La herencia de Paz Estenssoro
Bolivia intenta que la estabilidad democr¨¢tica ponga sordina al 'ruido de sables'
Bolivia, el pa¨ªs pol¨ªticamente m¨¢s inestable y econ¨®micamente m¨¢s pobre de Suram¨¦rica, vot¨® el domingo no s¨®lo por un candidato a presidente, sino para consolidar un sistema de modernidad institucional. Con una tradici¨®n en que las diferencias pol¨ªticas se resolv¨ªan a tiros y las crisis econ¨®micas se saldaban con ofrendas a la pachamama, la madre tierra quechua, los bolivianos no pueden creer a¨²n lo que ellos mismos han construido en los ¨²ltimos cuatro a?os. V¨ªctor Paz Estenssoro, el caudillo que dirigi¨® la primera revoluci¨®n socialista suramericana, en el a?o 1952, puede retirarse ahora, a sus 82 a?os de edad, con otra revoluci¨®n a sus espaldas: la revoluci¨®n de la estabilidad.
El consenso social y el funcionamiento fluido de los mecanismos de la democracia occidental parec¨ªan una utop¨ªa en Bolivia hace apenas cinco a?os, cuando asumi¨® su fr¨¢gil cuarto mandato presidencial el viejo l¨ªder Paz Estenssoro, tras un Gobierno de izquierda forzado a dimitir a un a?o de su mandato para evitar un nuevo golpe, con una inflaci¨®n que lleg¨® al 24.000%, con la mitad de la poblaci¨®n semianalfabeta, con sindicatos maximilistas, partidos ultraideologizados y con un caos casi total en las calles y en la econom¨ªa. Cinco a?os despu¨¦s, los militares han desaparecido de la vida pol¨ªtica, no existe ninguna guerrilla armada y las tres principales opciones pol¨ªticas -la derecha, centroderecha y socialdemocracia- coinciden en casi todos los puntos centrales de la institucionalidad. Y como acaban de probar las elecciones, traducen la nueva voluntad pragm¨¢tica y conciliadora de la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n.En 1952, Paz Estenssoro, al frente de una sublevaci¨®n popular, se enfrent¨® a EE UU, los barones de la miner¨ªa y los terratenientes para nacionalizar las principales riquezas mineras, otorgar el voto universal y realizar una visionaria reforma agraria. Hoy, tras 37 a?os de agitada sucesi¨®n de golpes militares y elecciones abortadas, Bolivia est¨¢ consiguiendo una trilog¨ªa m¨¢s dif¨ªcil a¨²n en el turbulento contexto latinoamericano: estabilidad econ¨®mica, democracia pol¨ªtica y consenso social.
Anarqu¨ªa democr¨¢tica
Pese a que nunca hubo unos pactos de la Moncloa, los sindicatos comprendieron tras el Gobierno de izquierda de Hern¨¢n Siles Suazo, en el que se les concedi¨® todo lo que pidieron y el resultado fue una hiperinflaci¨®n que estuvo a punto de llevar al pa¨ªs al colapso, que las exigencias maximalistas no generaban los resultados esperados."La gran anarqu¨ªa democr¨¢tica del Gobierno de Siles tuvo un resultado positivo: ense?¨® a todos los actores sociales que hay ciertos marcos de los que no pueden salirse", afirma el ingeniero Herbert Muller, director de uncentro independiente de estudios de la realidad boliviana. "En 1985, cuando asumi¨® Paz Estenssoro, hab¨ªa un consenso en la sociedad de que ning¨²n partido por s¨ª s¨®lo era capaz de sacar al pa¨ªs de la crisis y que la ¨²nica soluci¨®n era negociar".
La pol¨ªtica de Paz Estenssoro sigui¨® las recetas cl¨¢sicas del liberalismo econ¨®mico: reducci¨®n dr¨¢stica del d¨¦ficit fiscal, eliminaci¨®n de todos los subsidios, congelaci¨®n de salarios, libertad absoluta de precios y el despido de 40.000 de los cerca de 300.000 empleados estatales, entre ellos casi todos los mineros. Las cuentas nacionales est¨¢n equilibradas ahora, pero a costa de una fuerte recesi¨®n industrial.Este paquete de medidas, dise?ado por el ministro de Planificaci¨®n y actual candidato gubernamental, Gonzalo S¨¢nchez de Lozada, ha sido imposible de aplicar en la mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos sin generar una quiebra social.
Incluso la oposici¨®n reconoce que hubo plena libertad sindical, no ha habido casi muertos en enfrentamientos y no hay presos pol¨ªticos. La experiencia desastrosa del Gobierno de S¨ªles, unido a la memoria hist¨®rica de un pueblo que no quer¨ªa perder la democracia por la que tanto luch¨®, hizo reaccionar a la inflexible Central Obrera Boliviana (COB), que accedi¨® a negociar el paquete econ¨®mico con el Gobierno. "No creo en un sindicalismo que no negocia", ha dicho ell¨ªder de la COB, Sim¨®n Reyes, quien sucedi¨® en 1987 al viejo dirigente obrero Juan Lech¨ªn, en otro signo de los tiempos.
La econom¨ªa del contrabando y de la droga, por ¨²ltimo, ha permitido a este pa¨ªs pobre y endeudado paliar los efectos m¨¢s brutales del programa de estabilizaci¨®n.
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