Los gaullistas brit¨¢nicos
La construcci¨®n europea ofrece m¨²ltiples paradojas. Una de las mi¨¢s llamativas consiste en la aparici¨®n, a los 20 a?os de la retirada del general De Gaulle, de presuntos gaullistas en el Reino Unido. Cuando en Francia ya no quedan, los gaullistas, disfrazados, eso s¨ª, surgen en las orillas del T¨¢mesis para oponerse, con argumentos prestados del general, a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria de Europa.Si viviera De Gaulle, que tanto se opuso a la entrada del Reino Unido en el Mercado Com¨²n, quiz¨¢ no podr¨ªa resistir la utilizaci¨®n de sus ideas como arma de combate contra la Europa pol¨ªtica y econ¨®mica en manos de sus enemigos del otro lado del canal.
En una entrevista publicada el pasado d¨ªa 24 en el diario Le Afonde, el ministro brit¨¢nico de Finanzas, Nigel Lawson, no ten¨ªa, en efecto, ning¨²n reparo en servirse del concepto gaullista de la Europa de las patrias para mostrarse rotundamente hostil al informe Delors sobre la uni¨®n econ¨®mica y monetaria. "?sta no es nuestra concepci¨®n de Europa", dec¨ªa tras referirse a la "uni¨®n econ¨®mica y monetaria total, equivalente a una Europa federal dirigida por un super Estado federal". "Nosotros la vemos", explicaba, "m¨¢s como una Europa de las patrias. Tender a una fusi¨®n de las soberan¨ªas nacionales es abrir la v¨ªa a m¨²ltiples dificultades. En pa¨ªses como Francia o el Reino Unido el sentido de la naci¨®n es muy fuerte...".
Canciller del Exchequer desde hace casi seis a?os y uno de los hombres fuertes del Gobierno de Margaret Thatcher, Nigel Lawson ve¨ªa un peligro en que, ?dej¨¢ndose llevar por la ret¨®rica o por las ideas grandilocuentes, ciertos dirigentes corren el riesgo de alejarse de lo que es realizable y aceptable para los pueblos de su pa¨ªs". El ministro conservador admit¨ªa que "hay partidarios de la Europa federal hasta en, nuestro pa¨ªs", pero "¨¦sta", conclu¨ªa, "no es la opini¨®n ni del Gobierno, ni del Parlamento, ni del pueblo brit¨¢nicos".
Las ideas no son otras que las expresadas por Thatcher en su famoso discurso de Brujas. La novedad reside en su rotundidad, y sobre todo en esa apropiaci¨®n indebida del gaullismo para defender una concepci¨®n de Europa que en el fondo no coincide con la del general, especialmente en lo que se rehere al papel del Estado.
El discurso de Brujas, pronunciado por Thatcher el pasado 20 de septiembre, ha servido tambi¨¦n para que, a iniciativa brit¨¢nica, se constituyan en la Comunidad grupos integrados por pol¨ªticos e intelectuales con el objetivo de difundir la idea thatcheriana de Europa. Parlamentarios y pol¨ªticos brit¨¢nicos se reunieron hace unas semanas en Par¨ªs con el Comit¨¦ para la Europa de las Patrias para constituir uno de esos grupos de Brujas" presididos por lord Harris, cuyas ideas no pueden enga?ar a nadie. Adelantado en los a?os cincuenta de la oposici¨®n a las teor¨ªas keynesianas del Estado providencia, partidario del liberalismo salvaje, reprocha a Jacques
Delors "sus esperanzas socialistas enfebrecidas de una Europa dirigista". Es decir, los thatcherianos, partidarios de la Europa del libre cambio, se oponen en realidad m¨¢s a lo que llaman Europa socialista que a Europa propiamente dicha. Su prioridad es el liberalismo capitalista que no quiereni o¨ªr hablar de la Europa social ni de la planificaci¨®n econ¨®mica. Por eso son gaulistas disfrazados y por eso sus referencias a la Europa de las patrias constituyen un delito de apropiaci¨®n indebida de las ideas del general, que gobern¨® con nacionalizaciones e hizo compatible el desarrollo de un capitalismo moderno con el impulso a la intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa.
El pasado d¨ªa 27, al cumplirse los 20 a?os de la derrota en el refer¨¦ndum que provoc¨® la renuncia de De Gaufle, un grupo de antiguos colaboradores se reuni¨® en un coloquio organizado por Yves Lancien, antiguo diputado de la Asamblea por la Rep¨²blica (RPR) y enfrentado ahora al partido de Jacques Chirac hasta el punto de haber apoyado a Raymond Barre en la ¨²ltima elecci¨®n presidencial. En la reuni¨®n, como expresa ya la experiencia de su organizador, qued¨® claro que los antiguos colaboradores del general no se reconocen en el RPR, calificado siempre apresuradamen" te como partido neogaullista. Mientras Jaeques Chaban-Delmas abogaba por "una Europa confederal" e Yves Guena mostraba su preocupaci¨®n por la independencia de la naci¨®n, dominaba la sensaci¨®n de que Francia se hab¨ªa quedado sin heredero.
Aparte de en el El¨ªseo -donde un gran opositor *a las instituciones creadas por el general las encarna como nadie-, los gaullistas habr¨¢ que encontrarlos en el Partido Comunista Franc¨¦s (PCF) de creer a su secretario general, Georges Marchais, que el d¨ªa 24 se expresaba en Antenne 2 opuesto a todo "abandono de la soberan¨ªa nacional en cualquier campo". Marchais se ufanaba de que los comunistas se hab¨ªan quedado solos en esa lucha, "ya que Chirac ha abandonado el terreno". Evidentemente, el discurso de Marchais nada tiene que ver con la euroizquierda ni con la construcci¨®n de la Europa com¨²n, lo que no deja de ser otra paradoja.
Sin embargo, las paradojas a menudo no lo son tanto si se observan a trav¨¦s del filtro de la realidad. Una realidad decepcionante que a estas alturas reduce frecuentemente a Europa a una mera moneda de cambio de pol¨ªtica interior en la mayor¨ªa de los pa¨ªses. Lo acaba de demostrar de nuevo el canciller federal alem¨¢n Helmut Koffl al anular a los cuatro meses de su instauraci¨®n una medida encaminada a armonizar la fiscafidad en el ahorro. Asimismo, las elecciones al Parlamento Europeo se convierten en unas elecciones interiores m¨¢s, olvidando los objetivos, por otra parte escasos, de la C¨¢mara de Estrasburgo.
Cada d¨ªa produce numerosos ejemplos. Europa se edifica poco a poco pese a todo, pero los Estados comunitarios no logran sacudirse esa concepci¨®n utilitaria de la construcci¨®n europea en la que adoptan decisiones o rechazan otras de acuerdo con las necesidades puramente nacionales. Porque Europa es muchas veces todav¨ªa una mera cuesti¨®n de pol¨ªtica interior.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.