el progreso, pero ¨¦ste no est¨¢, como sugiere Vargas Llosa, en una sucesi¨®n de teor¨ªas devoradoras de teor¨ªas, donde las aspirantes atacan a las reinantes intentandofalsearlas (sic) como "esos reyezuelos primitivos que subieron al trono matando y saldr¨¢n de ¨¦l matados`, entre otras cosas porque no se trata en absoluto de que la falsaci¨®n de una teor¨ªa provenga de otra teor¨ªa. En definitiva, el criterio de falsabilidad de Popper ayuda al investigador a comprobar que est¨¢ apurando al m¨¢ximo el car¨¢cter cient¨ªfico de sus modelos del mundo. Cuando el objeto de la ciencia es simple, entonces se llega muy lejos (la fisica); cuando es muy complejo, entonces se hace lo que se puede (las ciencias de la mente). Pero, atenci¨®n: no toda verdad ha de ser falsable, porque no todas las verdades son de la ciencia. En efecto, la complejidad del objeto del conocimiento puede llegar a ser tan grande que la ciencia (y con ella la falsabilidad) rinda sus armas. El arte es para muchos un conocimiento con verdades ¨²tiles, fiables, intensas e incluso universales. Pero son dudosamente falsables. En cualquier caso, el arte no se exige falsabilidad a s¨ª mismo. La verdad revelada es tambi¨¦n, para muchos, una verdad enorme, fiable, ¨²til y un?-versal. Pero no es falsable, sino justamente compatible con todo lo que ocurra; ocurra lo que ocurra. La religi¨®n incluso rechaza la falsabilidad para sus verdades. Por ello la ciencia progresa por principio; el arte si progresa no es por principio; y la religi¨®n, por principio, no progresa. Pero en ning¨²n caso puede usarse la falsabilidad para desautorizar verdades no cient¨ªficas.
Aplaudo sin reservas el mensaje nuclear del art¨ªculo de Vargas Llosa y por ello me atrever¨¦ a reescribirlo: existen ciertas actividades no cient¨ªficas de la vida cotidiana que bien har¨ªamos en abordar m¨¢s cient¨ªficamente. Por ejemplo, es preferible que un pol¨ªtico se parezca m¨¢s a un cient¨ªfico que a un artista o a un profeta. El h¨¢bito de someter nuestros juicios y decisiones a la prueba de la falsabilidad tambi¨¦n tiene su inter¨¦s. Por ello la palabrafalsar merece ingresar en el idioma. Esto nos devuelve a la primera cuesti¨®n. El contenido resbaladizo y traidor de la palabra falsear est¨¢ claramente en la letra e. Eliminado este sinuoso diptongo, se obtiene la palabrafalsar de S¨¢nchez de Zavala, una palabra de recia y recta sonoridad, digna de representar al noble concepto popperiano. Tenemos la suerte de que el t¨¦rmino ha entrado ya en el Diccionario de la Lengua Espa?ola. Atenci¨®n, que vale la pena: falsar.-falsear en el juego del tresillo (?!). La ¨²nica acepci¨®n oficial es tan limitada que ning¨²n otro diccionario recoge la voz, por lo que muchos eruditos declinan su uso. Pero tiene la ventaja de su pr¨¢ctica virginidad sem¨¢ntica. La situaci¨®n es, pues, perfecta para que la Real Academia Espa?ola a?ada el nuevo significado, que no tardar¨ªa en imponerse (con nuestras disculpas y agradecimiento a los jugadores de tresillo). El idioma se enriquecer¨ªa as¨ª con un nuevo y ¨²til sentido (falsar: negar, contradecir, imaginar una refutaci¨®n a ... ). Habr¨ªa falsadores y habr¨ªa falsarios. F¨¢lseme usted este informe, se oir¨ªa quiz¨¢ en alguna oficina importante. Fals¨¦eme usted este informe ser¨ªa, de una vez por todas, otra cosa.
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