La core¨®grafa belga Karin Vynke cierra el certamen con un sensacional espect¨¢culo
No se pod¨ªa haber escogido mejor final. Me-Zon, evidente alusi¨®n fon¨¦tica a maison, el bell¨ªsimo y emocionante espect¨¢culo de la excelente compa?¨ªa de la core¨®grafa y bailarina belga Karin Vynke, fue un inmejorable cierre del VII Festival Internacional de Teatro de Granada, que concluy¨® el pasado domingo. Junto a Sept peaux de Rhinoceros, el asombroso exorcismo coreogr¨¢fico del h¨²ngaro Josef Nadj, Me-Zon es, sin lugar a dudas, lo mejor que ha ofrecido el festival.
Dos espect¨¢culos fascinantes que comparten calidad teatral, apasionante poes¨ªa esc¨¦nica y, sobre todo, un excepcional talento creativo que surge y crece en la honda intimidad de las emociones. Y adem¨¢s de la evocaci¨®n de la memoria emocional, ambos recurren con id¨¦ntica fortuna al gui?o ir¨®nico y al fino humor.En conjunto, este VII Festival de Granada ha sido, desde una estricta perspectiva teatral, positivo, revelador y, m¨¢s que aceptable, notable, a pesar de ese malogrado Frankenstein de Pip Simmons o el nuevo tropiezo de Bekereke con su desgraciado pastel de disparates arrabaleros. Tambi¨¦n se han visto buenos trabajos como el muy estimable montaje que La Tartana realiz¨® de la apocal¨ªptica trilog¨ªa de Heiner M¨¹ller Ribera despojada, Medea material, Paisaje con argonautas, o la impecable t¨¦cnica del bailar¨ªn japon¨¦s Saburo Teshigawara, o la espectacular, aunque meramente est¨¦tica, exaltaci¨®n de la violencia corporal de la coreograf¨ªa del belga Wim Vandekeybus.
El balance teatral nos parece muy positivo. Sin embargo, el Festival de Granada se halla en una manifiesta crisis de crecin¨²ento. A la vuelta de la esquina aguardan decisiones trascendentes, inaplazables, que habr¨¢ que afrontar con inteligencia y valent¨ªa porque est¨¢ en juego el futuro de un festival que, desgraciadamente, tras la persistente muerte cl¨ªnica del de Sitges y la ejecuci¨®n del de Valladolid, es el ¨²nico que nos queda en su g¨¦nero.
Habr¨¢ que resolver los conflictos latentes, recalentados o, para no ser tan crudos, las manifiestas disfunciones y divergencias del equipo directivo que, en buena l¨®gica, han de conducir a un mayor reconocimiento y capacidad decisoria de los actuales responsables de programaci¨®n.
El Festival de Granada ha de mejorar en calidad e incluso crecer en cantidad, y adem¨¢s habr¨¢ de inventar su propia f¨®rmula para animar y fertilizar el caldo de cultivo de experiencias teatrales m¨¢s arriesgadas, incipientes o marginales, alej¨¢ndose, eso s¨ª, de ese trasnochado Off-Granada que se ha desarrollado de manera independiente pero paralela al festival.
Babelia
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